Daniel Guzmán: "No podemos mezclar que se disparen los precios de la vivienda con las pensiones"
Lucas y Antonia, una anciana, conviven en un modesto piso en el centro de la ciudad. Él tiene 47 años y ella 92. Viven haciendo de su cuidado mutuo algo cotidiano hasta que un fondo de inversión compra el edificio y se ven obligados a abandonar su vivienda. Este es el punto de partida de La deuda, tercer largometraje como director de Daniel Guzmán, también protagonista junto a la nonagenaria y debutante Charo García de un thriller emocional y social que llegará a los cines el próximo 17 de octubre para dar respuesta a la gran pregunta (aunque la trama plantea muchas otras): ¿Conseguirá Lucas el dinero necesario para evitar la pérdida de la casa?
¿Qué es La deuda?
Un thriller emocional cuyo tema principal es, por un lado, la búsqueda de ese dinero y, por otro, la búsqueda de afecto y saber hasta dónde estarías dispuesto a llegar para que la persona que quieres no pierda su casa.
Antonia vive en una gran ciudad, rodeada de gente, pero sola. ¿Es también esta película una reflexión sobre lo que supone ahora mismo vivir en una gran ciudad?
Sí, totalmente. El argumento de la película está en dos personas de diferente generación que conviven, que no sabes hasta el final qué relación tienen, pero se cuidan. Habla también de cómo la persona mayor pierde la casa por la gentrificación y Lucas intenta conseguir el dinero para evitar la pérdida de la vivienda. La historia habla de una necesidad, de una búsqueda de afectos, de amor entre personas de diferente generación que buscan desarrollarse y vivir de una manera digna.
A partir de ahí, concluyen varios temas, muy importantes todos ellos.
Confluyen tres temas principales en la película. Está la necesidad de conseguir el dinero para evitar la pérdida de la casa, y es ahí donde está el thriller. También la necesidad de redención y perdón de culpa por un error que Lucas ha cometido con un resultado fatídico en la vida de otra persona. Además, la necesidad de afecto con el personaje de Mara, que le cuida en un momento que es ingresado en el hospital.
Agobia muchísimo la vida desesperada de Lucas, que se siente en deuda con Antonia, quien a su vez tiene esa deuda con el banco...
Y está la deuda que luego Lucas contrae con la banda criminal y que sólo tiene una manera de poder pagar. De todo esto sale el título de la película.
¿Vivimos todos de diferentes formas endeudados? ¿Con el banco, con las personas que nos rodean, con el sistema que nos aprieta?
Estoy de acuerdo. Son deudas tanto económicas como las más importantes, las emocionales. Siempre acabamos en deuda. Por un lado, ya tenemos una deuda emocional con las personas que nos ayudan, nos quieren y cuidan. Y luego están las deudas económicas. Al final, las personas perdemos libertad porque nos condiciona la deuda que adquirimos a todos los niveles: moral, social, educacional, emocional y económico.
La gentrificación en las grandes ciudades la padecen los ancianos y también los jóvenes, la padecemos todos. ¿Tenemos escapatoria?
La gentrificación es el detonante por el que nace toda la historia y surge el conflicto. Ahora mismo, es un problema real que tiene difícil solución porque los modelos de las grandes ciudades que han apostado por el valor de la vivienda como un activo para buscar rentabilidades van en contra del ser humano, que necesita tener un arraigo a un barrio, un apego, unas raíces al sitio donde ha nacido o donde se está desarrollando. Esa movilidad que está produciendo esta gentrificación, este sistema económico, que tiene muchas consecuencias sociales bastante duras y bastante difíciles, lleva veinte o treinta años dibujando la geografía de las grandes ciudades. Y es algo que parte también de un sistema económico capitalista que basa todo no en el bienestar social, sino en la búsqueda del rédito inmediato y de negocio sobre un bien necesario.
Hay un momento en el que Antonia está hospitalizada y pregunta si le han quitado la casa. Eso es lo que más le preocupa, en un momento que está muy débil en la cama. Así de inhumano es el ataque de los fondos de inversión.
La gentrificación, como todos los problemas sociales, afecta más a los más vulnerables, que generalmente son los ancianos y las familias numerosas, o los niños. Esas son las personas que menos herramientas tienen. Si a eso le añades la situación económica, que los sueldos no han subido y que sí han subido los precios de las viviendas, tanto de alquiler como de compra, la ecuación no te sale.
Las pensiones son intocables, deben estar garantizadas por sus años de cotización
Los cuidados están muy presentes en La deuda y, además, son responsabilidad de Lucas, un hombre. ¿Una sociedad que no cuida a sus mayores es una sociedad fallida? ¿Qué dice de nosotros como sociedad que nuestros ancianos sean una carga más que un valor?
Para mí son un valor a nivel personal, porque disfruto mucho con ellos, por lo que me generan, porque estar rodeado por gente mayor, de diferente generación, me hace disfrutar más, entender mejor la vida. Aprendo mucho con ellos, me gusta su sentido del humor y su experiencia beneficia mucho. Me enriquece a nivel personal y a nivel laboral. En esta película hay casi un 40% de mi equipo técnico que sobrepasa los 60 años por todo lo que me brindan, todo lo que me regalan con su experiencia. También por el equilibrio intergeneracional que dan con otra gente del equipo más joven. Eso me pasa también en la vida. Yo disfruto mucho con mi abuela y con gente muy mayor. Tienen mucho que darnos todavía.
