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Crisis en la eurozona

Los griegos deciden en referéndum el futuro de su país

Turistas pasean delante del Parlamento griego, en la plaza Syntagma de Atenas, este 4 de julio de 2015.

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Los griegos están llamados este domingo a las urnas en un referéndum convocado de manera apresurada por el primer ministro, Alexis Tsipras, y en el que está en juego el futuro del país tanto dentro de la UE como del euro, aunque el Gobierno insiste en que lo único que está en juego es su capacidad para negociar un mejor acuerdo.

El viernes pasado, y para sorpresa de muchos, incluidos los propios griegos, Tsipras anunciaba que sometería a referéndum la última propuesta formulada por la UE, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para que Grecia pudiera resolver sus problemas de liquidez y afrontar los pagos de deuda pendientes.

El anuncio, además de provocar la ruptura de las conversaciones con las instituciones para cerrar un acuerdo, hizo que el BCE congelara su programa de liquidez para los bancos griegos, empujando al Gobierno a ordenar el cierre de todos los bancos del país con el fin de evitar la fuga de capitales.

Así las cosas, los griegos amanecieron el lunes con la noticia de que sólo podrán sacar hasta el próximo lunes 60 euros diarios de los cajeros automáticos, medida que sin embargo no será aplicable a los turistas, sector clave de la maltrecha economía helena.

En el caso de los jubilados, muchos de los cuales carecen de tarjetas bancarias, se tuvo que adoptar como medida de emergencia la decisión de abrir un millar de sucursales bancarias el miércoles para que estos pudieran cobrar un único pago de 120 euros de sus pensiones.

Y mientras los ciudadanos sufrían los efectos del corralito, continuaban las negociaciones contrarreloj entre el Gobierno y las instituciones para tratar de evitar el impago por parte de Grecia. Así, el lunes por la noche, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, hizo un último intento de sentar a Atenas nuevamente en la mesa de negociaciones.

Propuesta de tercer rescate

Tsipras respondió por carta proponiendo la negociación de un tercer rescate por 29.100 millones de euros en dos años para hacer frente "exclusivamente" a los vencimientos de deuda externa e interna, que debería venir de sus socios europeos, dejando fuera al FMI, algo que el Eurogrupo descarta. Además, planteaba una "breve prórroga" del actual rescate –que finalmente expiraría en la medianoche del 1 de julio– para evitar un "impago técnico" y solicitaba una reestructuración de la deuda acumulada.

Sin embargo, la propuesta griega fue rechazada por los miembros del Eurogrupo, por lo que Atenas cumplió con su promesa y no pagó los 1.500 millones de euros que tenía que pagar al FMI antes de la medianoche del 30 de junio. Grecia se convirtió así en el primer país desarrollado en no cumplir con sus compromisos con el organismo internacional, si bien aún no ha sido declarado en suspensión de pagos.

El FMI coincide con el Gobierno griego en que su deuda es "insostenible" y en un informe publicado esta semana, y elaborado antes del corralito, reclama a sus socios europeos que concedan un nuevo rescate al país heleno hasta 2018 de alrededor de 36.000 millones de euros e, incluso, no descarta que sea necesaria una quita.

Desde el martes, no ha habido nuevas propuestas, aunque han sido muchos los líderes europeos que han asegurado que la "puerta está abierta al diálogo", incluida la canciller alemana, Angela Merkel, y el Gobierno griego ha insistido en que sigue en la mesa de negociaciones.

Sin embargo, lo cierto es que entre los líderes europeos, incluidos Juncker y la propia Merkel, la postura de Tsipras, que se ha mantenido firme en la convocatoria del referéndum pese a las críticas, ha generado una cierta exasperación, hasta el punto que la canciller dejó muy claro que no se puede negociar hasta que no se celebre la consulta y haya un resultado.

Euro versus Tsipras

Así las cosas, aunque lo que votan este domingo los griegos es la última propuesta de la antigua troika, lo cierto es que la consulta ha pasado más a ser un referéndum entre Europa sí o no, o entre Gobierno o no.

Desde el Gobierno, Tsipras, y con él su popular ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, han dejado claro que el no no supone una salida inmediata de Grecia del euro y la UE, sino que deja al país en una mejor situación de fuerza para negociar un acuerdo más ventajoso con las instituciones. Además, ambos, en el caso del ministro de forma mucho más explícita, han ligado su futuro al resultado de la consulta.

Mientras, desde la oposición, los principales partidos –el centrista To Potami, el conservador Nueva Democracia y los socialistas de Pasok–, piden el sí, al igual que los principales líderes europeos, puesto que consideran que la victoria del no sería un rechazo a Europa y conllevaría la salida del país de la moneda única.

Los sondeos daban a comienzos de semana una ventaja considerable del no, pero con el paso de la semana el ha ido cobrando fuerza hasta el punto que este viernes los últimos sondeos le han dado una ligera ventaja, aunque ofrecen una imagen de país claramente dividido.

Los griegos, además, siguen sin tener muy claro qué es lo que votan exactamente. En la papeleta se encontrarán con la siguiente pregunta: "¿Debe ser aceptado el borrador de acuerdo que presentaron la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional en el Eurogrupo del 25 de junio 2015 y que consta de dos partes, que conforman su propuesta unitaria? El primer documento se titula Reformas para la finalización del vigente programa y más allá y el segundo Análisis preliminar de la sostenibilidad de la deuda".

En primer lugar en las papeletas, algo que también ha sido criticado, aparece la casilla del no, dejando claro que esta opción significa que "no se aprueba", mientras que debajo aparece la casilla del , precisando que con ello "se aprueba" la citada propuesta, que las instituciones ya han dejado claro que ha quedado obsoleta.

Proceso acelerado

La rapidez con la que se ha tenido que organizar este referéndum ha sido criticada tanto dentro como fuera de Grecia. Así, el Consejo de Europa consideró este miércoles que la consulta no cumple con los estándares internacionales, ya que los votantes no tendrán al menos dos semanas para reflexionar sobre su voto.

También se ha criticado el coste de esta consulta, unos 20 millones de euros, en un momento en que el país carece de liquidez, sobre todo teniendo en cuenta que los griegos votaron por última vez el pasado 25 de enero, cuando se impuso Syriza.

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La votación de este domingo será la cuarta vez que los griegos acudan a las urnas desde que se produjo el primer rescate en 2010. El referéndum es, sin embargo, el primero en el país desde que en 1974 los griegos decidieron por el 69% de los votos abolir definitivamente la monarquía.

Los colegios electorales abrirán sus puertas a las 7 horas y cerrarán a las 19 horas, salvo que se decida prolongar en hasta dos horas el voto, algo legalmente posible. Así, los sondeos a pie de urna podrían salir en los minutos posteriores al cierre de las urnas, mientras que los primeros resultados oficiales podrían conocerse a partir de las 20 horas locales, una hora más en España. Para que el resultado sea vinculante debe participar al menos el 40% de los electores.

Al menos medio millón de griegos sin embargo, no podrán pronunciarse en esta ocasión, a menos que consigan volver a su país antes del domingo, ya que la legislación helena no permite el voto desde el extranjero. Según el portal euractiv.com, que cita los datos de Eurostat, desde el inicio de la crisis en 2006-2007 unos 505.000 griegos han salido del país, si bien la cifra sería mucho mayor ya que no hay datos de varios de los años.

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