El auge de la ultraderecha hace peligrar uno de los bastiones socialdemócratas en Alemania

Hay señales que no engañan. A lo largo del mes de enero, la ciudad de Bochum, una tranquila aglomeración alemana del Ruhr, ha vivido un fenómeno poco habitual hasta ahora: el vandalismo contra carteles electorales para las elecciones federales del 23 de febrero. Han sido arrancados, rasgados y tachados. Y según el diario local WAZ, la policía reconoce que se trata de un fenómeno generalizado.
Lo sorprendente es que los carteles del Partido Socialdemócrata (SPD) son los más afectados. El candidato del partido en la primera circunscripción de la ciudad, Serdar Yüksel, habló incluso de “ataques” y prometió presentar denuncias. Pero el simbolismo es fuerte. En Bochum, el SPD no es un partido más, es una institución.
Esta ciudad de 300.000 habitantes, a medio camino entre Essen y Dortmund, está gobernada desde 1946 por un alcalde socialdemócrata. Y desde 1961, los dos diputados de la ciudad elegidos por mayoría son socialdemócratas. Como en las ciudades vecinas, el dominio del SPD se basaba en el tejido industrial local, donde el partido y el sindicato formaban un todo que garantizaba buenos ingresos y prestaciones sociales. Sobre este sistema se construyó el establishment socialdemócrata local.
“Cuando entré en la fábrica para mi primer período de prácticas, enseguida nos presentaron el formulario de afiliación al sindicato y al partido”, explica un militante de Los Verdes de Herne, una ciudad de 150.000 habitantes que forma parte del segundo distrito electoral de Bochum. Unos minutos antes, un vecino del antiguo barrio minero de Herne, aún dominado por el viejo pozo, les había rechazado amablemente el folleto: “Digan lo que digan o hagan lo que hagan, votaré al SPD». “Cada vez hay menos votantes de este tipo, pero aún queda alguno”, resume el militante.
En los años setenta se cerraron las minas de carbón, convirtiéndose en monumentos y museos. Luego, una tras otra, empezaron a cerrar las industrias pesadas. En 2014, el enorme complejo de producción de Opel, la fábrica histórica de la marca, se paralizó. Los puestos de trabajo se reconvirtieron en servicios personales, logística y construcción, que solían ir acompañados de una importante pérdida salarial.
El mayor empleador de la ciudad ha pasado a ser la Universidad del Ruhr, y solo el 17% de los puestos de trabajo de Bochum corresponden a la industria, sobre todo la gran acería ThyssenKrupp.
Con estos cambios, la posición del SPD en Bochum se ha erosionado gradualmente. Entre 1961 y 2005, el candidato del SPD fue elegido en Bochum I por mayoría absoluta. En 1998, el candidato del partido obtuvo el 60,7% de los votos. Su resultado descendió después, a medida que la ciudad experimentaba cambios estructurales y se aplicaban las reformas del canciller Schröder. En 2021, el SPD ganó la circunscripción con el 38,3% de los votos. Seguía siendo una victoria cómoda, pero el partido había perdido 22,4 puntos en veintitrés años. Es cierto que la delimitación de las circunscripciones habían cambiado en 2002, pero en el marco actual, el SPD había perdido 41.000 votos en diecinueve años, una caída del 41%.
Así que, inevitablemente, el fracaso de la coalición “semáforo” liderada por el socialdemócrata Olaf Scholz y la pésima posición del partido a nivel nacional hacen que se siga temiendo una pérdida de influencia del SPD en este bastión. Porque las elecciones europeas de 2024 confirmaron ya ese riesgo: el SPD, con el 21,9% de los votos en la ciudad, fue superado por primera vez por la CDU, con el 23,4%. En 2019, Los Verdes les habían superado, pero en 2014, los socialdemócratas seguían dominando la ciudad con más del 39% de los votos. Por supuesto, las elecciones europeas son especiales y la abstención fue alta (37%), pero las alarmas son claras.
