La cancelación del mayor festival de cómic de Europa destapa años de abusos y gestión tóxica en Angulema

Cartel del Festival International de la Bande Dessinée 2025 con un sello de cancelación para 2026

Ellen Salvi (Mediapart)

Cuando se enteró de la cancelación definitiva de la edición de 2026 del Festival Internacional del Cómic (FIBD), Élise Bouché-Tran sintió un inmenso “alivio”. “Cada año, se me encoge el corazón cuando se acerca el mes de enero, vuelvo a pensar en todo lo que pasó, es como una pesadilla que se repite”, cuenta quien fue responsable de comunicación de 9eArt+, la empresa que hasta entonces gestionaba el evento estrella de la ciudad de Angulema.

Bouché-Tran, que acusa a la empresa de haberla despedido después de que ella contara que había sido víctima de una violación durante el festival en 2024 (hay dos procedimientos en marcha, uno penal y otro laboral), era conocida hasta hace muy poco con el nombre de Chloé, seudónimo con el que publicó su testimonio el año pasado en las columnas de  L’Humanité. Desde la publicación en el diario, todo ha cambiado en el pequeño mundo del cómic.

Tras meses de movilización de los autores y autoras de cómics, a los que pronto se unieron las editoriales, que anunciaron unánimemente el boicot al festival, 9eArt+ acabó oficializando su cancelación. En un comunicado difundido el lunes 1 de diciembre, los abogados de la empresa señalan la responsabilidad de los “financiadores públicos que no han dejado de inmiscuirse en la gestión, pese a que es privada, de este evento, con la voluntad manifiesta de expulsar al organizador histórico”.

Para muchos, este comunicado presagia un futuro pulso legal entre la empresa 9eArt+ y las autoridades, empezando por el Ayuntamiento de Angulema. “Sin editores, autores y autoras y sin los asistentes, no hay festival, por lo que no hay subvención”, indicó el 20 de noviembre el alcalde de la ciudad, Xavier Bonnefont, del partido Horizons, reclamando una nueva concertación “con todos los actores para organizar una edición 2027 en las condiciones esperadas por toda la profesión”.

“Soy consciente de que esta situación es muy complicada para la ciudad de Angulema, pero todo ello permitirá partir de una buena base, con una organización más humana”, se congratula Élise Bouché-Tran, refiriéndose en particular a la brutalidad de la gestión de sus antiguos empleadores. Esa brutalidad era conocida por muchos, al igual que la opacidad financiera de 9eArt+, ya señalada en un informe del tribunal regional de cuentas en 2022, sin que nadie se decidiera a dar un puñetazo sobre la mesa frente a su denostado jefe, Franck Bondoux (ver caja negra).

“Un sistema de opacidad, prohibiciones y secretos”

Marguerite Demoëte también ha sido víctima de esa “gestión tóxica”. Hasta la fecha, la exdirectora artística del FIBD, despedida en junio tras meses de marginación, aún no se había pronunciado públicamente. Para ella, la cancelación de la edición de 2026 marca “el fin de un conflicto”. “Por un lado, me siento muy apegada a este evento y, por otro, ya no podía seguir aceptando la forma en que se hacían las cosas internamente”, afirma.

Demoëte, responsable de las ediciones 2024 y 2025 del festival, habla de “todo un sistema de opacidad, prohibiciones y secretos, que privaba a los empleados de un entorno de trabajo”. “Era un equipo pequeño que trabajaba mucho y en el que reinaban la precariedad y la ley del más fuerte”, explica. “La edición de 2025 fue un infierno. Todos mis proyectos eran rechazados, intentaban imponerme cosas y me ocultaban muchas otras. Franck Bondoux trabajaba a puerta cerrada con su hija, Johanna.”

Fue precisamente a su hija, directora de desarrollo del festival a través de su empresa Mentalo, a quien se dirigieron los miembros del gran jurado del FIBD 2025 el año pasado para pedir más transparencia tras las revelaciones de L’Humanité. “Se percibía una especie de negación con respecto a lo que estaba sucediendo”, recuerda la periodista Camille Diao, miembro de este jurado. “Les sugerimos que pidieran una auditoría, la dirección parecía bastante abierta a la idea, pero, aparentemente, no se ha hecho nada al respecto desde entonces”.

