Cultura

Los Chikos del Maíz: "Estamos más desencantados que cabreados"

Los raperos Toni y Nega, componentes de Los Chikos del Maíz, en una imagen de promoción.

"Muchos quisieron darnos por muertos./ Lo siento, Los Chikos del Maíz han vuelto. / Celébralo, como un golazo en el descuento". Es una de las escasas rimas autocelebratorias de Comanchería (Boa Música), el último disco del grupo de rap, o más bien dúo, Los Chikos del Maíz. Por una cosa o por otra, es probable que el lector, incluso aquel no tan interesado en el género, conozca a Antonio Mejías, ToniToni, y Ricardo Romero, NegaNega. Ya sea por sus álbumes anteriores, Pasión de talibanes (2011) y La estanquera de Saigón (2014); por célebres disputas verbales con otros músicos, como C. Tangana; por su cercanía a Pablo Iglesias, que celelebró y celebra su música; o por las numerosas polémicas en las que se han visto envueltos, provenientes casi todas de su compromiso político y su verbo suelto. 

En 2016 anunciaron que se separaban por un tiempo, admitiendo estar "cansados y saturados" tras once años de carrera, desde su primera maqueta allá por 2005. Pero aquí están, con disco nuevo bajo el brazo, y después de lanzar un par de singles en 2019, "Barrionalistas" y "Valerie Solanas (stop making stupid people famous)", que no están incluidos en el disco. Pero, a tres años de su anterior trabajo, y con la salida en 2017 de Agenda Oculta, de Riot Propaganda, el grupo que comparten con Habeas Corpus, ¿realmente ha sido esto una pausa? "Sí que existe esa sensación de parón", dice Toni mientras apura un montadito de jamón a media mañana, tras varias horas de entrevistas. "Con Riot Propaganda nos repartimos entre más gente, es menos responsabilidad. Y el último año, que hemos parado también en escenarios, sí tenemos esa sensación de haber hecho una pausa".

Así que vuelven, con trece temas más la introducción. Y con algo de temor, confiesan, a no saber subirse de nuevo al tren del que decidieron bajarse. "La escena cambia muy rápido. Hay otro tipo de ritmos, de músicas, de artistas, de actitudes… Teníamos ahí ciertos miedos, de a ver cómo es esto con una escena tan cambiante", dice Nega, con su pincho de tortilla. ¿Y eso les afecta a unos artistas como ellos, que se precian de ser hijos del rap de los noventa y trufan sus letras de cine clásico y grandes obras de la literatura? "Te afecta en tus demonios: pienas que igual la gente está tan en otra onda que no se acuerdan de nosotros". No parece haber sido así. Las reproducciones de Spotify suben, las críticas van bien, la prensa responde... "Acabamos de hacer una entrevista en la Cadena Ser", dice el músico, sorprendido. 

Ellos, en cualquier caso, han seguido a lo suyo. "No nos vamos a poner un disfraz", dicen, "no vamos a querer ser como la música urbana de ahora, porque a los disfraces se les ven las costuras". En Comanchería están las rimas políticas, las referencias culturales, los recaditos a empresarios y representantes y los toques a otros músicos. Presumen de no usar autotune y no se escucha en todo el álbum un efecto que recuerde al trap. Eso no quiere decir que no haya innovación, dentro de su estilo: listan el country de "Comanchería", la salsa de "Curar las heridas", los ritmos andinos de "El extraño viaje". Señalan las colaboraciones con la chilena Ana Tijoux, en este último tema, o con David de La Maravillosa Orquesta del Alcohol en "Esta ciudad es de mentira". Lo explica Nega: "Llevamos muchos años con lo mismo, con un hip hop más clásico, y llegas a una edad en la que te apetece experimentar un poco más".

Es la primera vez que le rapero menciona la edad, pero no será la última. El disco está habitado por una neblina, un cierto pesimismo, desde su primer tema, "El extraño viaje": "Me he despertado con resaca,/ me siento cualquier cosa menos libre...". Y puede que los cuarenta, con la crisis que se les presupone, tengan algo que ver en todo eso, pero el dúo habla de un cansancio vital que parece tener, sobre todo, orígenes políticos. "Es lo que decimos en 'Anatomía de un asesinato': 'cantando letras antiguas que aún siguen vigentes", dice Toni. "Me gustaría que la realidad política y social fuera otra y poder escribir canciones sobre otras cosas. Parece que nunca va a llegar el cambio, que la oportunidad histórica que hubo a partir del 15M se está diluyendo por otros caminos…". "Estamos más desencantados que cabreados", retoma Nega, "y creo que eso se nota en el disco". Desde su iniciación militante en la adolescencia, dice, "todo sigue igual": "Eso te va desgastando, te va minando, te va mermando".

