Humor inteligente
La comedia y los premios destinados a humillar o menospreciar no tienen cabida en una sociedad que aspira a ser más consciente y respetuosa.
El humor es una parte fundamental de nuestras vidas. Nos conecta con los demás, aligera las cargas del día a día y nos permite ver las situaciones desde una perspectiva más amable. Hay muchos humoristas que logran sacarnos una sonrisa mostrando escenas cotidianas con las que todos podemos sentirnos identificados, pero lo hacen sin caer en la burla o en el daño personal. El humor está para hacernos sentir bien, no para reírnos a costa de otras personas.
Sin embargo, existe una peligrosa creencia muy arraigada: la idea de que en el humor todo vale. Pero no es así. Me resulta desagradable que se hagan chistes a partir de las debilidades o defectos de alguien. Además, parece estar mal visto no tomarse con gracia una broma. Pero lo cierto es que, en el fondo, a nadie le gusta ser el blanco de las risas, por muy “inofensiva” que esta pueda parecer.
Quienes utilizan este tipo de humor, por lo general, no lo hacen con la intención de causar daño.
No obstante, es fundamental visibilizar esta práctica con el fin de generar conciencia y propiciar su erradicación. Una broma aparentemente inocente puede afectar mucho más de lo que pensamos, sobre todo si esa persona está atravesando un mal momento. En cambio, unas palabras positivas —acompañadas de risas sinceras— siempre tienen un poderoso efecto en quien las recibe.
Ser capaces de reírnos de nuestras propias debilidades, para que los demás también disfruten y se unan a la risa, es una muestra de madurez y generosidad
El humor más valioso e inteligente es aquel que parte de nosotros mismos. Ser capaces de reírnos de nuestras propias debilidades, para que los demás también disfruten y se unan a la risa, es una muestra de madurez y generosidad.
El respeto hacia las personas debe ser un principio fundamental en cualquier contexto. Por esta razón, tambien considero inapropiado conceder premios que, de algún modo, resalten los aspectos más negativos de alguien.
Para concluir, y en coherencia con lo planteado, lo más preocupante es la falta de sensibilidad hacia el daño emocional que pueden provocar en las personas involucradas. En una sociedad cada vez más consciente de la importancia de la salud mental y de los efectos del juicio público, no podemos ignorar el sufrimiento que estas actuaciones pueden causar.
Es hora de replantearnos estas prácticas y priorizar un enfoque que fomente el respeto y la empatía.
¡Un mundo mejor es posible, sigamos trabajando!
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M.ª del Carmen Piñero López es socia de infoLibre.