El problema Scholz
La sede del SPD en Bochum es también la del sindicato regional IGBCE de minería, química y energía. Retratos de los líderes históricos del sindicato adornan las paredes que separan los despachos de los funcionarios del partido. Serdar Yüksel, de 51 años, es el anfitrión. Este hijo de inmigrantes kurdos de Turquía tiene una fuerte presencia local y conoce Bochum como la palma de su mano. Incluso sus adversarios lo admiten.
Como candidato al Bundestag, quiere representar a esta ciudad trabajadora y multicultural “donde conviven 160 naciones”. Pero como él mismo dice sin rodeos: “Esta es claramente la campaña electoral más difícil para el SPD en mucho tiempo”. La “pérdida de confianza es profunda” y el “descontento con la política berlinesa es inmenso”, añade. Pero cree que la confianza en el SPD local sigue siendo fuerte, gracias sobre todo al trabajo de base de sus 4.000 afiliados.
Por eso Serdar Yüksel lleva a cabo su campaña lo más lejos posible del SPD nacional. Y no duda en decir claramente: “Olaf Scholz, como canciller, es en gran parte responsable de la situación.” El candidato, que se considera miembro del “ala social” del partido, afirma también que, sobre el terreno, “no ayuda mucho” la impopularidad del canciller saliente, que sigue siendo candidato. “Informé a las autoridades federales del partido de lo que estábamos oyendo aquí, sobre las críticas que la gente hacía a Olaf Scholz, pero no me escucharon”, afirma. De hecho, muchas de las personas con las que hemos hablado en Bochum no dudaron en ocultar su rechazo al canciller saliente.
Encontrar el equilibrio no es fácil. En sus carteles, Serdar Yüksel, como todos los candidatos directos del SPD, sostiene un código QR que remite a... un vídeo de Olaf Scholz. En la campaña, el líder local del SPD se esfuerza, en cualquier caso, por mostrarse lo más cercano posible a los votantes. “Hago campaña en torno a lo que interesa a la gente, a los temas que son importantes para ellos aquí en Bochum, no a lo que es importante en Prenzlauer Berg [distrito burgués de Berlín -ndr], no a si esto o aquello es vegano o no”, insiste el hombre que dice estar seguro de ganar el 23 de febrero.
En su campaña, no duda en adoptar posiciones alejadas de las del SPD federal. Sobre la situación en Palestina, por ejemplo, “una cuestión importante para los habitantes de Bochum, no sólo para los musulmanes”, afirma que “la razón de Estado de la República Federal y la defensa de Israel no pueden ir más allá del derecho internacional”. Como diputado en el Bundestag, se opondrá al suministro de armas al Estado judío. ¿Podrá esta estrategia de base frenar el declive del SPD local?
La sombra de AfD
Las apariencias engañan. En las calles de Bochum, los carteles más presentes en esta campaña son los del Partido Marxista-Leninista de Alemania (MLPD), un partido neo-maoísta cuyo lema es make socialism great again. Están omnipresentes en el centro de la ciudad y superan con creces a los de todos los demás partidos juntos. Pero en las elecciones europeas de junio de 2024, este partido sólo obtuvo 180 votos en toda la ciudad.
Y no es el MLPD lo que está en la mente de todos en la ciudad del Ruhr, como en el resto de Alemania. En su lugar, está el partido de extrema derecha Alternativa por Alemania (AfD), cuyos carteles son tan raros como discretos. “No se les ve por ninguna parte sobre el terreno, son los medios de comunicación los que hacen campaña por ellos”, resume el citado militante ecologista de Herne.
En Bochum, la AfD está menos implantada que en el resto de Alemania. En las elecciones europeas de 2024, el partido obtuvo el 11,9% de los votos, cuatro puntos menos que la media federal. En las elecciones federales de 2021, la diferencia fue prácticamente la misma en la primera circunscripción, pero en la segunda la AfD obtuvo el 9,8% de los votos.
A finales de enero, tanto en Bochum como en el resto de Alemania, la cuestión de la migración estaba en el centro de la campaña, alimentada por los dos atentados mortales de Magdeburgo y de Aschaffenburg, y por el bombardeo mediático, en particular del popular diario de derechas Bild. Serdar Yüksel tiene que admitir que el tema preocupa mucho a los votantes con los que habla.
