Merz rompe el cordón sanitario más fuerte de la UE y normaliza a los ultras tras clonar su discurso migratorio

Cuando Friedrich Merz abandonó la política en el año 2009, Angela Merkel se encontraba en la cumbre de su poder. La rivalidad política entre ambos, polos opuestos dentro del partido más poderoso de Alemania desde la Segunda Guerra Mundial, había caído, claramente, a favor de la entonces canciller. Sus idas, venidas y choques por el control de la CDU habían sido la comidilla de los primeros compases del siglo en las filas conservadoras, siempre con un gran perdedor: Merz. Incluso, en 2002, el ahora favorito en las encuestas para ganar las elecciones del próximo 23 de febrero llegó a ser apartado por Merkel como líder del grupo parlamentario de la CDU y, poco a poco, fue condenado al ostracismo hasta tener que dejar la política.
Ahora, sin embargo, las cosas son muy diferentes para Merz. Es él quien está al frente del partido y quien, con total probabilidad, será el próximo inquilino de la cancillería mientras Merkel está ya fuera de todo puesto de responsabilidad. Pero parece que ni después de dejar la política, la excanciller deja de molestar a su antiguo enemigo. “No tener ningún vínculo con Alternativa para Alemania (AfD) fue una expresión de gran responsabilidad política, que apoyo plenamente. Creo que es un error dejar de sentirse vinculado a esta posición y permitir así, por primera vez, una mayoría con los votos de la AfD en una votación en el Bundestag alemán el 29 de enero de 2025”, escribía la excanciller en un comunicado en su página web, algo poco habitual en una persona que, desde que dejó la cancillería suele guardar un perfil bastante bajo.
La sesión a la que hacía referencia Merkel en su carta fue histórica porque marca un antes y un después en la relación de la CDU con AfD y, en general, en la política alemana. Por primera vez, un partido a nivel nacional rompía el “tabú", como lo calificaba el canciller alemán Olaf Scholz, de contar con los votos de la extrema derecha para sacar adelante una moción parlamentaria. Una, que, si bien no era vinculante, llevaba como tema uno de los principales estiletes de la extrema derecha: la inmigración. La polémica que se extendió al viernes, donde en una nueva votación, en esta ocasión de un proyecto de ley ya vinculante y de un contenido más suave que la moción, AfD volvía a apoyar a la CDU. Sin embargo, en esta ocasión, a Merz le salió el tiro por la culata: su propuesta no fue aprobada por, en parte, deserciones dentro de sus propias filas. Muchas de ellas, seguramente provocadas por la reacción popular y otras, quien sabe, quizás por las palabras de la antigua némesis del ahora líder conservador.
El contenido de las propuestas de la CDU se puede resumir en las palabras que la líder de AfD, Alice Weidel, dijo a Merz durante el debate parlamentario del viernes: “Su plan de cinco puntos, ¡nos lo ha copiado!”. Y es que esta iniciativa continúa marcando la pauta de un discurso duro contra la migración por parte de la CDU, con posiciones cada vez más cercanas a la ultraderecha. “Esto nos habla de la normalización del discurso de AfD. Si hasta hace unos años estas ideas estaban fuera de los debates, ahora ya se las han apropiado hasta la derecha conservadora como parte de su programa político, ya no hay casi diferencias en las propuestas de la CDU y de AfD en cuanto a migración”, explica Carolina Plaza, doctora en Política Comparada por la Universidad de Salamanca e investigadora especializada en extrema derecha.
Entre los puntos de Merz, figuran algunas reclamaciones históricas de AfD como una mayor restricción en el derecho de asilo o un incremento en los controles fronterizos. Todo después de que la pasada semana un solicitante de asilo afgano matara a un niño de dos años y a un hombre en un parque de la localidad de Aschaffenburg, haciendo que la migración volviera al centro de la campaña electoral alemana. “El gran problema del país y de lo que se estaba discutiendo estas semanas era la economía. Sin embargo, ahora, con esta iniciativa, Merz ha hecho que el discurso cambie y en el resto de la campaña se hable sobre todo de migración. Eso a AfD le viene muy bien y a la CDU muy mal, ya que estos dominan mejor el campo económico”, describe Franco Delle Donne, analista especializado en política alemana y fundador del podcast Epidemia Ultra.
Para el experto, esta iniciativa es un fallo de cálculo sin precedentes de Merz que, con las elecciones prácticamente ganadas (lidera con casi 10 puntos de ventaja sobre AfD, el segundo en las encuestas), abre la veda para que los conservadores puedan tener fugas de votos durante la campaña: “Es posible que algunos de sus votantes se asusten después de que hayan roto el cordón sanitario y, por otro lado, también puede provocar una movilización del electorado más de izquierdas y hostil a la colaboración con la extrema derecha. Con la ventaja que llevan es algo innecesario y muy extraño viniendo de alguien que es el jefe del principal partido de Alemania”.
