Rob Reiner, un legado imborrable en el cine, una página silenciada en la televisión

El actor y director Rob Reiner.

Rob Reiner nos hizo soñar con los finales más felices y un universo indiferente le ha proporcionado, junto a su esposa, uno atroz. Ambos han sido asesinados, posiblemente por un hijo con severos trastornos que está siendo interrogado tras ser detenido.

Este ateo de origen judío, corpulento y de gesto amable, tenía 78 años y había nacido en el neoyorkino barrio del Bronx de familia de actores y cómicos. Su madre, Estelle, tuvo un pequeño e inolvidable papel en Cuando Harry encontró a Sally. “Tomaré lo mismo que ella” decía, tras ver a Meg Ryan fingir un sonoro orgasmo en un restaurante.

Su padre, Carl, fue actor, cómico, escritor y guionista de larguísima y fructífera carrera. Puede ser recordado por sus participaciones, ya muy mayor, en la moderna saga de películas sobre atracos Ocean, Ocean´s eleven y sus dos secuelas.

Director de las películas más queridas de los ochenta

Por su parte, Rob, dirigió, especialmente durante la década de los ochenta, algunas películas, que más allá de su calidad fascinaron y educaron la sensibilidad de una buena parte de sus espectadores.

This is a spinal tap fue su debut. Este genial falso documental sigue a una banda de heavy metal y parodia sus egos y pretensiones, así como a los verdaderos documentales sobre grupos de rock, contados desde la reverencia.

La película no fue un gran éxito en su estreno, en 1984, pero con el tiempo su prestigio ha ido creciendo y se ha convertido en una de las películas favoritas de la crítica y de muchos cómicos.

De Stephen King al cuento para adultos con más fans

Dos años después Reiner dirigió la primera de sus dos adaptaciones de Stephen King, Cuenta conmigo, que dejó al escritor emocionado al verla. Tras esta cinta de buenos sentimientos y amistad, en 1990 Reiner adaptó Misery, también de King, a la pantalla, con una inmensa Kathy Bates y una colaboración con el guionista William Goldman.

Con Goldman había hecho ya la película La princesa prometida en 1987. Este cuento de amor, honor y duelos de ingenio y espadas trasciende la forma habitual de comentar el cine. Sus fans no hablan tanto de su cinematografía, y desde luego no de sus efectos especiales.

Cuando una película se convierte en la favorita, dicho de una manera incluso infantil, se aborda como un enamoramiento. Se vive, no se analiza. Se citan sus frases con una sonrisa bobalicona en la cara de absoluta y radical felicidad. Y eso fue La princesa prometida para mucha gente.

Una comedia romántica a punto de no tener romance

Y aun le quedaba en esa apabullante década dorada a Rob Reiner dirigir otra joya. Cuando Harry encontró a Sally, una de esas escasas comedias románticas que se convierten en un clásico del género instantáneamente. Sally estaba inspirada en la propia guionista, Nora Ephron, y el actor Billy Cristal puso mucho de sí en Harry, que estaba basado en gran parte en Reiner.

El director enlazaba relaciones poco significativas tras el divorcio de su primera esposa, la muy notable actriz y directora Penny Marshall. Su mirada al romance era por aquellos tiempos divertida pero pesimista.

Sin embargo, durante el rodaje de la cinta conoció a Michele Reiner, la también recientemente fallecida, y su enamoramiento le inspiró el final feliz, que no estaba en principio en guion.

Actor antes que director

Reiner siguió haciendo películas comerciales pasados los ochenta, pero en España es su etapa anterior es desconocida. Y por motivos también ampliamente ignorados. Criado en un entorno del negocio del espectáculo, el joven Reiner debutó en televisión como actor con catorce años.

Pero fue poco después cuando pasó a la historia de la televisión estadounidense para siempre. Con su personaje coprotagonista en All in the family. Una de las series más importantes de la que menos se ha oído siquiera hablar en España.

Facha contra progre

All in the family versionaba la británica Till death us do part (Hasta que la muerte nos separe), creada por Johnny Speight. En ambas un patriarca reaccionario de clase trabajadora asfixiaba a su familia, compuesta por una sufrida esposa, una hija moderna y un yerno antagonista, con soflamas racistas e intolerantes.

La serie se convirtió en un éxito instantáneo en Reino Unido. La versión de Estados Unidos también lo fue y es considerada una de las comedias más importantes en la historia televisiva del país. Y Rob Reiner encarnaba al yerno progre en esta versión.

Extraordinario éxito en medio mundo

Durante 205 episodios que ocuparon casi todos los años setenta, Reiner se convirtió en una de las caras más famosas de la tele de su país, y en otros muchos, a donde la serie viajó. Asociado, eso sí, al insulto que su facha suegro le espetaba, meathead, una forma brusca de llamarle atontado.

España permaneció ajena a esta serie que confrontaba las ideas más modernas, las equivalentes a las actuales woke, el pacifismo, el feminismo o la igualdad racial, por ejemplo, con las mentalidades más carcas.

Demasiado para una televisión franquista

Algo completamente excepcional, pues prácticamente todos los éxitos pasaban por nuestra entonces única televisión, RTVE. Pero claro, el que ahora algunos recuerdan como franquismo descafeinado no podía soportar esta reflexión cómica, profundísimamente política, que exponía mentalidades que conviven en una democracia.

Tanto la original británica como la versión estadounidense fueron desarrolladas por guionistas muy involucrados en la cultura de izquierdas que verbalizaban las burradas que se dicen en muchas casas y las enfrentaban a las realidades del mundo que las contradecían.

Una referencia cultural que ni se sabe que se perdió

La decisión de no emitir una serie como esta mutiló una referencia cultural imprescindible que no pudimos ver hasta la edición en DVD, décadas más tarde, cuando ya se trataba de un producto arqueológico.

Detenido uno de los hijos de Rob Reiner como principal sospechoso del asesinato de sus padres

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Qué mejor censura que dejar en la oscuridad absoluta a una población televidente que creía estar disfrutando las principales series y se perdió una fundamental, en la que otras muchas sociedades analizaban su polarización de manera nada equidistante y aún atractiva para todos los públicos.

El arte se impondrá al odioso obituario de Trump

Entristece que la creatividad, la chispa, la esperanza que Rob Reiner ha aportado al mundo haya terminado en violencia y en un aberrante mensaje de su presidente de gobierno poco menos que culpando de su muerte al hecho de que fuera contrario a él.

Menos mal que poco a poco este duro golpe será cada vez más lejano y la intensa emoción al ver las películas e interpretaciones de este grandote bonachón seguirá intacta. 

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