Frente a la retórica de la AfD, el candidato del SPD señala que “la realidad sobre el terreno en Bochum les demuestra que están equivocados”. La ciudad ha estado marcada por oleadas de inmigrantes que han alimentado la economía local, desde italianos a turcos, españoles, griegos y, más recientemente, sirios. “En el Ruhr, tradicionalmente no tenemos problemas con los migrantes, somos una sociedad abierta y fuerte”, resume Bernhard Koolen, portavoz del partido de izquierdas Die Linke en Bochum.
Esa fuerza quedó claramente demostrada el 19 de enero, cuando se concentraron casi 13.000 personas frente al ayuntamiento para protestar contra el ascenso de la AfD. Además de partidos de izquierda, en la manifestación participaron numerosas asociaciones e iglesias. Pero Bochum no es inmune al auge de la extrema derecha.
En un café-restaurante tradicional de Wattenscheid, antigua ciudad minera que pasó a formar parte de Bochum en la década de 1970, los jubilados están de tertulia a media tarde. Uno de ellos no duda en declarar su voto a la AfD. “En temas de terrorismo, economía e inmigrantes siempre han tenido razón, y ahora los demás partidos dicen lo mismo”, presume, mientras sus compañeros le miran desilusionados, inclinándose aún por el SPD o por el partido de Sahra Wagenknecht.
Para combatir a la AfD, los partidos de izquierda intentan movilizarse en temas sociales. Bernhard Koolen explica que Die Linke, que presenta en la primera circunscripción a Cansin Köktürk, una trabajadora social y escritora conocida por su compromiso en la lucha contra la pobreza, apuesta por una campaña de base. “Para responder a la desesperación de la gente, creemos que tenemos que escuchar lo que tienen que decir y tomárnoslo en serio”, explica Bernhard Koolen, cuyo partido va a lanzar una campaña puerta a puerta por los más de 8.000 hogares de la circunscripción.
“Así será más fácil presentar nuestras propuestas sobre cuestiones concretas como los alquileres, el aumento de los precios de la energía y los salarios”, resume. Aunque asegura que no ve ninguna agresividad y que cada vez le escuchan más, sobre todo los jóvenes, la tarea no será fácil. Die Linke, que en su día se aprovechó de la desafección hacia el SPD, obteniendo el 13% de los votos en Bochum I en 2009, sólo recogió el 4,1% de los sufragios en 2021 y el 3,4% en las elecciones europeas. En el café de Wattenscheid, muchos jubilados siguen dudando sobre su voto el 23 de febrero, pero nadie piensa en votar a Die Linke.
Bochum en crisis
Entre Bochum y Wattenscheid se alza el último templo de la industria local, la fábrica ThyssenKrupp, que se ha visto duramente afectada por la crisis industrial en la que se hunde Alemania desde hace dos años. La situación preocupa a todos los habitantes de la ciudad, ya que es el último gran centro de producción de la región capaz de proporcionar empleos bien remunerados a los trabajadores y de suministrar pedidos a las numerosas pequeñas y medianas empresas industriales de los alrededores.
Pero a Serdar Yüksel no le preocupa en absoluto. “Bochum lleva 150 años cambiando constantemente su modelo económico”, afirma. Para él, esta crisis se superará como todas las demás y sobre ThyssenKrupp, apoya el proyecto de transición a un funcionamiento basado en el hidrógeno liderado por el land y el municipio. Se trata de un proyecto muy incierto, pero para el candidato del SPD es una forma de salir airoso del marasmo actual e inyectar un poco de optimismo en la campaña.
La campaña lo necesita. En general, la coalición “semáforo” ha sido para muchos una experiencia desastrosa. “Estamos preocupados, los alquileres y los gastos de calefacción se están comiendo nuestros ingresos”, decía una pensionista a la salida de un supermercado al sur del centro de la ciudad. Ella “siempre” ha votado al SPD, dice, pero esta vez está “muy enfadada con Olaf Scholz, que dejó que Los Verdes hicieran sus tonterías, lo que ha hecho que los precios se disparen”. No sabe a quién votará el 23 de febrero.
