La bellísima Praga

'La bella extranjera. Praga y el desarraigo' de Monika Zgustova.

Ioana Gruia

La bella extranjera. Praga y el desarraigo

Monika Zgustova

Báltica

2021

El último libro de Monika Zgustova, exquisitamente publicado por la editorial Báltica, es una evocación bellísima, muy interesante y amena de Praga, una de las ciudades cruciales de la cultura europea, y de su relación con un tema inmenso como es el desarraigo (aprovecho en este sentido para recomendar otro libro reciente, el monumental ensayo Sin tiempo para el adiós. Exiliados y emigrados en la literatura del siglo XX de Mercedes Monmany, Galaxia Gutemberg). Por las páginas del libro desfilan gigantes de la literatura mundial como Kafka pero también grandes figuras como Max Brod, Bogumil Hrabal (escritor checo fundamental, traducido al español precisamente por Monika Zgustova), Milena Jesenska o Jaroslav Hasek, el autor de la celebrada novela Las aventuras del buen soldado Svejk, digno descendiente a la vez de Rabelais y de Gogol o Kafka. Como afirma Zgustova, "Svejk tiene algo de Rabelais, mucho de Diderot y aún más de Cervantes. Es la reencarnación moderna tanto de Don Quijote como de Sancho Panza".

En La bella extranjera aparecen también la enorme poeta Marina Tsvetáieva, su exilio praguense, su amistad con Pasternak y Rilke y su condición, muy lúcidamente señalada, de "exiliada del exilio", en referencia al rechazo (literalmente "una incomprensión glacial y una indiferencia estudiada") que suscitaron en algunos casos en Occidente los exiliados rusos, testigos incómodos de que la URSS de los gulags y las purgas no era precisamente "un ejemplo de justicia y humanidad, […] la mejor organización social realizada hasta entonces".

En el libro de Zgustova encontramos, imbricadas en las amenas y exquisitas evocaciones de artistas (como la interesantísima pintora checa Toyen), escritores y periodistas, afirmaciones muy agudas sobre la dimensión particular de cierto exilio y, de hecho, sobre la condición humana. En este sentido, destacan particularmente las reflexiones acerca de Milan Kundera, uno de los autores contemporáneos más importantes a nivel internacional, y las experiencias de sus personajes, exiliados conscientes de que se les exige muchas veces responder no a sus propios deseos y expectativas sino a los deseos y las expectativas de los habitantes de los países de acogida. La autora subraya con mucha lucidez la incomprensión a la que se enfrentan a menudo los exiliados, como los personajes de Kundera. Así, en La ignorancia, Irena percibe la presión de sus amigos franceses de volver a su país tan pronto como le sea posible. Al no hacerlo, ellos le manifiestan su desengaño por algo que consideran una especie de obligación moral. Ella también está desilusionada, "porque pensaba que me querían por mí misma y no por el sufrimiento que yo encarnaba". Se insiste aquí en algo fundamental, la particularidad de la experiencia y el respeto hacia esta particularidad. También las reflexiones sobre qué es el hogar para un exiliado son complejas y luminosas. Valga como ejemplo la siguiente: "El hogar es el lugar, o el recuerdo del lugar, donde hemos vivido con un ser querido".

El otro lado de la piel

El otro lado de la piel

Las últimas dos partes del libro cuentan una interesantísima conversación de la autora con Václav Havel, "un político a contracorriente y un hombre quijotesco" y unas reflexiones de hipnótica belleza de Bogumil Hrabal ante un cuadro de Antoni Tàpies. Cito solo algunas palabras de Hrabal, escuchadas por la autora en una cena memorable: "entre la cuna y el féretro hay una tensa cuerda en la que cada cual debe tocar su romanza. Ese es el lugar de los encuentros insólitos, que uno puede experimentar solo por el camino de su caída".

La bella extranjera reflexiona acerca de temas dolorosos con lucidez y belleza, con una escritura elegante y profunda.

Ioana Gruia es escritora y profesora de Literatura.

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