Suecia

Suecia queda a expensas de complicados pactos tras el ascenso de la ultraderecha

Jimmie Akesson,líder del Partido de los Demócratas de Suecia, en un mitin electoral en el centro de Estocolmo, Suecia, el 8 de septiembre de 2018.

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Las elecciones parlamentarias en Suecia han dibujado un panorama político similar al que ya pronosticaban las encuestas, en el que los dos grandes bloques políticos libran su particular pulso sin grandes mayorías a las que agarrarse y con los ultraderechistas Demócratas Suecos como espectador –y potencial árbitro– de excepción, según ha informado Europa Press.

La coalición de centro-izquierda liderada por el Partido Socialdemócrata, actualmente en el poder, ha repetido como el bloque más votado, con un 40,6% del total. El dato, que se traducirá en 144 escaños en el Riksdag (Parlamento) se antoja insuficiente, en la medida en que tiene más complicado buscar apoyos en el resto del arco parlamentario.

El primer ministro, Stefan Lofven, cuya formación sumó a título individual un 28,3% de los sufragios, no está dispuesto a tirar la toalla, al menos por ahora. "Ninguna coalición ha ganado la mayoría, por lo que lo natural es que haya una colaboración entre los bloques que permita la gobernabilidad de Suecia", ha dicho en su primer mensaje, según medios locales.

Lofven apeló así al discurso que ya lanzó en campaña, en el que había instado a la Alianza de centro-derecha a no caer en brazos del extremismo y a facilitar un gobierno de centro-izquierda, consciente de que los sondeos le concedían una exigua mayoría parlamentaria.

De hecho, en número de escaños, el bloque que lidera Lofven solo aventaja en uno a la Alianza que encabezan los moderados de Ulf Kristersson. La coalición de centro-derecha obtuvo el 40,3% de los sufragios, casi la mitad de los cuales –19,8%– corresponden al Partido Moderado, y no se plantea ponérselo fácil a Lofven.

Kristersson ha aprovechado sus primeras palabras tras el cierre de los colegios electorales para pedir la dimisión del primer ministro y ha asegurado que "ha sido claro durante todo el proceso electoral" sobre los pasos qué está dispuesto a dar. "La Alianza no gobernará ni discutirá la formación de un Gobierno con los Demócratas Suecos", ha añadido el dirigente conservador.

Demócratas Suecos, entretanto, presume de unos resultados sin precedentes, al consolidarse como tercera fuerza con un 17,6% de los sufragios. Su líder, Jimmie Akesson, que ha logrado maquillar los orígenes neonazis de la formación para pescar votos en caladeros a priori desfavorables, aspira a ser el árbitro.

"Ganaremos una gran influencia sobre lo que sucede en Suecia durante la próxima semana, los próximos meses y los próximos años", ha manifestado el dirigente ultraderechista, que ha instado a Kristersson a elegir entre el apoyo de los Demócratas Suecos o a aceptar otros cuatro años socialdemócratas de la mano de Lofven.

Sus 62 diputados tienen la capacidad para inclinar la balanza, algo que ya se han apresurado a celebrar líderes europeos de la ultraderecha como el italiano Matteo Salvini, la francesa Marine Le Pen y el holandés Geert Wilders.

Ligero alivio

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Habida cuenta de que algunos sondeos llegaron a situar a la ultraderecha como segunda fuerza política, hay quien prefiere ver en Suecia el vaso medio lleno y celebra que "la explosión no se ha producido". "Deberíamos estar sinceramente agradecidos por eso. "Suecia pisa ahora terrenos más firmes de los que nos habíamos temido antes de las elecciones", afirma en un editorial el diario Expressen, de tendencia liberal, según la agencia Reuters.

La prueba de fuego parlamentaria llegará en menos de un mes, ya que los diputados suecos deberán votar una moción de confianza sobre el primer ministro antes del 8 de octubre. Las leyes suecas estipulan que, si tras cuatro intentos fallidos no hay primer ministro, el contador de todos los partidos volverá a estar a cero y las urnas saldrán de nuevo a la calle.

A falta por tanto de que se concluya el recuento –para incluir por ejemplo los votos en el extranjero– y los partidos terminen de tomar posiciones, el único dato confirmado por ahora es el de la participación, que ha vuelto a alcanzar niveles insólitamente altos. Un 85,81% de los más de siete millones de suecos llamados a votar participaron en los comicios, más que en 2014.

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