Réquiem por la Democracia
El Renacimiento supuso el triunfo del humanismo sobre la rígida mentalidad dogmática existente en Europa durante la Edad Media y la sustitución de la concepción teocéntrica del universo, vigente hasta entonces, por una visión antropocéntrica. Este movimiento artístico y filosófico dio paso a la Edad Moderna a la par que se descomponía el feudalismo, en una época en la que se consolidaron los estados europeos, se produjeron intercambios entre Europa y América, la burguesía consolidó su posición de dominio político y económico en la sociedad y se pusieron los cimientos del pensamiento liberal y del sistema capitalista.
Los avances científicos y la primacía de la razón dieron paso a la Ilustración, a profundos cambios culturales y sociales, a la eclosión de ideas y a la primacía de razón y sentidos como fuentes primarias de aprendizaje. Se impulsaron novedosos ideales políticos –vigentes hoy, aunque seriamente amenazados– como ley natural, libertad, igualdad, fraternidad, progreso, tolerancia, constitucionalismo y separación Iglesia–Estado. En retirada, el feudalismo y sus agentes nunca renunciaron a la recuperación del poder social.
Se identifica la Edad Media con una época de oscuridad, mientras el siglo XVII es llamado el Siglo de las Luces. La dialéctica entre Luz y Oscuridad es una constante histórica que enfrenta fe y razón, creencias y ciencia, burguesía y aristocracia, tradición e innovación, reacción y progreso, religión y humanismo, sagrada escritura y ley, teocracia y democracia, sumisión y libertad… Unidas en un frente común, ayudadas por los intereses religiosos y mediáticos, las élites burguesas y aristocráticas imponen su fe, sus creencias, sus biblias, su reacción, sus tradiciones, su religión y la sumisión a toda la ciudadanía...
La oscuridad anula voluntades, atrofia las conciencias, aniquila disidencias, amenaza la diversidad y silencia a los poetas. Bajo el sol, en las costas mediterráneas, la oscuridad no deja ver entre la espuma del rebalaje las gotas escarlatas procedentes de Gaza; no permite escuchar, entre el rumor de las olas, el llanto desgarrado de las madres, rotas ante infantiles sudarios; impide detectar el olor a explosivos y a humana carne quemada arrastrado por el levante desde el puerto de Maiuma en el Rimal. Bajo el ardiente sol de las costas mediterráneas la luz es expulsada, desterrada por la flamígera espada de la sinrazón.
Unidas en un frente común, ayudadas por los intereses religiosos y mediáticos, las élites burguesas y aristocráticas imponen su fe, sus creencias, sus biblias, su reacción, sus tradiciones, su religión y la sumisión a toda la ciudadanía...
La oscuridad es una caza de brujas alumbrada por el fuego de las hogueras donde arden logros y esperanzas de una sociedad sin más horizonte que la obediencia ciega al dictado de una demencia inducida y armada. La inquisición neoliberal no necesita pruebas para declararle a usted, lector/a, culpable; es usted quien deberá presentar las pruebas de su inocencia con todo el aparato policial, económico, judicial, político, militar, religioso y mediático en su contra. La Libertad crepita consumida por las brasas ardientes de la Ley, inmolada en el altar del capital entre el clamor y los vítores de la masa enardecida y armada de teas, aún no consciente de que las ascuas están fraguando su propio y cercano destino.
No se han alineado los astros en el firmamento, el vuelo de las aves es el de siempre y la hepatoscopia no revela nada ajeno al daño del alcohol. Los arúspices del algoritmo no creen en sus dioses, se han limitado a unificar las falacias de biblias, coranes y talmudes para convencer a los pueblos de que guerras y genocidios son imprescindibles para que los humanos alcancen el purgatorio como mal menor. El cielo está reservado en exclusiva a la gente VIP, a sacerdotes, políticos y militares que imponen sus verdades a través de las profecías autocumplidas propagadas por los videntes, pitonisos y oráculos, mediáticos y virtuales, que adoctrinan y preparan al rebaño para su cruento sacrificio al Becerro de Oro. Es hora de rebeliones cívicas para soñar con la paz y la utopía desde el río hasta el mar.
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Verónica Barcina es socia de infoLibre.