Feijóo, ahora o nunca

Rafael Sánchez Sánchez

Feijóo sabe muy bien que este es su momento. Que, si el Partido Popular consigue su gran y ansiado objetivo de que Pedro Sánchez tire la toalla y convoque elecciones, su llegada a La Moncloa —eso sí, acompañado por Vox— está garantizada y podrá superar al fin su frustración por no haberlo conseguido tras las elecciones de 2023. El cúmulo de escándalos de corrupción —reales o interesadamente aireados en medios afines al Partido Popular— han llevado al Gobierno y especialmente al PSOE a una situación límite. Hay pocas dudas de que el famoso llamamiento de Aznar, “el que pueda hacer que haga”, ha sido sin duda el punto de partida para algunas causas judiciales que afectan, directa o indirectamente, al Gobierno, se habla incluso de “golpe de Estado blando”. El singular proceso judicial contra el fiscal general del Estado, cuyo recorrido —salvo la sentencia— ha sido meteórico y representativo del uso o de la colaboración de la justicia en la campaña permanente de los populares para desgastar al Gobierno. 

El grave caso de corrupción encabezado por el, hasta ese momento, fiel Secretario de Organización de los socialistas, Santos Cerdán, supuso sin duda un fuerte golpe para Pedro Sánchez por el que estuvo a punto de dimitir. A otro nivel, se mantienen desde hace tiempo las actuaciones judiciales contra su hermano y su mujer, Begoña Gómez, esta última marcada por la “esperpéntica” figura del Juez Peinado, cuestionado desde diferentes ámbitos judiciales. Para completar el panorama, cuando se procedió a sustituir a Santos Cerdán en la Secretaría de Organización apareció un nuevo escándalo, en este caso de acoso sexual, que ha salpicado a varios ámbitos del partido y afecta gravemente a la organización socialista. El panorama no puede ser más completo; Feijóo ve o cree ver a Sánchez herido de muerte y se “ha lanzado a su yugular”.

El panorama no puede ser más completo; Feijóo ve o cree ver a Sánchez herido de muerte y se “ha lanzado a su yugular”

Pero Pedro Sánchez publicó en su día el Manual de resistencia y a estas alturas hay pocas dudas de que para el Presidente del Gobierno esa obra no son solo palabras, sino su guía diaria para mantenerse, a pesar del vendaval que tiene en contra, al frente del Gobierno. Ni siquiera los últimos casos de corrupción destapados por la UCO, que afectan a la singular Leire Díaz y otros personajes relacionados también con Cerdán, han hecho tambalear a Sánchez. Todavía más, en su reciente balance de gestión de gobierno de los últimos seis meses ha ido más allá de lo esperado, no solo está dispuesto a agotar la legislatura y celebrar las elecciones generales en 2027, sino que se plantea culminar la “década” en La Moncloa para completar su proyecto político para España.

Ante esta situación, el nerviosismo y la desesperación en el Partido Popular, y muy especialmente en su líder, es máxima. Ven que, por muchos golpes que reciba, a pesar de los innumerables “enanos que le han crecido en su circo político”, su gran enemigo, Pedro Sánchez, el “sanchismo”, término acuñado por el PP para señalar a todo lo malo de este país, permanece y no cae. No cayó cuando procesaron a su mujer y a su hermano, tampoco —aunque fue sin duda el golpe más fuerte— cuando estalló el caso Cerdán o la entrada en la cárcel de Ábalos, y menos aún con los recientes casos de corrupción y de acoso sexual, habiendo causado este último asunto una grave crisis de credibilidad en el feminismo del PSOE.

Con esta situación, con esta posición teóricamente más débil que nunca de Pedro Sánchez, Feijóo tiene claro que este es su momento. Clama al cielo para que algún socio traicione al Gobierno y apoye una hipotética moción de censura. El embate judicial de algunos jueces del Supremo tampoco ha sido suficiente, ya hay nueva fiscala general del Estado y todo continúa. La única salida para Feijóo es el adelanto de las elecciones, tantas veces pedido desesperadamente con el manido —y falsamente democrático— argumento de dar la voz a los españoles. Feijóo sabe además que esta es su última oportunidad, su situación no es la de Rajoy que fracasó en 2004, lo intentó de nuevo en 2008 pero finalmente la grave crisis financiera que asoló al mundo y afectó a España le abrió las puertas de La Moncloa en 2011. La Constitución lo dice bien claro, las elecciones son cada cuatro años y esta es la firme decisión del presidente del Gobierno contra viento y marea.

Al muñeco de Pedro Sánchez lo apalearon en Ferraz, pero se recompuso su figura. A Ayuso “le gusta la fruta” y todavía más —si los hay— los árboles frutales de La Moncloa. Desde el balcón de Sol presiona a Feijóo para que se tire al precipicio, para que se lance de una vez a la yugular de Sánchez con la moción de censura o como sea, a sabiendas de que fracasará. La Reina de Madrid espera su turno con Miguel Ángel Rodríguez, alias MÁR, a su lado diciendo por lo bajini, "pa’lante Isabel, La Moncloa es tuya". 

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Rafael Sánchez Sánchez es socio de infoLibre.

Rafael Sánchez Sánchez

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