La inflación y la economía son uno de los principales temas de campaña en una región que, a pesar de la retórica triunfalista del SPD sobre los exitosos “cambios estructurales” del Ruhr, está azotada por la pobreza y el desempleo. La tasa de desempleo en Bochum era del 10,2% en enero de 2015, según la oficina de empleo local, frente al 6,4% a nivel federal.
La pobreza también está muy presente en la región. Según un informe de la asociación Der Paritärische, la tasa de pobreza era del 20,8% en 2023. Esta cifra es ligeramente inferior a la del conjunto de la región del Ruhr (22,1%), pero muy superior a la media alemana (16,8%).
La reconversión ha dejado sus huellas en Bochum : los empleos suelen estar peor pagados y los de servicios no han sustituido del todo a los industriales. La gente suele encontrar trabajos a tiempo parcial que no le permiten vivir adecuadamente. En Bochum, la tasa de subempleo, es decir, de personas que trabajan pero desearían trabajar más, es del 12,3% de la población activa.
Por eso, cuando llegan la inflación y el estancamiento, la situación se complica. A pesar de que la coalición saliente ha reformado el sistema de protección social Hartz IV, hay mucho resentimiento. En el café de Wattenscheid, las palabras nunca son suficientemente duras para los “holgazanes” que reciben, “sin hacer nada”, el Bürgergeld, la prestación para parados de larga duración que sustituyó a Hartz IV. A pesar de que algunas personas allí presentes explican que sus familiares sobreviven gracias a él.
¿Culpa de Los Verdes?
También están resentidos con Los Verdes. En Wattenscheid, este partido ecologista sólo obtuvo el 10% de los votos en las elecciones europeas, frente al 15,6% del conjunto de la ciudad. Un grupo de personas sobre los cuarenta años, que se reúnen en un café cercano a la plaza August-Bebel, fundador del SPD y amigo de Friedrich Engels, atribuyen las dificultades de ThyssenKrupp y de la industria alemana “a los desvaríos de Los Verdes con sus normas medioambientales y su energía inasequible”. En su opinión, la CDU de Friedrich Merz dará la vuelta a la situación.
El propio SPD no duda en aprovechar este sentimiento para intentar ganar algunos votos. Aunque el SPD y Los Verdes forman mayoría en Bochum, los ecologistas son una fuerza al alza en Bochum, gracias sobre todo a la presencia de la universidad. En Bochum I, Los Verdes obtuvieron el 20,6% de los votos en 2021, por delante de la CDU. Serdar Yüksel no duda en subrayar sus diferencias con el partido ecologista “en materia de economía y energía” y en atribuir la recesión actual a “la ideología de Robert Habeck”, ministro federal saliente de Ecología y candidato verde a la cancillería.
En la otra circunscripción, Bochum II, la candidata directa de Los Verdes, Anna di Bari, de 25 años, lidera la campaña con paso firme. Su circunscripción es más difícil que Bochum I (su partido sólo obtuvo un 12,5% en 2021), pero ella afirma que el ambiente en torno a la campaña de Los Verdes es “bueno”. También destaca la diferencia entre el ambiente anti-verdes a nivel nacional y la situación local, donde sus argumentos son más escuchados.
Pero como hemos visto, este ambiente también es fuerte a nivel local. “La idea de que Los Verdes son responsables de todo ha disminuido en las últimas semanas”, afirma. En su opinión, la gente se está dando cuenta de que esa es una postura “fácil”. “Criticar a Los Verdes impide ocultar la falta de propuestas para una transformación ecológica”, señala. Anna di Bari asegura que responde a las críticas sobre el nivel de vida y que no se dirige sólo a una supuesta “clientela” de su partido.
En Herne, se puso manos a la obra en un antiguo distrito minero. Acompañada por un par de militantes, llamó a todos los timbres y recibió una acogida cortés pero distante. Sin embargo, había una sensación de polarización. Cuando en el jardín de la casa hay una bandera alemana en lugar de las banderas de los equipos de fútbol locales, ella sabe que la bienvenida podría ser más fría. Algunas puertas se cierran sin coger el folleto. Un hombre se enfadó: “¿Los Verdes? Deberíais desaparecer”, proclama. Un poco más allá, la acogida es muy cordial y el voto ya está conseguido.
