¿Es el PP un partido democrático?
No podría afirmarse de manera rotunda que el PP no sea un partido democrático, pero es cierto que presenta un patrón de indecencia en sus llegadas y salidas del poder.
La primera victoria del PP en 1996 no respondió a una lógica alternancia democrática. Fue el resultado de una salvaje estrategia de crispación para acabar con González que, según Anson, “hizo peligrar la estabilidad del Estado”. La dirigía una primitiva fachosfera mediática: el propio Anson (ABC), Pedro J. Ramírez, Antonio Herrero (COPE) y Martín Ferrand (Antena 3) entre otros.
El PP volvió a ganar en el año 2000 y Aznar dijo que "la guerra civil había terminado", evidenciando el barniz golpista del partido creado por un ministro franquista que torturaba homosexuales y rojos en la Puerta del Sol. Durante aquella campaña, el periodista Fernando Delgado dijo que "si el PP ganaba, ganaban los asesinos de Lorca". No andaba desencaminado: hoy el PP pacta con Vox, cuyo presidente en Baleares será juzgado por un presunto delito de odio tras romper fotos de mujeres fusiladas por Franco.
Año 2004: el PP perdió las elecciones después de que Aznar mintiera de manera infame sobre los atentados del 11M atribuyéndolos a ETA sabiendo que fue Al Qaeda. Este uso electoralista del dolor marcó un antes y un después en nuestra política. A día de hoy, no solo no ha pedido perdón a las víctimas sino que sigue reafirmándose en su falacia.
En 2011, en plena crisis, el PP ganó por mayoría absoluta, lo que le permitió a Rajoy incumplir todas sus promesas electorales: subió el IVA y el IRPF, desvinculó las pensiones del IPC, recortó en políticas sociales… ¿seguimos?
Llegó 2015 y el PP volvió a ganar, pero “emepunto” no pudo ser presidente hasta 2016 porque no le daban los votos. Quince socialistas tuvieron que abstenerse. Pedro Sánchez dijo “no es no”, renunció a su acta y se subió a un Peugeot.
Al PP empezó a crecerle el circo de la Gürtel. Fue la época de “vivos” como Bárcenas, Rato, Ignacio González, Zaplana, Granados, Fabra o Matas. Pero también de muertos: catorce personas implicadas en la trama fallecieron en extrañas circunstancias. Como Rita Barberá tras ingerir un cóctel mortal de güisqui y tortilla de patatas.
Queda demostrado que el modus operandi del PP se basa en la confrontación, la polarización y las mentiras por una clara intolerancia genética a la democracia
Fue la época también en la que la “policía patriótica” del PP –con el que comparte iniciales y falta de escrúpulos– espiaba a rivales políticos, destruía pruebas contra el clan de los genoveses, las creaba para atacar a sus rivales, secuestraba a familiares de tesoreros que debían ser fuertes… ¿seguimos?
Año 2018: el Partido Popular es considerado organización criminal y condenado por corrupción. El PSOE presenta una moción de censura que le permitió a Sánchez entrar en la Moncloa por la puerta principal mientras Rajoy salía por la de atrás y entraba en un restaurante del que saldría desorientado.
Estamos en 2023. El PP gana las elecciones pero Feijóo no quiere ser presidente, Sánchez se queda en la Moncloa y Aznar dice que quien pueda hacer algo para echarlo que lo haga. Dicho y hecho. Aparecen la máquina del fango, una “UCO patriótica” y un “Frente Togado Nacional” que acepta denuncias basadas en mentiras contra la familia del presidente. También se producen ataques a sedes del PSOE, los obispos piden elecciones… ¿seguimos?
Podríamos, pero no hace falta. Queda demostrado que el modus operandi del PP se basa en la confrontación, la polarización y las mentiras por una clara intolerancia genética a la democracia que ya ni disimula y que afecta gravemente a la convivencia.
Igual que queda demostrado que el PP tiene mal ganar. Y peor perder.
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Alfredo Díaz Curros es socio de infoLibre.