Tanto Delle Donne como Daniel Gil, analista de política internacional en Political Room, piensan que la intención de Merz con ese movimiento era mostrarse duro con uno de los temas más importantes de la campaña y que, además, domina AfD. “La migración es una de las principales preocupaciones de los alemanes y logra movilizar a buena parte del electorado. Lo que quiere Merz es disputarle ese voto a la extrema derecha y así ponerla en dificultades”, señala Gil. Sin embargo, para el analista de Political Room, el gran problema de este tipo de órdagos es que suelen ser armas de doble filo. Por una parte, puede caer en que los votantes prefieran el original a la copia y, destaca Gil, también pueden provocar problemas internos y divisiones dentro del propio partido. Un extremo que se confirmó el viernes, cuando en esa derrota parlamentaria, Merz sufrió la deserción de parte de su grupo, haciendo que su líder, ya de por sí enormemente impopular, quedara muy tocado a poco menos de un mes de las elecciones.
Un cordón sanitario con más matices de lo que parece
El Brandmauer, palabra que significa "cortafuegos" y que es la forma que usan los alemanes para llamar al cordón sanitario, presumía ser, hasta esta semana, uno de los más fuertes de toda Europa y el gran caso paradigmático usado por muchos analistas para ejemplificar como se debería tratar a la extrema derecha. Una tradición que se explica, por una parte, por el pasado del país y, por otro, por lo radical de su extrema derecha. AfD es un partido que en repetidas ocasiones ha usado guiños al pasado nazi alemán, tanto en lemas como incluso en declaraciones de sus propios candidatos. Por ejemplo, unas palabras de su cabeza de lista para las europeas, en las que decía que no todo el que llevaba un uniforme de las SS se le podía considerar como un criminal, provocó que incluso Marine Le Pen rompiera con ellos y les expulsara de su grupo en el Parlamento Europeo.
Pero pese a lo que pueda parecer, ese cordón ya tenía fisuras desde antes de la votación de este miércoles. “La percepción de esa barrera contra AfD no es la misma en todos los partidos, hay muchos matices. Por una parte tenemos a la izquierda, donde el bloqueo es total y se descarta cualquier acuerdo con ellos. Sin embargo, en la CDU no hay una exclusión absoluta. Ya a nivel municipal ha habido ocasiones donde han pactado con ellos y, con lo que ha pasado esta semana, se puede concluir que también aceptan contar con sus votos para aprobar leyes concretas”, comenta Gil. Así, recuerda, la CDU ha pasado incluso a mostrarse favorable a estudiar la ilegalización de AfD a ahora colocar la medida del cordón sanitario tan solo en no pactar un gobierno conjunto, dejando fuera esos apoyos parlamentarios.
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Este cambio lo encuadra Plaza en una ola mucho más amplia y que no solo se circunscribe a Alemania sino a toda Europa. “Es cierto que por su pasada este hecho en Alemania se magnifica, pero no es un caso aislado y sigue la norma del resto de países del entorno, donde la derecha moderada está en colaboración con la extrema derecha. Por eso, lo que ha pasado no es un cambio radical, sino un signo más de la legitimación de este tipo de fuerzas, que ya intervienen en el debate como una más”, insiste la profesora de la Universidad de Salamanca. En este sentido, Delle Donne también critica que, con decisiones como las de Merz lo que finalmente se produce a nivel electoral es lo contrario a lo que busca el líder conservador: “Si quería apropiarse del tema de la migración, ha hecho justo lo contrario. Ahora las ideas de AfD no solo están más legitimadas sino que tienen más visibilidad, estamos hablando de lo que piensa la extrema derecha, de lo que se parece a ellos la CDU… y siendo un tema del que Merz ha tenido ya varias veces declaraciones desafortunadas y donde no se siente cómodo, es poco probable que esto le salga bien”.
Unos debates que, pese a todo, es difícil que reactiven a una izquierda hundida en las encuestas y que, en buena medida y por la gran preocupación que tiene la migración en Alemania, también ha comprado muchos de los marcos de la extrema derecha con respecto al tema. Entre todos, si hay un partido que ha hecho de este aspecto una parte central de su discurso es el partido de Sahra Wagenknecht, económicamente de izquierdas pero muy conservador en lo social, y que ha llegado, compara el analista de Political Room, a apenas diferenciarse de AfD. “Eso sí, hace unos meses su posición podía ser más disruptiva, pero ahora todos los partidos han virado hacia ese tipo de discursos antiinmigración, por lo que esas ideas han perdido fuerza y, como consecuencia, han bajado en las encuestas", señala Gil.
Pese a todo ello, Delle Donne descarta, por ahora, una ruptura total del cordón sanitario en Alemania. “No creo que haya una coalición con la extrema derecha como por ejemplo puede suceder en Austria, al menos por ahora. Pero esto genera inseguridad donde antes no la había, no había necesidad alguna de generar estas discusiones”, defiende Delle Donne.