Todo comenzó en el 84: viaje en el tiempo hasta los orígenes del graffiti y el hip hop en España

Detalle de la exposición

Antes de 1984 no había nada de lo que ahora todos conocemos como cultura urbana en el sentido más amplio de un término en el que cabe prácticamente de todo. La prehistoria del movimiento se vivió en España en plena transición democrática, en mitad de aquellos locos años ochenta en los que todo cambiaba de un día para otro. Todo era nuevo, todo estaba por descubrir y, en una de esas, el break dance llegó a televisión a través del Un, dos, tres. Y la fiebre empezó a subir y no había manera de bajarla.

"Fuimos un poco el cierre de la Movida Madrileña, le dimos el último giro de rosca a todo. Fuimos la última tribu urbana en salir, así que fue muy divertido, íbamos inventando sobre la marcha porque no teníamos información, ni material, ni nada. Éramos niños aprendiendo entre nosotros", rememora a infoLibre Francisco Reyes (Madrid, 1972), comisario de la exposición Todo comenzó en el 84. Orígenes del graffiti en España, que puede visitarse gratis en el Museo Nacional de Antropología (MNA) hasta el 1 de noviembre.

La muestra es un proyecto del propio Reyes que gira en torno al nacimiento de la cultura hip hop y su desarrollo en España entre 1984 y 1991. Una historia contada en primera persona por los protagonistas de aquella época de revolución cultural. Un viaje en el tiempo en el que, desde su particular perspectiva y su condición de pioneros, relatan cómo jóvenes de todo el país celebraron la llegada del hip hop y lo reinterpretaron hasta convertirlo en forma de vida y seña de identidad cultural. 

Como ocurriera en los años setenta con el rock en las bases militares estadounidenses de Rota y Morón, la cultura urbana entró en Madrid en los ochenta a través de la base de Torrejón de Ardoz, que "aportó la cultura negra que no llegaba" por ninguna otra vía. Nadie había aún soñado internet y era todo transmisión puramente oral, de manera que si algo te interesaba especialmente tenías que empecinarte en una labor de arqueología en la que no sabías en qué dirección excavar. 

Pero, a veces, aparecía una señal: "Teníamos un amigo más mayor cuyas hermanas trabajaban en la base de Torrejón y ya nos había enseñado algunos pasos de break. Un día en casa de uno de nuestros amigos llegó un negro de 16 años, súper mayor para nosotros, haciendo break. Y la hermana de otro dijo cómo mola, hazlo otra vez, así que le dijimos que nos tenía que enseñar porque a las chicas les gustaba. Nos pusimos a practicar con él y luego ya salió en el Un, dos, tres".

En otras ocasiones, en lugar de señales eran ondas radiofónicas. Como la de la emisora Radio Vinilo, con bastante predicamento por aquel entonces en la capital, donde los viernes de doce de la noche a dos de la madrugada se emitía un programa que se hacía desde la base en inglés. "Nosotros bailábamos break pero no podíamos conseguir música rap porque no llegaba, así que ellos la ponían y la grabábamos de la radio en la típica cinta de casete. Así nos hacíamos con temas que no estaban en España", relata Reyes.

Como en tantas ocasiones ocurre con las tendencias y las modas, todo evolucionaba entonces a gran velocidad. Desde el 84 al 86 la "fiebre total" fue el break dance, que "estaba en todas partes y todo el mundo lo bailaba". En 1987 salió el acid house y del 88 al 91 empieza el rap y el graffiti, cuando empiezan a verse las primeras firmas por las ciudades. "Eso es lo que hemos querido contar, los orígenes, con peripecias y anécdotas de un montón de gente como yo. Luego, a partir de 1992 ya está todo establecido", apunta.

De todo aquello han pasado ya 35 años y al MNA llegan objetos únicos que forman parte de la identidad cultural de este movimiento: prendas de ropa, zapatillas y cinturones, equipos de música, vinilos y casetes, fanzines, carteles, entradas de conciertos, bocetos, correspondencia, firmas originales... Están acompañados por una amplia selección de fotografías, recursos audiovisuales y artículos recopilados con la complicidad de personas clave de la cultura hip hop en sus inicios: coleccionistas, raperos, escritores y breakers.

Destaca, asimismo, el peso fundamental de la caligrafía en los textos expositivos, ya que la mayor parte de la información es manuscrita e intervenida por escritores de graffiti. Además de Francisco Reyes, en la exposición han escrito, pintado o plasmado su firma referentes del género como Kapi, Zeta, Suso33, Toro, Mata, Remebe, Randy y Larry88, entre otros. Así, con ocasión de la muestra, se ha llevado a cabo una verdadera apropiación del museo por parte de quienes vivieron esa época.

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"Para nosotros es un triunfo", admite el comisario, orgulloso de que esta exposición esté en un museo nacional, incluso con un espacio dedicado específicamente a la figura de Muelle, el grafitero más emblemático de nuestro país, fallecido en 1995 a los treinta años. La muestra la completan, organizados en cuatro espacios, carteles de conciertos, trofeos, recortes de prensa y todo lo que Reyes ha podido ir recopilando con ayuda de sus colegas. "También hay una vitrina gigante con recortes originales de un grafitero de la época, Larry88, que se dedicaba con un cúter a recortar las firmas de otros de los carteles de publicidad del Metro y a guardarlas en una carpeta", destaca.

Aunque no entra a valorar si el graffiti es arte o no, sí que concede Reyes que el hecho de que esté en un museo sí que la da "cierto valor histórico". "Lo de que sea arte o no lo dejo a la libre elección de cada uno", señala este Doctor en la Universidad Complutense de Madrid con la primera tesis sobre la materia. Actualmente compagina su trabajo como docente en la Facultad de Ciencias de la Información, con la dirección del programa Ritmo Urbano (La 2 de RTVE), donde profundiza en el conocimiento de la cultura hip hop.

"Esta es la primera vez que estamos en un museo nacional y eso es positivo", sentencia, en cualquier caso, contagiando su orgullo por este reconocimiento a la pasión de toda una vida. Todo comenzó en el 84. Orígenes del graffiti en España da el pistoletazo de salida al ciclo sobre culturas urbanas con el que el MNA comienza una nueva andadura que continuará en los próximos años. 

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