Pero fíjese, que hay un deseo desde posiciones de ultraderecha de azuzar ese debate que culpa a los más mayores y a sus pensiones de que los jóvenes no puedan acceder a una vivienda.
Esa es una teoría muy simplista y demagoga. Yo creo que las pensiones son intocables, deben estar garantizadas por sus años de cotización. No podemos mezclar que se han disparado los precios de las viviendas con las pensiones, son cosas totalmente diferentes. También influye el acceso al mercado laboral de hoy o que tú tengas que dedicar un 60% del salario mínimo interprofesional para tener una vivienda con mínimas condiciones, para desarrollarte como persona, no una habitación.
Estar rodeado por gente mayor, de diferente generación, me hace entender mejor la vida
Lucas se enfrenta a los bancos con firmeza y determinación resaltando muchas veces su frialdad. ¿Esa es la actitud correcta?
Lucas hace lo que puede y lo que le dejan, muchas veces más allá de lo que quiere. Por eso, te cuestionas si lo que está haciendo es lo correcto o no, o si es lo que tú harías, pero como le entiendes no le juzgas. Lo importante, para mí, es entender para evitar juzgar. Él necesita con urgencia acceder al mercado laboral y no perder la casa con el dinero que gane, pero entiendes que tome la decisión de pertenecer a una banda cuando ves que no ha conseguido nada en las entrevistas de trabajo por su edad. Más allá de la moral entre el bien y el mal, yo creo más en las circunstancias. Me cuestiono a veces las decisiones de Lucas, pero las entiendo. Eso es lo importante, porque él, por un tema social y económico, en una huida hacia adelante, toma decisiones que traen consecuencias difíciles.
A todas las deudas, se suma la culpa, tan presente siempre en nuestra sociedad. ¿Todos vivimos con culpa por la educación que recibimos en este país?
Por educación, sí ,por el sistema judeocristiano, porque la Iglesia tiene mucho que ver en eso. Y la culpa al final nos condiciona y no nos deja evolucionar, no nos permite equivocarnos, ni aceptarnos. La culpa tiene algo de control sobre el individuo que impide el desarrollo personal, el entenderte y el perdonarte, y por eso buscar el perdón en autoridades o en temas religiosos o en otras personas. Pero a veces también hay que aprender a perdonarse y hay que entender que a veces hacemos lo que podemos y no lo que queremos. Que a veces tomamos decisiones que son erróneas pero que son parte de nuestro aprendizaje y de la construcción de nuestra personalidad.
La culpa tiene algo de control sobre el individuo que impide el desarrollo personal. La Iglesia tiene mucho que ver en eso
¿El mundo sería mejor si volviéramos a confiar en los desconocidos?
Me gusta mucho esa reflexión. Lo que más me está gustando de los pases que estamos haciendo es que el público me dice que la película le acompaña después de salir del cine, que al día siguiente sigue pensando en ella. Ese es el objetivo, porque lo peor que puede pasar es que veas una película y que te hayas olvidado de ella nada más salir. Si te hace reflexionar, y si te cuestiona, por ejemplo en este caso, que a veces hemos perdido la confianza en el de enfrente, me parece maravilloso, porque es uno de los sentidos que para mí tiene hacer cine: crear otro punto de vista, cuestionar e invitar a la reflexión. Hay personas que me dicen que el protagonista toma decisiones erróneas o erráticas, pero le entienden y no le juzgan. Eso me hace no juzgarme a mí, ni juzgar a las otras personas, sino intentar entenderlas, es la única manera de convivir.
Más allá del individualismo que promueve el capitalismo, pensaba, viendo esta película, en la importancia que tuvieron en el pasado los movimientos vecinales en la construcción de los barrios de una ciudad como Madrid. Siguen estando ahí, pero sin la misma fuerza.
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Son lo más importante, pero están más silenciados. Los movimientos vecinales y los movimientos sociales son los que han cambiado el rumbo de la historia y son los que han hecho desarrollar las ciudades y el colectivo. Han sido los que han generado la catarsis y la acción, siempre a través del colectivo. Por eso el sistema capitalista tiende a individualizar, tiende a separar al individuo porque le hace egoísta y porque así es más fácil manejarlo, tiende a romper el colectivo.
¿Solo importa el puto dinero en este mundo?
En esta película hay una deuda económica, pero creo que más importante la deuda emocional y la búsqueda de afecto que la del dinero. Porque, al final, el dinero en este caso es un detonante para no perder una vivienda, pero entre medias hay un vínculo emocional entre los personajes porque todos buscan afecto, amor, sentirse realizados. Eso es lo más importante. El ser humano, por mucho que crea que se mueve por dinero, que sí, efectivamente, por poder, por sexo, por bienestar personal... sobre todo necesita afecto. Porque lo que mueva al mundo es el afecto y el amor. No ya de pareja, sino por nuestro entorno, por nuestro planeta, por nuestros animales, por las personas que merecen la pena. Al final, el ser humano necesita querer y que le quieran.