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El derecho a la pereza

Librepensadores nueva.

Jesús Moncho

En el mundo de hoy, hablar sobre “la pereza” puede ser controvertido. Sobre la cuestión, es verdad, la tradición nos lega escritos sobre el dolce far niente o el derecho a la pereza. Claro, las palabras, al igual que las actitudes o los derechos van cambiando, van apareciendo o van tomando nueva presencia y significado. Pereza suena mal. Ocio entra o cae mejor, atrae más. En realidad, se quería decir "el derecho al ocio”. Y, así, ya podemos debatir tranquilamente de tales realidades o derechos. Y empezaremos por decir que se encuentran en la base de la vida tanto ocio, como su negación, nec-otium/negocio, es decir, trabajo, ocupación, acepción que viene a indicarnos que, si es por algún beneficio o ganancia, nos ocuparemos, nos moveremos, nec-otiaremos. Ante lo cual, nos podemos preguntar, ¿qué es más conveniente, brazos en movimiento o brazos plegados?

Quizá no sea ese un dilema excluyente, pero "de no hacer nada, no pasa nada", dicen algunos capitostes políticos, por no decantarse o no enfrentarse a una opinión social supuestamente dividida. “No hacer nada” es una etiqueta y una realidad de nuestro mundo, a la que nos sumamos muchos. Por gusto, por conveniencia, o por derecho. Las gentes alaban el hecho de disponer de tiempo para no hacer nada, tiempo para sí mismo, fuera y lejos del compromiso laboral, no trabajar, tiempo propio, o de ocio o de descanso personal. ¡Ya!, pero "nada cuesta más que no hacer nada" o "estoy cansado de no hacer nada". Y esto es así, más allá de los juegos de palabras.

Habríamos de tener en cuenta que el mismo Dios Nuestro Señor trabajó durante seis días seguidos y, después, decidió no hacer nada más, descansar toda una eternidad. Una jubilación catalogada de divina, distinta de nuestra jubilación, bien cortita, pero descansada, cobrando y sin hacer nada. ¿No hacer nada?, eso no puede ser ¡a caminar!, a tomar el sol, jugar al dominó, a viajar con el Imserso, a sacar a pasear los nietos, también a ver el médico ...

Ahora bien, si ves a alguien bostezando o estirando los brazos hacia arriba o repantigando una pierna sobre la otra, ya sabes lo que está haciendo; o no haciendo. Y sin adoptar ninguna de esas actitudes, el mismo M. Rajoy se explayó afirmando: "Mañana tengo el coñazo del desfile (militar); en fin, un plan apasionante"; o el futbolista Xavi del Barça: "El idioma no es ganar, ganar y ganar, no; la filosofía es lo más importante". O aquello que dijo no sabemos quién: "La pereza es la madre de todos los vicios, y, como tal madre, se debe respetar...". O sea, podemos estar aparentemente en actitud activa, pero mentalmente en posición pasiva. Y es que la vida da para mucho. No hacer nada presenta muchas caras.

Otros dirán, esto es procrastinación. Caramba, buena palabra. Nos deja un tanto boquiabiertos. Procrastinación. ¿Quién no ha sido nunca reo de "procrastinación"? Hemos de acudir al diccionario, que para esto lo compramos y luce en las estanterías del salón... Lo que sí está claro es que, ante la cuestión que nos ocupa, desterramos palabras como desidia, incuria, vagancia, pereza, pachorra, perrera, holgazanería, apatía, contemplar las musarañas, estar empantanado, mirar por la ventana, encogerse de hombros...; la negatividad en la vida no nos gusta. Lo que hacemos, o no hacemos, lo hacemos de buen grado.

Y hablando de negatividad, miren, alguien se inventó aquello de "trabajo de manos, trabajo de villanos". ¡Claro!, era el tiempo de los aristócratas y fijosdalgo. Se ve que no sabían qué decir para no hacer nada. Lo cual significa que todo siempre es relativo, relativo a los valores del momento, así, por el contrario, "el buen labrador, en el camino; no entre mesas y jarras de vino". Y ya para cerrar polémicas, según hemos oído decir a los grandes filósofos y poetas: "El trabajo y la lucha siempre llaman a los mejores".

Jesús Moncho es socio de infoLibre

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