Riesgo democrático
El 30 de enero, el quiosco azul de la CDU, aún cerrado, plantado a la entrada de la estación central de Bochum, que exhibía un antiguo eslogan para las elecciones europeas, se encontró con una enorme pintada escrita por la noche: “Merz llevará a la AfD al poder”. El día anterior, por primera vez en la historia de la República Federal, la CDU, la CSU y el FDP habían votado juntos a favor de limitar la inmigración con los votos de la extrema derecha.
La conmoción ha llegado a las calles de Bochum, donde no cesan las convocatorias de manifestaciones. Cerca de las enormes obras que ocupan una plaza del centro de la ciudad, dos obreros de la construcción se toman un descanso y comentan el suceso. ¿Formarán el SPD y Los Verdes una alianza con la CDU tras esta votación? ¿Habrá una coalición entre Friedrich Merz y la AfD después del 23 de febrero? Ambos lo están debatiendo, pero por lo que a ellos respecta, la votación de la moción en Berlín tendería a hacerles volver al SPD “a pesar de todo”. Sin embargo, advierten, se decidirán en el último momento.
Serdar Yüksel ha centrado su campaña en esta cuestión democrática. “Estas elecciones son un momento decisivo para la República Federal y para la democracia”, proclama. Y añade: “Nunca ha habido un movimiento de masas hacia la extrema derecha de esta magnitud, y el peligro de una coalición entre la AfD y la CDU es real”. ¿No está dramatizando para movilizar al electorado en favor del SPD? “En absoluto”, responde. “En conversaciones con mis colegas de la CDU en el parlamento regional, me he dado cuenta de que están dispuestos a acercarse a la AfD”, explica.
Su campaña se centra, por tanto, en “defender la democracia y el Estado social”. Al fin y al cabo, su escenario es el de un proceso “a la austriaca”: conversaciones con Los Verdes o el SPD que fracasan y dan paso a una coalición con la AfD. Anna di Bari dice lo mismo: “Hace unas semanas, pensaba que una coalición así era imposible, pero ya no estoy tan segura, y creo que el escenario austriaco ya no se puede descartar”, resume.
La situación ya ha agitado las cosas. Para la candidata ecologista, parte del electorado cristiano moderado de la región, tradicionalmente vinculado a la CDU, irá a buscar refugio en Los Verdes. Para ellos, es una forma de favorecer una alianza verdinegra que evite una coalición con la derecha. Pero, al mismo tiempo, el SPD tiene que evitar la fuga de su electorado tradicional hacia la AfD y, en menor medida, hacia el partido de Sahra Wagenknecht. Entre la decepción de los años de Scholz, la sensación de crisis que crece, sus raíces tradicionales de izquierda y el riesgo democrático, Bochum va a tener que elegir. Y será decisiva para el futuro.
Movilización masiva contra la extrema derecha en Alemania
“Somos el cortafuegos”, proclamaban decenas de miles de manifestantes el domingo 2 de febrero en el centro de Berlín para resistir al acercamiento iniciado entre la derecha y la extrema derecha alemanas a tres semanas de las elecciones legislativas. La concentración a los pies del Bundestag, el Parlamento alemán, contra este “pacto con el diablo”, fue masiva: 160.000 personas según la policía, 250.000 según los organizadores.
La movilización iba claramente dirigida contra el candidato conservador (CDU) a la cancillería, Friedrich Merz, que se ha apoyado en la AfD para aprobar leyes sobre inmigración, rompiendo un tabú político de posguerra en el país. Hasta ahora, los partidos tradicionales se habían negado a cooperar con la extrema derecha a nivel nacional, en nombre del “cordón sanitario” implantado contra la formación nacionalista hostil a los inmigrantes.
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Ya el sábado se habían manifestado más de 220.000 personas en las principales ciudades del país, entre ellas Hamburgo, Leipzig, Colonia y Stuttgart, según cifras recopiladas por la cadena de televisión pública ARD.
Traducción de Miguel López