Natalia Ginzburg: vida y obra de una escritora

Fernando Valls

Audazmente tímida. La vida de Natalia Ginzburg - Maja Pflug

Siglo XXI (Madrid, 2024). Traducción de Gabriela Adamo

 

La primera edición de este libro se publicó en alemán en 1995 y fue traducido al castellano, por Siglo XXI de Argentina, en el 2020, versión que ahora se reedita en Madrid. A aquellos lectores españoles que les moleste la traducción al castellano propio de Argentina, les recuerdo que los de ese país, y de cualquier otro de Hispanoamérica, han debido de leer muchas traducciones hechas en el castellano de España, aunque a veces quejándose también. En fin, dejémonos de chincherías.  

Natalia Ginzburg (Palermo, 1916-Roma, 1991) ha sido y es una escritora muy respetada en España. Su Léxico familiar (1963), con el que obtuvo el Premio Strega, se acabó convirtiendo entre nosotros en un libro de referencia. Creo que la primera traducción fue obra de Mercedes Corral y la publicó la editorial Trieste en 1989. Ha sido reeditada en numerosas ocasiones en diversos sellos: Ediciones del Bronce (1998), Círculo de Lectores (2005) y Lumen (la edición del 2007 lleva un prólogo de Flavia Company, pero la del 2016 la presenta Elena Medel). También nos resulta familiar su estrecha vinculación con la editorial Einaudi y con algunos de sus colaboradores más relevantes: Cesare Pavese, Norberto Bobbio, Vittorio Foà, Felice Balbo, Italo Calvino... Giulio Einaudi la consideraba "la conciencia crítica de la editorial" (página 94); no en vano, surgieron desavenencias entre ellos, debido a la precariedad económica que sufrían los autores, tal y como se muestra en la carta que en 1955 le envía al editor, y en otra misiva posterior en la que le reclama deudas cuantiosas por pagos atrasados, (páginas 110, 130 y 177). Quien, en realidad, se llamaba Natalia Levi, firmó casi todos sus libros con el apellido de su primer marido, Ginzburg, y nunca adoptó el de Baldini, el segundo. Entre las informaciones que nos proporciona este libro, me ha llamado la atención lo que se cuenta de Pitigrilli, por las relaciones que mantuvo con los denominados humoristas españoles del 27 (Jardiel, López Rubio, Mihura...), quien fue espía a sueldo de la OVRA, el servicio secreto fascista. Recuérdese que Janés lo tradujo con éxito después de la guerra.

En España, la mayor valedora de Natalia Ginzburg fue Carmen Martín Gaite, con quien comparte afinidades, tal y como comenta en El cuento de nunca acabar. Le dedicó, además, dos artículos, recogidos en su libro Agua pasada. Primero la leyó en castellano (Las pequeñas virtudes, Alianza, 1966. Trad. de Jesús López Pacheco) y, más tarde, en italiano (Lessico famiggliare, Caro Michele, La cità e le case, y sus piezas teatrales, entre las que ella destaca Ti ho sposato per allegria). Pero lo que, sobre todo, le llama la atención es que para Ginzburg el oficio de escribir "es tan peligroso, carnal y sofocante como el de vivir", por lo que hay que entregarse a él con interés, como una dedicación a la que servir.

Recuerda también Carmen Martín Gaite sus tres fracasados intentos de acercarse a ella. En 1974 le escribió una larga carta, a la que la autora italiana contestó un año después de manera escueta. Le entregó un libro suyo a un hijo de Ginzburg, seguramente a Carlo, para que se lo llevara en mano a Italia, pero nunca le acusó recibo. A pesar de estos desencuentros, nunca mermó la estima que Martín Gaite le profesaba. La mejor prueba de ello es que tradujo Querido Miguel, en 1989; y Nuestros ayeres, en 1996, que además prologó. Estas traducciones siguieron reeditándose en las mismas o en otras editoriales durante muchos años. Pero la fascinación por Natalia Ginzburg en nuestro país volvemos a encontrarla en autores de generaciones posteriores, como Ignacio Martínez de Pisón, para quien se trata de "una de las escritoras que más tempranamente me hicieron amar la literatura" ("Los Ginzburg", La Vanguardia, 1 de marzo 2019). Entre sus libros favoritos de la escritora italiana, cita Las pequeñas virtudes y Léxico familiar. Lo que destaca es que sus libros "están casi siempre protagonizados por mujeres frágiles, indecisas, silenciosas, solitarias, conscientes de su propia pequeñez, decididamente antiheroicas, personajes menores a los que un escritor convencional no concedería otra condición que la de comparsas". Y podríamos añadir también a los ya citados, los nombres de Andrés Trapiello, Andrés Barba y la traductora Celia Filipetto, quienes prologaron o vertieron al castellano algunas de sus obras.

