Las vergüenzas de Europa

Verónica Barcina Téllez

Lo peor de que un loco agarre el volante del mundo no es su voluntad suicida, sino la intención homicida de sus actos y la cómplice complacencia de los usuarios de autopistas, autovías, carreteras, caminos y calles de la aldea global. Que los accidentes de tráfico compitan con las enfermedades cardiovasculares y el cáncer por el primer puesto en el siniestro ranking de la mortalidad en los países desarrollados es sintomático del determinismo contingente con que la ciudadanía acepta resignada cualquier desvarío político. Ya sucedió con Hitler al volante de Alemania y es sabido cómo acabó, aunque la extrema derecha lo niegue.

La UE, el club de mercaderes al que España pertenece, ha aceptado la imposición de comprar energía a Estados Unidos por 750.000 millones de dólares, invertir 600.000 millones más de lo que hoy gasta en equipamiento militar yanqui y pagar al loco de la carretera un 15% por vender productos europeos en el mercado americano. Se mire por donde se mire, es un suicidio colectivo al que las élites económicas abocan al pueblo europeo. Entre un botín y otro, la cifra pasa del billón y medio de dólares y con toda seguridad, contando con la letra pequeña y la oculta, sobrepasará los 2 billones. Una locura, un suicidio.

Europa se ha bajado las bragas hasta los tobillos ante el putero del pelo anaranjado para decir adiós a los restos del estado del bienestar, a los servicios públicos, a la consideración de las personas como seres humanos. El loco neoliberal está tan henchido de soberbia, tan crecido, que camina a paso ligero con aire marcial hacia la expresión más salvaje e inhumana del capitalismo, hacia el fascismo, ante la indiferencia o la admiración de una sociedad entregada al individualismo consumista que no mira más allá de su ombligo y del momento presente en una versión 3.0 del carpe diem instalada en los teléfonos inteligentes de gente muy poco, o nada, inteligente.

La prueba piloto del genocidio en Gaza está saliendo a pedir de boca para los intereses económicos del insaciable dúo criminal EE UU-Israel. Ante el holocausto palestino, la indiferencia internacional, y el apoyo sin ambages en el caso de la extrema derecha, deja claro que los criminales (de guerra y de despachos) tienen carta blanca. Gaza es lo de menos; la verdadera misión de Israel es incendiar Oriente Medio para que EE.UU. venda su energía en régimen de monopolio después de haber destruido los gasoductos Nord–Stream I y II y asfixiado a la competencia rusa con sanciones.

En 2022, según datos de GasIndustrial (asociación española de consumidores industriales de gas natural, gases renovables, hidrógeno y otros vectores energéticos), el precio del gas natural licuado llegado de EE.UU. a España se pagó a 53,88 €/ MWh mientras Rusia lo cobraba a 38,42 €/ MWh, un 40% más barato, aunque la diferencia llegó a ser del 60%. En el hecho de que la Europa de los mercaderes pusiera el grito en el cielo por la guerra de Ucrania y que calle cómplice ante el genocidio israelí, deja claro que el Partido Popular Europeo apuesta por el neoliberalismo de Trump y la extrema derecha por el fascismo de Trump. 750.000 millones es la estafa del siglo que ha firmado Von der Leyen.

El encarecimiento inmediato de la cesta de la compra no es nada comparado con la privatización total de la sanidad y la educación o con la desaparición de las pensiones

Pero lo peor está por llegar… y no tardará. 600.000 millones para armamento son muchos muertos en la contabilidad bélica y una magnífica inversión pensando en la reconstrucción de una Europa arrasada cuyos beneficios no hay calculadora capaz de contarlos. Ése y no otro es el objetivo final de la inversión, el más inmediato es, ya se ha dicho, estrangular el Estado del Bienestar y disponer a la población para el suicidio colectivo que son todas las guerras, otra de las principales causas de muerte y una de las industrias más rentables y viejas de la humanidad, como la prostitución, otra lacra inherente al capitalismo.

Después de lo anterior, el 15% de aranceles aceptados sin contrapeso queda en anécdota. Von der Leyen, los neoliberales y la extrema derecha no van a explicar a sus votantes lo que se les viene encima a sus bolsillos. El encarecimiento inmediato de la cesta de la compra no es nada comparado con la privatización total de la sanidad y la educación o con la desaparición de las pensiones. Una bagatela comparado con el horizonte de guerra y devastación anunciado y desdeñado por quienes van a morir en ella mientras piden raciones de basura a McDonald's en la App de Uber Eats instalada en sus iPhones y pagan la última voluntad a Amazon.

________________

Verónica Barcina es socia de infoLibre.

Verónica Barcina Téllez

Más sobre este tema
stats