La espiral de inflación y falta de fertilizantes amenaza ya a las cosechas de 2023

Una cosechadora recoge los cultivos de grano en un campo de la región de Odesa, al sur de Ucrania.

Que el supermercado está más caro es evidente. Según el Instituto Nacional de Estadística, la alimentación y las bebidas no alcohólicas están de media un 12,9% en junio de este año en comparación con el mismo mes de 2021. El Banco de España ha sorprendido esta semana con dos datos. El primero, que algunas materias primas alimentarias llevan un encarecimiento más alto de lo que se piensa. En el caso del aceite, un 56% desde enero de 2021. La segunda, que el 93% de las categorías de alimentos registran tasas de “extremadamente elevadas” en términos históricos, algo que no ocurrió en crisis anteriores. El analista financiero Juan Ignacio Crespo, en conversación con infoLibre, advierte que la racha puede continuar en 2023: “Hay un riesgo de que las cosechas en 2023 sean peores”.

Crespo, que sigue muy de cerca las cotizaciones de las materias primas en los mercados internacionales, cree que es posible que haya un encarecimiento mayor de los alimentos básicos en 2023. Es el doble efecto de que los fertilizantes estén caros. En primer lugar, encarece la actividad agrícola y repercute sobre el precio de los productos. Pero tiene otro efecto: “Mientras los precios del gas sigan a este nivel, hay un peligro de que las cosechas sean malas. Que los fertilizantes sean más caros implica que los agricultores podrían decidir usar menos en las cosechas, y esto aumenta la posibilidad de que las cosechas sean malas”. Es decir, que haya que tirar alimentos consumidos por las plagas y que, al haber menos cosecha, sea un segundo factor que empuje el precio hacia arriba.

Esta advertencia, en cualquier caso, solo se aplicaría en el caso de que los precios del gas sigan muy altos en 2023. El Banco de España señala en su informe que en los mercados de futuros alimenticios (negociaciones de compra actuales sobre materias primas en el futuro), se apunta a una “cierta tendencia a la baja” en los próximos años. Juan Ignacio Crespo coincide que en 2022 los precios van a seguir “un ritmo de moderación”: “Estoy comparando este fenómeno con el que ocurrió en 2008. Creo que todas las materias primas agrícolas, energéticas y de metales industriales terminará cayendo, como en el segundo semestre de 2008. Para algunas de estas materias primas, la bajada se ha acelerado desde marzo, otras desde mayo”, explica.

Por este motivo, las cosechas del próximo año dependen del avance del conflicto en la frontera europea. La invasión rusa de Ucrania y las consecuentes sanciones económicas de los países occidentales en la práctica han expulsado a Rusia del mercado para estos países. La consecuencia principal ha sido el desacerbado encarecimiento del gas. ¿Tendría un efecto inmediato en el mercado que Ucrania y Rusia llegaran a un acuerdo de paz? “Sí. Fundamentalmente inmediato”, explica Crespo. “No solo porque se facilitaría la exportación de la producción agrícola de Ucrania y de Rusia, sino porque, si Rusia vuelve a suministrar gas a Occidente en condiciones normales, el precio de los fertilizantes bajaría. Resolvería mucho, no solo por poder contar con la producción de las cosechas ucranianas y rusas”, señala. 

Posibles medidas para limitar precios alimentarios

Un recrudecimiento de la invasión rusa o un corte radical del suministro gasístico podría empeorar la situación. En el caso de que los alimentos retomen una fuerte escalada de precios, podría pensarse en poner ciertos límites. Crespo cree que esto puede provocar una situación peor: “Cuando los Gobiernos toman medidas de este tipo, a lo que se le cierra la puerta, se escapa por la ventana. Siempre hay efectos secundarios, escasez u otros problemas. Es muy conocido que cuando los regímenes totalitarios ponen topes a los precios de los alimentos, los agricultores terminan por no recoger la cosecha, o no sembrar, termina provocando una escasez mayor. No siempre tiene que ser así, pero puede ser así”, explica.

En mayo, la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (ASEDAS), que reúne entre otras a Mercadona, Día y Lidl, pidió al Gobierno una rebaja del IVA en los alimentos. Crespo cree que esa podría ser una medida aceptable: “Las medidas de tipo fiscal sí contribuyen a que los precios se abaraten, no veo ningún inconveniente. Yo siempre he criticado la rebaja de los 20 céntimos a los carburantes para luchar contra la inflación, porque la inflación se combate reduciendo la demanda, y si subvencionas el precio, la demanda no baja. En la alimentación sí que está bien, porque son materias primas para la propia supervivencia. Es decir, lo aplicaría no a las materias primas en general, sino a los productos de la cesta de la compra”, concluye el analista.

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