José Ángel Mañas: "En los 80 y 90 parecía que la democracia estaba ya conseguida, un gran error"

El escritor José Ángel Mañas

José Ángel Mañas (Madrid, 1971) ha tenido que convivir toda su vida con un mantra: "Tú te morirás y solo quedará el Kronen". No en vano, esa fue, Historias del Kronen, su primera novela, la que sin que ni él mismo lo esperara le convirtió en finalista del Premio Nadal allá por 1994, con apenas 23 años. Una distinción de la que nadie le avisó y de la que se enteró porque su padre, que había dejado a regañadientes el manuscrito en una librería de la editorial Destino en Barcelona sin ninguna convicción, lo vio por televisión. De no dar crédito. Un debut fulgurante que se convirtió en un éxito de ventas, que al poco tendría una adaptación cinematográfica (dirigida por Montxo Armendáriz, producida por Elías Querejeta y protagonizada por Juan Diego Botto y Jordi Mollá) y que ya sin posibilidad de enmienda se convirtió en referente generacional para la juventud de los años noventa.

Ese es el punto de partida al que el autor madrileño regresa ahora, treinta años después, en Una historia del Kronen (Editorial Aguilar, 2025). Una autobiografía generacional en la que, a partir de sus propias vivencias contadas en primerísima persona, traza Mañas un relato colectivo de lo que ha cambiado todo (España, el mundo editorial, el oficio de escribir, la música, esta veloz y voraz sociedad tecnológica, el planeta en general) desde las postrimerías del siglo XX hasta este año 25 del siglo XXI que nada se parece a aquel entonces. "Al cumplirse los treinta años quería echar la vista atrás, parar y reflexionar sobre todo lo que he hecho, dentro de un mundo que ha cambiado bestialmente tras un tsunami tecnológico, económico y político que nos ha pasado por encima", resume a infoLibre.

Un libro necesita mucho tiempo para escribirse, editarse y leerse. Es una putada

Los noventa fueron para Mañas el reverso oscuro de los ochenta, el último coletazo creativo y agónico del siglo XX. Kurt Cobain, Eddie Vedder, el Achtung Baby de U2, la resaca del sonido Manchester, la violencia de Tarantino, la histeria de Danny Boyle, la voz misteriosa de Jota al frente de Los Planetas. Malasaña, los fanzines, el tecno, las noches interminables con agua y pastillas. "Los ochenta fueron muy boyantes. En los noventa, con el final del 'felipismo' quizás empieza ya la crisis institucional de la que no hemos salido, a pesar de lo cual había todavía mucho pastel y se disfrutó mucho. Una época de privilegio, hedonista, muy libertaria. Fue un buen momento para ser joven, ahora tengo la impresión de que con todo lo que está cayendo es más complicado", rememora.

Y todavía continúa: "Los ochenta y los noventa han quedado entre la Transición y el 15M. La Transición fue ese momento muy volcado en lo político y el 15M vuelve la política a estar en el centro del debate social y la sensibilidad juvenil. Fueron esas décadas en las que parecía que la lucha por la democracia ya estaba conseguida, que fíjate que grandísimo error viendo lo que está sucediendo. Por eso esas generaciones nos dedicamos mucho al arte, con la gente dedicándose a crear música, literatura, películas... Hemos vivido en una parte privilegiada del planeta en un momento privilegiado. Ahora me da miedo lo que puede suceder y me preocupa, habrá que ver en qué queda Europa, porque es imposible no mirar hacia estas cosas bestiales que nos están sucediendo con los nuevos fascismos, las guerras, el calentamiento global. En los ochenta y los noventa parecía más estable todo y podías dedicarte a hacer esas cosas que te pide el cuerpo cuando eres joven".

A Mañas el cuerpo le pedía, entre otras muchas cosas más hedonistas y banales, escribir. Y eso hizo encadenando durante aquella década para él dorada títulos como Mensaka (1995), Soy un escritor frustrado (1996) o Ciudad rayada (1998). Después vendrían muchos más títulos -alrededor de medio centenar- de diferentes géneros, cambios de editorial, decisiones cuestionables, descenso de la presencia mediática y peripecias varias -no pocas- que tampoco viene el caso enumerar aquí porque ya están escritas negro sobre blanco en Una historia del Kronen. Porque el Kronen, a su manera cambiante, no ha dejado de estar siempre ahí, latente, hasta volver a manifestarse de nuevo en este presente desde el que echar la vista atrás sin ira para ver cuánto hemos cambiado.