Es como en una familia disfuncional: lo teníamos todo delante de nuestras narices, pero no queríamos verlo

Frédéric Lavabre, director de la editorial Sarbacane

Sin embargo, todo estaba sobre la mesa: el enfado ya antiguo de los profesionales del cómic, que no soportaban más la gestión de 9eArt+ y ahora lo expresaban alto y claro; la historia de Élise Bouché-Tran; las huellas dejadas por el caso Bastien Vivès; la ausencia de directrices en la programación; el establecimiento de asociaciones comerciales problemáticas; la rotación de los equipos; la opacidad financiera de la empresa; el aislamiento de Franck Bondoux...

“Llevamos diez años hablando de los problemas de Angulema”, resume Frédéric Lavabre, director de la editorial Sarbacane. “Es como en una familia disfuncional: lo teníamos todo delante de nuestras narices, pero no queríamos verlo.” Durante años, estima el editor, todo el mundo ha querido aferrarse a este evento tan importante para el mundo del cómic. Los intereses eran tan numerosos como diversos. Y nadie quería correr el riesgo de poner en peligro el edificio general.

Aunque las autoras llevaban mucho tiempo movilizadas, en particular a través del Colectivo de Creadoras de Cómic contra el Sexismo, creado en 2016, fue necesario que surgiera un proyecto que perpetuara la gestión del festival por parte de la empresa 9eArt+ para que los editores siguieran su ejemplo. Y empezaron a plantearse seriamente la posibilidad de un boicot, que fue aprobado en noviembre por todas las estructuras representativas. “En el fondo, ellas fueron más valientes que nosotros”, reconoce Frédéric Lavabre.

La inquebrantable lucha de las autoras

La editora y traductora de cómics Marie-Paule Noël, miembro del Colectivo de Creadoras de Cómics contra el Sexismo y del Sindicato de Trabajadores Artistas-Autores (STAA CNT-SO), admite que “los autores han tardado mucho en tomar el relevo”. “Las autoras, que son las más maltratadas y precarias, se apoyan mutuamente desde hace años”, recuerda. “A ellas también les gusta Angulema, pero ninguna quería participar en un festival que maltrata a las personas”.

Según todas las personas encuestadas por Mediapart, la cancelación de la edición de 2026 es “desgarradora”, pero todas ellas aplauden la lucha inquebrantable de las autoras y su girlcott, el equivalente femenino del boicot. A pesar de las burlas de la columnista de France Inter Sophia Aram, este girlcott dice mucho sobre el enorme salto que ha dado el mundo del cómic en pocos meses.

En un entorno aún impregnado de sexismo y tabúes, fueron las autoras las que hicieron posible este “emocionante avance”, en palabras de Manon Picot, codirectora de la librería Lilosimages de Angulema. Desde Mirion Malle hasta Anouk Ricard, pasando por Pénélope Bagieu, Julie Doucet o Posy Simmonds, todas las generaciones de creadoras se han unido en torno a una misma lucha. “Poseen una radicalidad política muy gratificante”, sonríe la librera. “Son ellas las que están forjando el futuro de su profesión. Lo que han logrado es histórico”.

“Es increíble ver lo que ha logrado la movilización de las autoras”, aplauden tanto Marguerite Demoëte como Élise Bouché-Tran, satisfechas de constatar que “las autoras podrán ahora estar en el centro de todo”. “Es muy bueno para el mundo del cómic”, añade la exempleada de 9eArt+, que ha recibido mucho apoyo de las creadoras.

Serge Ewenczyk, fundador de la editorial Çà et là y miembro del Sindicato de Editores Alternativos, lo confirma: “Fueron ellas las que impulsaron la petición del mes de abril [primer llamamiento al boicot del festival firmado por 400 autores, ndr], fueron ellas las que nunca se rindieron.” Sin prejuzgar el futuro del FIBD, los profesionales del cómic se alegran de ver “a los autores y autoras volver al centro del juego”.

