"El capitalismo salvaje no da tregua ni por la noche", Ana Penyas avisa de los daños del insomnio por estar 'En vela'
Hace no tanto, todos apagábamos los teléfonos móviles por la noche y a otra cosa. A dormir, principalmente. O incluso leer un libro, una práctica que para demasiados se ha quedado en el camino ahora que los dispositivos inteligentes son una extensión de nosotros mismos y se empeñan en que, como ellos, nos mantengamos despiertos. La alarmante (y obvia) consecuencia de que nuestros aparatos no descansen es que nosotros tampoco dormimos.
En esa falta de sueño generalizado se fija Ana Penyas (Valencia, 1987), Premio Nacional del Cómic en 2018, en su nueva obra, En vela (Salamandra Graphic, 2025). Una historia coral en la que las horas sin dormir destapan situaciones de precariedad laboral, incertidumbre vital y desigualdades sociales que a menudo se transforman en fantasmas.
Es así como el insomnio se convierte en el vehículo para retratar los abusos de un sistema que nos quiere picando piedra 24 horas al día, siete días a la semana. Porque si nos desconectamos, no gana. "Se junta el capitalismo salvaje en el que tienes que estar produciendo todo el tiempo, con la mentalidad que tenemos de estar siempre siendo productivos. Eso cada vez va conquistando más esferas del tiempo y ahora ya ni siquiera nos da tregua durante la noche", apunta a infoLibre la historietista.
Junto a eso está también, prosigue, lo de "habernos creído eso de ser jefe de ti mismo, de que si te esfuerzas lo consigues". "Todas estas cuestiones de mandato social que hacen que cuando las cosas no nos salen bien nos castiguemos a nosotros mismos sin ver un poco la estructura que hay ahí", destaca, todavía añadiendo las pantallas que nunca se apagan como la guinda para la tormenta perfecta: "Hacen imposible que podamos desconectar, estamos todo el rato con estímulos y toda esa marabunta en nuestras cabecitas".
Las pantallas como trampa en esta pescadilla que se muerde la cola, pues en ellas terminamos cayendo si el sueño no nos salva a tiempo. Seguimos así siendo productivos en plena madrugada, dedito para arriba, dedito para abajo, perdiendo la paciencia, mirando de reojo el despertador, "dándole datos, comparándonos" unos con otros en las redes sociales,. ¡Con la de sentimientos de frustración y ansiedad que genera eso! "Generando contenido para la máquina, básicamente", apostilla Penyas.
En la lucha desesperada por escapar de las garras de esa máquina y recuperar nuestro tiempo de descanso, se fija la autora en soluciones tan dudosas como escuchar en una plataforma de streaming el ruido del mar (con lo cual ya estamos consumiendo otra vez) o tener un reloj inteligente que te cuantifique las horas de sueño de calidad. "Es que el capitalismo siempre pone el problema pero también te vende la solución", recalca.
Y todavía profundiza: "Así, al final se está creando una industria del sueño alrededor de este problema que genera tanta angustia. Que si colchones no sé qué, almohadas no sé cuántos, los tapones... Y luego está la monitorización del sueño. Incluso la noche la tenemos que hacer bien. Tenemos que ser productivos en la noche y, al mismo tiempo, tenemos que descansar bien porque, si no, al día siguiente no vamos a estar bien. Ya es como que se mete todo esto a unos niveles muy profundos en nuestro cerebro".
No falta tampoco en las páginas de En vela otro de los importantísimos asuntos relacionados con el insomnio, a su vez consecuencia de un mundo que parece girar cada vez más rápido sin mirar por el retrovisor, despreocupado de los cadáveres que deja en su voraz rotar: el consumo de alcohol como vía de escape y de pastillas ansiolíticas como única forma de apagar nuestro disco duro. No en vano, en 2023 nuestro país fue señalado como el país con mayor consumo de tranquilizantes del mundo, benzodiacepinas concretamente, que se recetan para dormir mejor por su efecto ansiolítico, hipnótico y relajante muscular.
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"Es muy fuerte", sentencia la ilustradora, alertando de un problema de fondo al que generalmente no miramos, quizás porque no queremos entenderlo en toda su profundidad. "España no es el único sitio donde se está mal. Tiene que haber algo de cómo se prescribe médicamente, o quizás que nos lo hemos acabado tomando muy a la ligera", reflexiona, recordando que el insomnio está también "muy relacionado con la salud mental, un tema que ahora por lo menos está siendo ya más visible".
"La salud mental se está nombrando más, antes estos temas no se compartían y ahora es verdad que empezamos a hacerlo. Espero que por lo menos entendamos un poco la dimensión colectiva del problema. El insomnio es una más de las señales que nos están diciendo que no nos está sentando muy bien el mundo en el que vivimos", subraya, al tiempo que explica que todos estos temas a los que llega la historia parten de una pregunta seminal: "¿Por qué, en general, cada vez dormimos peor?"
Por si fuera poco todo lo anterior, remarca Penyas, "la noche distorsiona", con lo cual, "cuando tú estás en un insomnio empezando a pensar en tus problemas, es más fácil que te vayas a los peores escenarios, enganchando una cosa con otra". Una espiral que se va encadenando madrugada tras madrugada, comiendo techo hasta que "aparece la sensación de que estás perdiendo la cabeza porque claro, en ella ya no se ordena el pensamiento". "El sueño es una necesidad biológica para regenerar nuestro cuerpo y nuestra mente", apostilla como una obviedad que quizás se nos olvida de más. Una obviedad que no se nos puede olvidar.