La primera traducción al castellano creo que es la de Todos nuestros ayeres (Compañía General Fabril Editora, Buenos Aires, 1962). En España, abrió el camino Las pequeñas virtudes (Alianza, 1966), en versión de Jesús López Pacheco. Y a estas versiones tempranas, han seguido otras muchas, hasta el presente, sobre todo en Lumen y Acantilado.

Los principales hitos de su existencia, tanto en lo personal como en lo literario e intelectual, debieron de ser: el peso de la historia de su país, en unos años que fueron de hierro (la Italia fascista, la presencia del nacionalsocialismo, del antisemitismo), hasta la liberación en agosto de 1944; la influencia del padre, Giuseppe Levi, docente universitario, biólogo, quien había sido profesor de la futura Premio Nobel Rita Levi Montalcini, lo obtuvo en 1986; mientras que Natalia no fue al colegio hasta los 11 años, se educó en su casa; el magisterio de Benedetto Croce; la relación y matrimonio en 1938 con Leone Ginzburg, ruso -nacido en Odesa- de origen judío aunque no era sionista, fundador y pilar de Einaudi, con quien tuvo tres hijos, entre ellos, el gran historiador Carlo Ginzburg; la muerte del marido en 1944, tras ser torturado en una cárcel de Roma por los nazis; las dudas sobre su identidad: "¿Pero nosotros, qué somos? (...) ¡Somos nada! –le respondían sus hermanos–. Somos mezclados, mitad judíos y mitad católicos, o sea, nada" (página 26); el suicidio de Pavese en agosto de 1950, con quien había compartido despacho en Einaudi y a quien le dedica su Retrato de un amigo; las novelas, cuentos, obras de teatro (la versión inglesa de la comedia El anuncio, la dirigió Laurence Olivier, y Joan Plowright hizo el papel principal, y en Roma la dirigió Visconti; La entrevista se estrenó en el Piccolo Teatro de Milán; en España, aun cuando haya sido representado su teatro, creo que se conoce muy poco), ensayos, artículos en la prensa, poemas y traducciones (Flaubert, Maupassant, Proust, Vercors, M. Duras...); la relación y boda con Gabriele Baldini, un joven de la burguesía romana, profesor de Literatura inglesa, con quien tuvo dos hijos, aunque muere en 1969, con 49 años; la crítica a los movimientos del 68 y su escasa complacencia con el feminismo, según se constata en su libro de ensayos Vita immaginaria (1974), si bien compartía muchas de sus reivindicaciones, como la legalización del aborto (páginas 156-158); la condición de diputada independiente de izquierdas, en 1983 y 1987, en la candidatura del PCI, partido en el que había militado hasta los años 50, aunque llegó a declarar –de manera sorprendente– que "hay personas que no entienden nada de política. Me cuento entre ellas" (página 151); su interés por Chéjov, de quien en 1989 edita una selección de sus cartas y traza una sintética biografía que fue editada en España por Acantilado en el 2006; y el transcurrir de su vida en ciudades como Turín, Florencia, Roma y Londres, sobre todo; su amistad con Elsa Morante, Pasolini o Fellini, con quien compone un libro; y el reconocimiento de su hijo, Carlo Ginzburg, por su obra El queso y los gusanos (1976), cuya primera versión española apareció en la editorial de Mario Muchnik, en 1986, considerada como punto de partida de lo que se ha llamado microhistoria.

Un detalle más me ha llamado la atención, las relaciones que tejen algunos de sus allegados con familias relevantes. Así, su hermana Paola, que en el libro se nos presenta como la guapa de la familia, se casa primero con Adriano, un hijo del dueño de la Olivetti, y después se empareja con Carlo Levi, el autor de Cristo se paró en Eboli; su hermano Mario se casa con una hija del pintor Amedeo Modigliani; y Drusilla Tanzi, tía de Natalia, se casó en segundas nupcias con el poeta Eugenio Montale.

Además de la hermosa cubierta, se agradecen las fotos (me parecen magníficas las que figuran en las páginas 4, 65, 84 y 175), la bibliografía, aunque no siempre esté bien compuesta, pues debería citarse la primera edición de los libros de la autora en castellano, así como la más asequible en la actualidad, cosa que no se hace; y el índice de personas mencionadas, cuya fecha de defunción debería haberse actualizado en algún caso. Podría haberse enriquecido aún más con un breve apéndice dedicado a la recepción de la escritora italiana en el mundo hispánico, sobre la que hemos proporcionado aquí algunas pistas. 

Clara Usón en el avispero vasco

El libro cumple una doble función, pues nos permite conocer mejor la vida de la autora, el ambiente personal e intelectual en el que se desarrolló su existencia, a la vez que nos despierta la curiosidad y nos incita a volver a leer sus obras, entre las que hay tanto bueno que escoger.

 

* Fernando Valls es profesor de Literatura Española Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona y crítico literario.

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