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Los buitres

Antonio García Gómez

En un principio se solapan, como si no quisieran dejarse ver. Muy solemnes, muy despaciosos, arriba en el cielo, medio invisibles, majestuosos, apenas aleteando, más bien planeando, con exacta minuciosidad, aprovechando las corrientes de aire, escudriñando, fijando sus calvos cráneos, sus miradas muertas, sus picos curvos, demoledores, seguramente porque ya han captado la pieza, la presa, los restos moribundos o putrefactos, es igual, porque los buitres tienen tan buena vista y tanta voracidad que no dejaran escapar la menor oportunidad por prestarse a devorar aquello que ya han detectado.

Acechando pues desde las alturas, justo desde la misma bóveda del azul prístino y celestial, calculando con precisión, reuniéndose, a cada segundo más y más ejemplares, circundando e iniciando el descenso, muy lentamente, sin distracción, con exasperante calma, con tino frío y determinante:

“Los fondos buitre fuerzan cada vez más desahucios”.

Los buitres abandonan los restos óseos carcomidos, vaciados del tuétano, para regresar a otear lontananzas, cárcavas y ribazos, porque su apetito es insaciable y su fijeza inalterable.

Tan solemnes e implacables.

Ahora que los buitres ya planean sobre nuestras ciudades, los fondos buitre gobernados por gestores de gran eficacia, sin alma ni corazón, escudriñando cada posible desgracia humana, cada posibilidad de echarse sobre la vulnerabilidad de los desahuciados, hasta dejarlos sin nada, endeudados, condenados, por lograr el enriquecimiento obsceno y mezquino de esos buitres que luego no podrán remontar el vuelo si no es tras gran esfuerzo… porque han ingerido más allá de sus propias necesidades.

Con la indiferencia de la mayoría que celebra la ocasión que ha vuelto a pasar de largo, y también con la complicidad de los trepas y tiralevitas por abrirse un hueco entre los buitres que muestran sus fauces sanguinolientas, porque confían que ellos, estómagos agradecidos, también terminarán sacando tajada.

Los buitres invitados por ejecutivos y políticos sin conciencia, adictos a los intereses y a los beneficios que solo se acumulen en las cuentas de sus amos y señores, al dictado de los buitres que sobrevuelan y escudriñan la penuria humana, desde su inhumanidad más insolente, a buen recaudo de todo sentimiento de culpa, sabiendo que irán devastando, del centro a la periferia, sin límites, sin conciencia, honestidad o moralidad.

Y, entretanto, el panorama se ofrece desolado en un laberinto de hormigón y asfalto que ofrece despojos a los buitres que no dejarán ninguna presa, porque son insaciables y porque no tienen otro objetivo que devorar y necrosar todo aquello que ofrezca debilidad, precariedad, principio del fin de un mundo que agoniza bajo las sombras siniestras de… los fondos buitre.

Los fondos buitre se han hecho con los despojos de una sociedad vencida y rendida a los pies de sus nuevos buitres, basureros de cualquier atisbo de humanidad.

Antonio García Gómez es socio de infoLibre

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