En esta ciudad marcada por el cómic, la ausencia del festival se perfila como una catástrofe económica

A pesar de todo, esta historia deja un sabor amargo a muchos de ellos. “Las cosas se han alargado demasiado, la situación se ha podrido”, lamenta Serge Ewenczyk, quien considera que las autoridades “no han jugado limpio”. “Si la región y el Ayuntamiento hubieran sido mucho más firmes mucho antes, no estaríamos en esta situación”, añade. De hecho, la cancelación de la edición de 2026 es un auténtico “accidente industrial”, en palabras de Frédéric Lavabre. Tanto para el mundo del cómic como para la ciudad de Angulema.

Comerciantes, hoteles, restaurantes, trabajadores temporales, etc., en esta ciudad marcada por el cómic, la ausencia del festival se perfila como una catástrofe económica. “Es un desastre”, lamenta la librera Manon Picot, que señala una “falta de valentía política”. A pocos meses de las elecciones municipales, esto podría costarle caro al alcalde, Xavier Bonnefont, que aún no ha anunciado su candidatura. Contactado por Mediapart, el edil no respondió a nuestras preguntas.

En cualquier caso, el asunto del FIBD va mucho más allá del marco de las elecciones, según Patrick Mardikian, consejero departamental de Charente, presidente de la Cité internationale de la bande dessinée et de l'image (Ciudad Internacional del Cómic y de la Imagen) y ahora candidato a las municipales con el apoyo del Partido Socialista. “Lo que está en juego es enorme para la ciudad de Angulema, es todo un ecosistema el que está en peligro”, insiste, para él todo “un desastre”, cuando las alertas se remontan al menos a una década.

Iniciativas en toda Francia

Más allá de la batalla legal que se avecina, los profesionales del cómic se centran ahora en el futuro del FIBD y su gestión. Continúan las discusiones en el seno de la Asociación para el Desarrollo del Cómic en Angulema (ADBDA), un organismo de mediación creado en 2017 por el ministerio de Cultura a raíz de una crisis anterior: la ausencia de autoras en la lista de candidatos al gran premio del festival en 2016.

Las autoridades públicas ya han anunciado una actualización de los estatutos de la ADBDA con el fin de integrar a las organizaciones representativas de autores y autoras de cómics, pero las negociaciones aún están en curso y por el momento no se ha firmado nada. Mientras tanto, la organismo de mediación ha dado a conocer la lista de sus reivindicaciones para los creadores y creadoras, el público, el festival en general, pero también la lucha contra la violencia y el acoso sexistas y sexuales.

El anuncio oficial de la cancelación del festival también fue recibido con “alivio” por los libreros de Lilosimages en Angulema, que esperaban “el punto final” de la serie 9eArt+ para lanzar sus propias iniciativas y poner en marcha “un inmenso off”. “Nuestro deseo, como actores locales, es celebrar el cómic con nuestros medios”, explica Manon Picot, que espera poder organizar en su librería mesas redondas sobre temas como “el feminismo, la ecología o la descolonización”.

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El alcalde ya ha indicado que quiere destinar las subvenciones que normalmente se conceden al FIBD a los comerciantes de la ciudad. “Celebraremos el cómic en Angulema sin Franck Bondoux, pero eso no salvará la economía local”, advierte Manon Picot. “No podemos pasar de la mayor fiesta del cómic europeo a la fiesta del cómic local”, alerta también Patrick Mardikian. “Estamos dispuestos a hacer cosas con la Cité pero por el momento no tenemos respuesta. Tengo la impresión de que cunde el pánico”.

En otras partes de Francia, se han previsto otras iniciativas para rendir homenaje al cómic a principios de 2026. En París, una docena de editoriales independientes, entre ellas Çà et là, L'Association o Les Rêveurs, han previsto un evento el último fin de semana de enero en Ground Control, en el distrito XII.

Caja negra

Contactado por Mediapart, Franck Boudoux no respondió a nuestras preguntas. También contactamos con los abogados de la empresa 9eArt+, que nos remitieron al comunicado difundido el 1 de diciembre.

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