"Mi trayectoria vital está vinculada al mundo editorial y esa transformación tan bestial que ha tenido", señala, retrocediendo hasta los tiempos pretéritos en los que el ocio de sus padres "se dividía entre el piano y el libro". A eso, continúa, se fueron añadiendo la televisión, el cine, los videojuegos y más recientemente las series en las plataformas o las dichosas redes sociales, "que chupan mucho tiempo". "La gente tiene que enviar 2.000 WhatsApp, entrar en redes... a los escritores nos toca hacernos las labores promocionales y un poco todo...", lamenta resignado pero divertido, antes de lanzar un mensaje un tanto pesimista: "Nada muere, el teatro no ha muerto, todo se mantiene de alguna manera, y la literatura va a seguir ahí, y se van a seguir escribiendo novelas, pero sí creo que el libro tuvo una época dorada y estaba en el centro del debate cultural y social, pero esa época ha pasado y no sé si lo va a recuperar".

Autores como Gómez-Jurado venden muchos libros, pero no tienen esa influencia cultural que yo creo que en Francia puede tener un Houellebecq, que un libro suyo incide en la sociedad y genera una reflexión social

Porque, para Mañas, un libro es una "composición intelectual que lanzas a la sociedad" con la esperanza de que se lea "masivamente y se genere un debate social". "En los noventa con Kronen sí hubo ese debate social en torno a un asunto, a qué hacían los jóvenes, cuales eran sus relaciones en qué estaban en aquella época. Otro ejemplo que me gusta poner es Patria, de Fernando Aramburu, que en 2016 da voz a las víctimas del conflicto terrorista, cala en la sociedad y se debate. Sin embargo, tengo la sensación de que ahora mismo el libro ya no tiene un rol tan central en la sociedad, lo ha perdido", destaca, antes de argumentar todavía un poco más: "Autores como Gómez-Jurado venden muchos libros, pero no tienen esa influencia cultural que yo creo que en Francia puede tener un Houellebecq, que un libro suyo incide en la sociedad, cala y genera una reflexión social".

Con el libro desplazado del núcleo de la discusión pública, son las series las que están ocupando su lugar. Puede ser por falta de tiempo para leer o porque en este mundo acelerado son lo más propicio por duración y porque las podemos ver al doble de velocidad en nuestros teléfonos móviles y luego, ya sí, comentarlas con los demás. "Tengo la sensación de que las ficciones que están calando y generando debate social están en las series, y no en los libros. Series como Querer, por ejemplo. Este tipo de debate está viniendo mucho a través de las series y a las novelas les está costando llegar, no sé si por falta de tiempo o por qué. También es que antes veías una serie los domingos, me viene Canción triste de Hill Street (risas), y si se te te pasaba un episodio te lo tenía que contar alguien que lo hubiera visto. Ese era el ritmo, pero ahora ya es la bulimia absoluta".

Ahora en las editoriales ya no hay fondo editorial, es todo pura novedad

"Después de los dos episodios de la serie de turno te vas a la cama y los veinte minutos antes de dormir son para leer, el que lee. Por ese tiempo de atención tan pequeñito están luchando miles y miles de escritores", resume Mañas dibujando una rutina que a todos nos puede resultar más o menos familiar. Un escenario que resulta fácil reconocer, pero al que le llevan la contraria estudios recientes, que dicen que está subiendo el índice de lectura entre los jóvenes. "A mí me cuesta creérmelo, será antes de que les regalen el móvil", afirma jocoso. 

Y apostilla: "El móvil drena mucha energía, mucha atención y ahí soy un poco pesimista porque está atacando nuestra capacidad de concentración y eso no favorece a la lectura de los libros. Pero claro, uno no puede ser tampoco imperialista del libro, tienes que compartir ese tiempo y ese espacio con más gente. Ocurre también que la literatura necesita tiempo, es una putada. Un libro necesita mucho tiempo para escribirse, necesita mucho tiempo para editarse, y necesita tiempo para leerse, mientras por ejemplo en el cine en dos horas tienes una ficción que puedes atender más o menos en profundidad. En este momento estamos".

Ahora, si al cabo de cinco días tu libro no se mueve, te lo quitan de las librerías

En este contexto, al mismo tiempo, "las editoriales publican más que nunca, hay más libros que nunca", señala el escritor. recordando que dos o tres décadas atrás "ibas a las librerías, conocías a todos los autores y al fondo estaba, como la propia palabra indica, el fondo editorial, que eran los clásicos, los buenos". "Ahora ya no hay fondo, en las editoriales no hay fondo editorial, es todo pura novedad. Incluso el bolsillo es una nueva novedad más barata", lamenta, tirando de la hemeroteca personal de sus propios recuerdos para regresar a los tiempos en los que "Marsé o Delibes sacaban un libro, daban una entrevista en TVE y otra en 'El País' y con eso ya te enterabas". "Durante seis meses se mantenía en librerías y lo comprabas cuando querías. Ahora, si al cabo de cinco días tu libro no se mueve, te lo quitan de las librerías", asegura.