Creen no ser los únicos. A su alrededor ven a un ejército de jóvenes de veintitantos "completamente quemados". "Claro, hay una generación que solo ha visto lo peor. Yo cuando empecé a currar tenía un sueldo medio decente y podías vivir de alquiler", dice Nega, que menciona a menudo sus inicios como soldador, como Toni hace con su formación de cristalero. "Esta peña que todo lo que ha conocido es esto, el compartir piso con cuatro personas, el elegir entre dentista o vacaciones…". Hablan de las parejas que, tras dejarlo, se ven obligadas a vivir juntas solo porque no se pueden permitir la independencia inmobiliaria. "Eso es una putada, es violencia. Machista, además", dice Nega. Una pausa, un silencio. "Los Chikos de la Bajona", lanza, y ambos ríen. Porque, aunque admitan ser "los aguafiestas que vienen a hablar de Yemen y de Palestina", en "El extraño viaje" llega la voz de Tijoux a alegrar la cosa: "Arriba, vida, que la justicia nos alcanza". Y en "Anatomía de un asesinato", un estribillo: "Parias de la tierra en pie, hemos jurado vencer". 

¿Y la victoria? ¿Basta con resistir? "La idea es, algún día, vencer", dice Toni, tímidamente. "No estar siempre resistiendo, no ser siempre los perdedores". Eso les hace pensar en su reciente viaje a Palestina, que describen como llena de pintadas que rezan "Existir es resistir". "Ahí lo ves desde otro prisma", sigue Nega, que de inmediato se corrige: "Que tampoco podemos caer en la trampa de que, porque en un sitio estén muy mal, tengamos nosotros que estar calladitos. Es un discurso muy peligroso y muy fomentado por las altas esferas: no te quejes, que al menos tienes trabajo, tienes una casa… ¡Aunque estés dedicando el 80% del sueldo a una casa! Eso no es ni siquiera resistir, eso es sobrevivir". Y, porque al fin y al cabo, estamos hablando con Los Chikos del Maíz, continúa: "Pero luego la RDA es muy mala: pues todos tenían casa y no les costaba el 80% del sueldo. Pregúntale a uno que está durmiendo en la calle si quiere casa y Stasi o 50 tipos de pasta de dientes".

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Quien vaya buscando rimas duras, de esas que son carne de Audiencia Nacional, también las tendrá: "Patricia Botín, no des la chapa,/ en el IBEX 35 no faltan mujeres, faltan bombas lapa"; "A Marcos de Quinto no se le discute, se le expropia"; "Cayetana, ese cuello pide guillotina"; "Miguel Bosé es un mercenario"... Se lanzan dardos, solapados o no, contra el humorista Edu Galán, contra el escritor Juan Soto Ivars, contra el filósofo italiano Diego Fusaro —"profeta de la izquierdita que no folla"—, contra los Planetas, contra el Niño de Elche, contra los traperos que presumen de vender droga —"yo no trafico, / yo no vendo a mi clase por medio gramo [de] perico"—... También hay, aunque más suaves, para antiguos amigos, como Íñigo Errejón, que escribió en el libreto del antiguo disco pero que ahora recibe un mensaje claro: "Errejón se ha vendido al millonario,/ en mi hambre mando yo, no Florentino". ¿Miden sus palabras? ¿Temen que les llegue pronto una citación? "No podemos estar de antemano con miedo, porque eso es darle la victoria porque sí", responde Toni. Y Nega remata, sonriendo: "Yo tampoco he puesto todo lo que me gustaría. Si lo hubiera puesto, están entrando aquí los GEO".

Sí que se perciben ciertos cambios en las letras, aunque no en esa línea. En los versos no aparecen solo las habituales referencias a creadores masculinos, sino que figuran también Susan Sarandon, Emma Stone, Luisa Carnés, Valentina Tereshkova, Thelma y Louise, Tribade... La voluntad de insertar a mujeres admiradas en sus versos, como el de colaborar con creadoras, es del todo consciente, un esfuerzo por alejarse de rimas pasadas teñidas de machismo. Igual que es buscado el dibujo de una clase obrera no compuesta únicamente de hombres blancos: "Gente con clase,/ la transexual, el migrante,/ nunca imaginamos que pasase,/ peleamos sucio, vestimos elegante". Y aparece por ahí también el cambio climático: "No hay Planeta B, no hay otra salida,/ industrias contaminantes genocidas./ Pijos de crucero se broncean al sol/ mientras el obrero muere, otro a golpe de calor". Los críticos les acusan de subirse al carro, ellos responden: "Cada disco es parte de una evolución personal, somos un reflejo de la sociedad en la que nos ubicamos. No hay más misterio".

 

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