Homicidas del PP

Verónica Barcina

Los homicidas padecen atrofia de la glándula empática, son inmunes a la compasión antes, al remordimiento después y están convencidos de que no deben pedir perdón. El código penal ofrece un catálogo para punir los crímenes, desde el homicidio doloso (dolo directo y eventual), al imprudente y el preterintencional. En cambio, las escrituras sagradas ofrecen el perdón a cambio de leves penitencias y bulas generosas. En el imaginario social, los homicidios se etiquetan a la carta y la reacción ante ellos depende de los diferentes enfoques que medios de comunicación y otros agentes sociales aplican para crear opinión.

La capacidad del ser humano para normalizar la muerte llega al extremo de que contemplar masacres y genocidios no altera las digestiones y caen en el olvido nada más comenzar el bloque de los deportes en los noticiarios. Hay quienes los celebran y aplauden desde posiciones ideológicas, políticas y/o religiosas en la mayoría de los casos. La historia de la humanidad es una sucesión de homicidios, al por mayor o al detall, incesante, como si la pulsión homicida formara parte del genoma humano, encajando así en la teoría de Darwin de la selección natural de las especies y la crudelísima paremia “homo homini lupus est”.

En tan poco se valora la vida humana que hoy no son nadie en política quienes no cargan cadáveres sobre las espaldas: causar muertes eleva el caché en un mundo en que los matones son cabeza de cartel electoral y copan en las administraciones públicas los puestos de mayor responsabilidad. Trump es el paradigma del matón sin escrúpulos que accede al poder y deja a su paso regueros de muerte y devastación. A mayor violencia con resultado de muerte, más votos, aunque votar al matón no garantiza que no te vaya a dañar.

En España ha calado el trumpismo y el Partido Popular acumula cadáveres en los territorios donde gobierna de una forma tan indecente como impune

En España ha calado el trumpismo y el Partido Popular acumula cadáveres en los territorios donde gobierna de una forma tan indecente como impune (por ahora) cosechando los votos de una ciudadanía un punto por encima del masoquismo: suicida. La política neoliberal es la expresión del darwinismo llevado más allá de toda racionalidad, más allá del límite que separa al ser humano de la alimaña predadora y carroñera. No hay más que ver cómo justifican sus cargos públicos algo tan inhumano, tan salvaje, como el genocidio palestino. 

7.291 son los muertos –en apenas un año– provocados por un vergonzoso protocolo sanitario que estableció diferencias en la muerte de ancianos en base a si contaban o no con una póliza de seguro privado. Al sadismo de estos homicidios hay que añadir la bajeza moral de Ayuso a la hora de despreciar a las víctimas y sus familiares, al contrario de lo que hace con las de ETA –850 en 50 años– y sus allegados. Ayuso y sus entornos mediático y judicial usan con descaro la mentira a modo de cal viva para disolver cadáveres.

228 son los muertos –en pocas horas– causados por el sectarismo (eliminación de la Unidad Valenciana de Emergencias) y la homicida inacción de Mazón. Llevan un año capeando el temporal en el más puro estilo PP: mentiras orquestadas acusando al hombre del tiempo y a cualquiera que no tenga relación con el partido. Entierran a los muertos de la inundación con el fango ruin de Tellado, el lodo obsceno de Ayuso y el barro inútil de Feijóo.

Está por cuantificar cuántas andaluzas han muerto o van a morir de cáncer de mama por la homicida gestión de Bonilla y saber si se tatuará el número en la muñeca junto al de su mayoría absoluta. Siguiendo el manual de estilo del PP, Bonilla ha mentido sobre el asunto negando la realidad, luego manipulando la letra del protocolo y más tarde diciendo que no ha derivado mamografías a la sanidad privada. El "Cero, cero, cero" de su respuesta se traduce en 5,4 millones pagados en 4 años a chiringuitos sanitarios privados con este fin.

____________________

Verónica Barcina es socia de infoLibre.

Verónica Barcina

Más sobre este tema
stats