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PRECARIEDAD LABORAL

Casa del Libro se une a El Corte Inglés y Fnac en el abuso en horarios laborales

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La liberalización de los horarios y la caída del consumo propiciada por la devaluación salarial de la crisis han convertido a los trabajadores del comercio en las primeras víctimas de la presión sobre los resultados que sufren las empresas. Las plantillas de grandes cadenas como El Corte Inglés o Fnac ya han elevado sus protestas por el deterioro de las condiciones laborales y la sobrecarga de trabajo: aumento de jornada, trabajo en domingos y festivos, cambios de turno continuos y casi sin preaviso… acompañados de congelación o recorte salarial. Ahora se les unen los trabajadores de la Casa del Libro, la cadena de librerías propiedad del grupo Planeta.

De momento son sólo los empleados de la tienda que la empresa tiene en la calle de Fuencarral, de Madrid, quienes han comenzado una huelga que se prolongará todos los sábados del mes de junio. Primero no renovaron a los cinco empleados temporales que cubrían los turnos de fin de semana. Así que se multiplicaron las horas de los nueve vendedores restantes. Llegan a trabajar hasta 11 días seguidos y luego sólo libran uno. La empresa no respeta las 12 horas de descanso que el Estatuto de los Trabajadores establece entre un turno y el siguiente. O se lo cambian de un día para otro. Como en el resto del comercio, deben trabajar todos los domingos y casi todos los festivos del año.

Es decir, máxima flexibilidad horaria sin respetar los límites que marcan el convenio colectivo y la ley, convenio colectivodenuncian. Llevan así los últimos ocho meses, explican los empleados de la calle de Fuencarral. Además, aunque tienen categoría de dependiente, les obligan a realizar tareas administrativas, o de reposición o de caja, “fuera de las funciones del contrato y de las marcadas en el convenio”. En parecidas condiciones, añaden, se encuentran los trabajadores de las tiendas situadas en los centros comerciales. Un empleado con contrato de 30 horas semanales cobra unos 800 euros al mes. Casa del Libro tiene una plantilla de 400 empleados.

Pero la chispa que encendió la protesta fue el traslado forzoso de dos de ellos, que expusieron ante los responsables de la empresa la ilegalidad de los cambios. A uno se le envió a Móstoles y otra a la tienda de la calle Alcalá, también en Madrid. “Está claro que fue una represalia”, subrayan.

Como ocurre con cada convocatoria de huelga, trabajadores y empresa acudieron al Servicio de Mediación y Arbitraje (SIMA) para intentar una conciliación. No hubo acuerdo. Casa del Libro esgrime unas pérdidas de 400.000 euros en la librería de Fuencarral para justificar la presión sobre los horarios de los trabajadores. La plantilla, de la mano de CCOO, ha presentado al menos cuatro denuncias ante la Inspección de Trabajo, que ahora deberá elaborar un informe.

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Una cadena histórica

A las puertas de la tienda, en una de las zonas más comerciales del centro de Madrid, los empleados de la Casa de Libro entregan en mano a los clientes octavillas donde explican el motivo de sus protestas. Y recogen firmas. La actriz Emma Suárez les da la suya. También aprovecharán el altavoz que les ofrece la Feria del Libro, inaugurada ayer por la infanta Elena en el parque del Retiro, para hacerse oír.

La Casa del Libro, fundada en 1923, es la cadena española de librerías de más solera. Perteneció desde sus orígenes a la editorial Espasa Calpe y con ella pasó a formar parte del Grupo Planeta en 1992. A partir de 1999 comenzó una fase de expansión que la ha llevado a tejer una red de 34 librerías repartidas por todo el país. En 2003 tras la llegada a la empresa de Eduardo Bofill, un ejecutivo procedente de Fnac, Espasa Calpe destituyó a buena parte de su cúpula ejecutiva. La remodelación terminó con el despido, año y medio después, de la directora de la Casa del Libro, Rosario Albarrán, una histórica del sector que había comenzado 30 años atrás como vendedora en la tienda de la Gran Vía de Madrid. La sustituyó Félix Fernández de Gabriel, que continúa en el cargo. La empresa inició entonces un segundo plan de expansión que supuso la apertura de una veintena de tiendas, con una inversión de 25 millones de euros. Justo antes, Planeta había llegado a negociar la venta de la cadena de librerías con el grupo estadounidense Borders.

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