En un sector que edita 85.000 títulos al año, esto provoca la desaparición de la clase media literaria como reflejo directo de una sociedad de consumo tan constante como fugaz en la que los ricos son más ricos y los pobres más pobres que nunca. "Ahora, cuando apuestan por un libro los dos grandes grupos, que son dos, Penguin y Planeta, el autor tiene más medios que nunca, de manera que ese ya se sale, puede vender cientos de miles", destaca Mañas. "El que haga el blockbuster del momento va a vender más que nunca, pero por debajo se dice que la media de ventas de un libro en España son 400 ejemplares, una cifra que no me extraña, por ahí debe andar, por debajo de mil", prosigue.

Un editor en los años 90 vendía entre 50.000 y 100.000 volúmenes con diez escritores de clase media. Si cada uno de esos ahora te vende 1.000, si quieres llegar a 100.000 ejemplares vas a publicar a cien

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Así las cosas, con pleno conocimiento de causa, plantea que antes existían ese tipo de "escritores de clase media que vendían entre 5.000 y 10.000 ejemplares, que no eran pocos y uno hacía su carrera así". "Un editor en los años noventa tenía diez escritores de clase media y vendía entre 50.000 y 100.000 volúmenes, con eso puedes vivir. Si cada uno de esos ahora te vende 1.000, si quieres llegar a 100.000 ejemplares, al final vas a publicar a 100. Hay un factor de desesperación dentro de esta proliferación de títulos", argumenta sobre una situación que no pasa solo en el universo del libro, sino en otras artes como la música y otros muchos ámbitos de la sociedad: "Socialmente estamos cada vez más precarizados por abajo, mientras por arriba jamás ha habido un sistema tan eficaz a la hora de extraer y generar riqueza. La redistribución de riqueza ahora mismo no es lo suficientemente amplia como debiera. Es un momento muy caótico y muy extraño".

Llegados a este punto, señala Mañas que se habla de "ecoansiedad", pero también hay "político-ansiedad", de manera que todo eso "incide a corto plazo en que estemos todos precarizados en el sistema social". "Que pudiéramos tener una guerra con Estados Unidos por Groenlandia era inconcebible hace nada, y de repente ahora con Trump es factible, aparte de lo que ocurre en Palestina, Ucrania o el calentamiento global. Es esta sensación de un sistema del Estado del Bienestar que funcionó durante mucho tiempo, principalmente en Europa, que se está viniendo abajo y no sabemos muy bien qué nos va a ocurrir", alerta comentando también el auge actual de la ultraderecha internacional en un "momento muy angustioso, casi distópico, y muy interesante" al mismo tiempo: "A nivel ideológico antes era muy sencillo posicionarse políticamente, pero ahora se han empezado a mezclar las cosas de tal manera que es tremendamente difícil decir exactamente donde estás. Se están rompiendo una serie de tabús muy potentes. Hace quince años ser de extrema derecha era ir a contracorriente, pero ahora de repente va a ser mainstream total".

'Historias del Kronen' ha quedado, se sigue republicando treinta años después, algo absolutamente inconcebible. Si eso era el éxito, lo tuve, aunque lo sufrí mal

No hace quince años, sino treinta, era impensable esta deriva política global, como tampoco de ninguna manera imaginaba Mañas que fuera a dedicarse toda su vida a escribir. ¿Habrá aprendido ya a estas alturas qué demonios es eso del éxito? ¿Acaso sintió que lo tuvo alguna vez? ¿Se puede asumir con apenas 23 años que te designen como el escritor del momento? "Supongo que tuve éxito. Es verdad que Historias del Kronen marcó eso, ha quedado, se sigue republicando treinta años después, que es una cosa absolutamente inconcebible. Si eso era el éxito, lo tuve, aunque lo sufrí mal, me fui mal y unos años después ya había pasado", responde con distancia. Pero todavía remata: "El éxito para mí es que ese primer éxito en términos más banales me haya permitido dedicarme treinta años a escribir libros. Mejores, peores, medianos. Esa es para mí la gran satisfacción y el auténtico éxito vital, haber podido dedicarme a esto siempre con los dientes de sierra inevitables y disfrutando pese a todo. Hay momentos malos pero disfrutando al máximo. Y oye, que siga, no sé hasta cuando se podrá. Mientras tanto, me quedo con lo positivo que me trajo Kronen".

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