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Europa: reconstrucción ética o autolisis

Amador Ramos Martos

Después de 8 años de crisis económica y social y a las puertas de una más que probable nueva recesión tras las medidas, ineficaces a sabiendas, adoptadas por la troika –una institución democrática donde las haya–, cualquier ciudadano mínimamente, informado, inteligente y crítico exclamaría indignado: "¡Tanto sufrimiento para tan mísero resultado!".

La crisis engendrada en las entrañas de la versión aberrante y sin control del capitalismo, la neoliberal, ha desarbolado el equilibrio social edificado tras la Segunda Guerra Mundial sobre el espíritu de la socialdemocracia, en parte como consecuencia de la dejación, incompetencia cuando no complacencia de los representantes políticos de esta última en la década final del siglo pasado que acuñaron el concepto de la “tercera vía”.

La crisis, ha desnudado el “utópico” proyecto de una Europa concebida como espacio común político de derechos ciudadanos y hecho añicos por la deslealtad de su casta política –tutelada por poderes económicos no democráticos- y que ha reducido el proyecto inicial, ¿una estafa consentida? ¿un engaño premeditado? a un mercadeo al servicio de intereses minoritarios e ilegítimos por antidemocráticos.

El resultado del cataclismo: una Europa concebida en exclusiva como unión económica, diseñada a merced de los defensores del libre mercado, con toda probabilidad el único objetivo real del proyecto, que deja sin embargo a medias, un sucedáneo de unión en lo político con perspectivas de inalcanzable por inviable en las circunstancias actuales, y un caos social en el que cada gobierno intenta salvar como puede su economía nacional, a costa del –y perdonen la expresión tan vulgar pero tan descriptiva de la realidad- “sufrido culo” de muchos de sus ciudadanos, que despojados de derechos básicos antes indiscutibles, sobreviven ahora en un escenario económico asimétrico reflejo de las asimetrías entre los intereses nacionales de los diferentes grupos de países.

Hecho cisco el proyecto político, el proyecto económico campa a sus anchas y fuera de control en el incompleto e inacabado espacio político europeo. Nos vendieron “humo político” mientras otros alimentaban sus neo-liberales “fuegos económicos”.

La crisis económica es el corolario de una crisis política que ha dejado en evidencia el sometimiento del poder político al poder económico, y donde el primero –fruto de la voluntad de ciudadanos ¿engañados?- es remodelado a base de coacciones sutiles de los lobbies cuándo no con francas amenazas, a la medida del segundo.

En una entrevista dominical realizada el pasado domingo 21 de febrero en la Cadena SER por Javier del Pino (gran comunicador y mejor informador) en el programa A vivir que son dos días, Varufakis lo dejó meridianamente claro al comentar que: "En mi primera reunión en el Eurogrupo me dijeron: 'No se puede permitir que la democracia cambie la política económica'".

Como consecuencia del proceso de desnaturalización del mandato democrático de los ciudadanos por parte sus elegidos, surge la preocupante desafección ciudadana hacia la democracia que contribuye a su degradación: ¿para qué sirve el voto libre de ciudadanos que luego nuestros representantes someten a intereses económicos extra democráticos? ¿Puede una democracia ser vigilada por poderes ajenos a la misma?

La historia nos demuestra que la respuesta a estas cuestiones en situaciones de pérdida de la credibilidad de nuestras instituciones “democráticas” como suele ocurrir y ocurre actualmente en Europa, surge –y es lo grave– desde las profundidades de la desafección democrática y de la frustración popular bajo formas degradadas de democracia: populismos, nacionalismos excluyentes, falsos y cínicos victimismos que buscan falsos victimarios ignorando a los verdaderos verdugos, xenofobia, exclusión… y siempre, con el peligro al fondo de la reaparición del “agujero negro democrático” del fascismo.

Solo la creación de un discurso paneuropeo alternativo que recupere las mejores esencias de la vieja socialdemocracia que algunos tratan de arrumbar -que deje en evidencia las mentiras, errores intencionados y los falsos mitos del paradigma neoliberal que está asolando económica y democráticamente a Europa- y que recupere el control político de las actuales estructuras de poder económico en torno a otros políticos con objetivos y formas renovadas de hacer política, puede acabar con la “idea fuerza” irracional instalada –o que tratan de instalarnos- en nuestra conciencia colectiva ciudadana de que fuera del actual modelo económico neoliberal, no hay alternativas viables ni solución posible.

No se puede contemporizar por más tiempo con tibiezas políticas reformistas frente a los desmanes de la economía neoliberal. La socialdemocracia –o lo poco que quede de ella- debe rearmarse en torno a sus viejos ideario y valores, cuya renuncia supuso el inicio de su degradación y declinar político, y poner límites a los experimentos económicos neoliberales que tal y como afirmó Susan George (presidenta del comité de planificación del Transnational Institute de Ámsterdam, filósofa y analista política) en el mismo programa radiofónico antes mencionado (aconsejo oír el podcast) han reducido la condición de muchos ciudadanos a la de meras “ratas humanas de laboratorio” para medir –por parte de algunos Mengeles neoliberales– su capacidad de resistencia ante aberrantes experimentos económicas y sociales.

La democracia surgió en la antigua Grecia, ¿vendrá la exigencia y puesta en marcha de la renovación de nuestra degradada democracia europea otra vez de la mano de Grecia, de un griego… un tal Varufakis?

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Amador Ramos Martos es socio de infoLibre

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