Libros

¡Y luego dicen que los libros son caros!

Imagen de archivo de la Feria del Libro de Barcelona.

¿De verdad un libro en papel, de los de siempre, cuesta tanto? Vamos a intentar averiguarlo. Empecemos por el principio.

Yo escribo

A la mayoría de los escritores, escribe Marta Sanz en No tan incendiario [Periférica], "nunca se les paga lo que de verdad cuesta su libro: el precio oscila entre nada y menos de un euro por hora. Hagamos el cálculo: si por un libro en el que se ha trabajado dos años —setecientos treinta días por ocho horas de trabajo al día son cinco mil ochocientas cuarenta horas trabajadas—, se da un anticipo de 6.000 euros brutos, eso significa que cada hora de trabajo de alguien que escribe se paga a poco más de un euro. Imaginemos que el anticipo es el doble, el precio por hora trabajada sigue siendo miserable". También afirma que al escritor no se le permite hablar en términos de trabajo y de salario: "Será que la escritura no es un oficio, sino un don de Dios."

Tú editas

El paso siguiente es mandar el texto a una editorial... donde ya hay otros muchos. "La inmensa mayoría de ellos son impublicables, como sabe bien cualquiera que los haya ojeado, y lo primero que hace el editor (gastando dinero para ello) es separar el grano de la paja —explica Luisgé Martín, un escritor que ha trabajado en editoriales—. Luego, de entre todos los granos elige aquellos que tienen más afinidad con su línea editorial."

Es decir, los editores eligen (o encargan, o compran, en ocasiones, con la mediación de un agente literario) y, sí, editan los libros, "hacen sugerencias, corrigen deslices o erratas, proponen cambios, pulen el estilo". Aun con todo, si el texto pasa el corte, hay que corregirlo.

Ellas corrigen, y traducen

"Cuando el libro llega maquetado, todo suele ser mucho más sencillo. Ya ha pasado una corrección o edición en pantalla y se han pulido los aspectos formales y estilísticos. Suelo encontrarme con la errata pura y dura y con cuestiones tipográficas (líneas abiertas, cortes de palabra incorrectos o feos –dis/puta–…)", dice Judith Pérez Mayo, correctora. "Si me llega en word, en bruto, tal y como lo manda el autor o el traductor, todo es muuucho más complicado."

Explica que el autor tiene su historia en la cabeza, que puede que se le escapen detalles importantes (cambia el nombre de personajes, pone fechas que no cuadran, olvidan algunas cosas…), y que hay que hacérselo ver. "Es importante que entienda que todos queremos que el libro quede lo mejor posible, que no trabajamos en su contra, sino a su favor. Y que no queremos desvirtuar su obra, sino hacer que quede perfecta."

Aquí, Pérez Mayo introduce una diferencia. Con los autores españoles todo se sugiere, nada se corrige sin más, a capón. Cosa distinta es afrontar una traducción. Ahora vamos a eso. Pero, antes, traduzcamos.

"Traducir implica haber leído previamente ese libro, conocer el estilo del autor, haber leído o traducido otros libros de ese autor, con lo que el trabajo previo es mucho y eso no se paga —explica Pilar Adón, que traduce del inglés (además de ser escritora)—. Y luego, naturalmente, hay que invertir mucho tiempo en la propia actividad. Cuando surge una duda complicada, pueden pasar días antes de tomar una decisión. Y luego hay que repasar el texto entero."

Ahora sí, vuelta a la corrección. "Con las traducciones —sigue Judith— se puede ir más a saco, porque el corrector trabaja, normalmente, con el original y la traducción a la vez. Hay que ver que el traductor no se haya saltado párrafos (algo habitual), ni frases… En ese caso, sobre todo, lo importante no es conocer el idioma de origen, sino el de llegada. Yo siempre lo digo: si tengo que leer la frase dos veces, si me paro porque me choca, es que no está bien. El texto tiene que fluir, no puede sonar forzado. El libro que estoy corrigiendo ahora, por ejemplo, es una novela policiaca bastante cruda, bastante dura. Al traductor parece que le cuesta captar esa dureza (o que no le gusta, reconozco que a veces es excesiva) y me encuentro cosas como que, en una escena de máxima tensión, el poli le dice a una detenida: 'Deja de meterte conmigo' (¿Perdona? ¿Estamos en el patio del colegio?). Me voy al original, porque evidentemente eso no puede ser, y dice: 'Deja de tocarme la polla'. Pues si dice que no le toque la polla, lo dice. Nos guste o no."

Dice Pérez Mayo que tiene el trabajo más bonito del mundo, pero no se llama a engaño. "¿Bien pagado? Rotundamente no. Se trabaja con tarifas, en ocasiones, de hace diez años. Y alguna editorial de algún gran grupo las ha bajado bastante (más de un 30%)". Adón coincide: "En el ámbito de la edición, en general, no hay dinero. Nadie cobra lo que debiera en un mundo tan exigente y que requiere tanta dedicación y formación previa".

Nosotros distribuimos

Mientras tanto, el editor habrá encargado la portada, escrito solapas y contracubierta... Ahora sí, todo a la imprenta. Y de ahí al distribuidor.

"Trabajamos para que cada libro tenga la posibilidad de llegar al encuentro de sus lectores, que esté en todas aquellas librerías y puntos de venta en los que su venta sea posible —dice Francisco E. Martínez, Consejero Delegado de Azeta Distribuciones y socio de UDL Libros—. Y para que, además, esté en las mejores condiciones de colocación y exposición. Por lo tanto, a las labores logísticas hay que añadir las de comercialización y marketing. Nos ocupamos, junto con el editor, de diseñar y gestionar el lanzamiento de cada libro como novedad; de que se mantenga en el mercado, en las mesas de novedades, el mayor tiempo posible retrasando al máximo su devolución; y, después, cuando ya es fondo, de que siga presente y accesible para los lectores."

Para lograrlo, son necesarias infraestructuras e inversiones de calado, "herramientas informáticas y logísticas que van desde almacenes hasta clasificadores automáticos. Por otra parte, la necesidad de facilitar información al editor de cuándo y dónde se venden sus libros nos ha llevado a desarrollar programas informáticos que nos permiten ser absolutamente transparentes."

Vosotras promocionáis

Ya tenemos pues el libro en la librería. Falta venderlo... Es, en principio, tarea del librero. Pero para que los potenciales lectores tengan noticia de su existencia, los que han de currar son los servicios de prensa.

"Los medios de comunicación reciben una avalancha de libros y disponen de poco espacio. Hoy en día, si un libro no tiene una campaña adaptada es imposible que pueda venderse o, simplemente, llegar a las estanterías de las librerías", asegura Silvia Fernández, responsable de comunicación de Roca Editorial. "Los servicios de prensa tendrían que servir para buscar los medios de comunicación más efectivos para cada uno de los autores, géneros y tendencias, para encontrar y difundir en el medio adecuado el libro adecuado." Una labor ardua y a veces, ingrata. "Nada garantiza la venta de los libros", admite.

¿Ellos compran?

El PVP es el combinado del pago a estos profesionales (en general: 10% del autor, 30% de la editorial, 60% para el distribuidor y el punto de venta), más el 4% de IVA.

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Y ahora, volvamos al principio: ¿de verdad los libros cuestan tanto?

Adenda

De estos argumentos se desprenden otros en favor del libro digital, que prescinde de algunos intermediarios (aunque, a cambio, el IVA sube al 21%), y es más barato. Pero ésa es otra historia.

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