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Qué hay detrás de la camiseta de Messi en el PSG

Lionel Messi, durante el partido de fútbol de la Ligue 1 francesa entre el Stade Reims y el París Saint-Germain.

Jérôme Latta (Mediapart)

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Soy la camiseta de Lionel Messi, la primera del París-Saint Germain que se puso, el martes 10 de agosto de 2021, a eso de las 8 de la tarde, en el Parque de los Príncipes. El futbolista prodigio me blandió ante las cámaras, volvió a vestirse conmigo en los vestuarios y dimos unos toques al balón en el césped. Unos segundos con Messi: ¿somos conscientes de lo que significa?

Todo ocurrió bajo las cámaras del club, en una puesta de escena hollywoodiense que contrasta con mis comienzos más anónimos en una de las 104 fábricas vietnamitas (450.000 empleados, 80% de mujeres) que trabajan para Nike. Fui elegida entre miles del mismo estilo como la camiseta local masculina 2021-2022 del PSG. Alto de gama, el modelo “Match” que llevan los jugadores.

La boutique on line del club nos vende a 139,99 euros, modelo hombre o mujer, a lo que debes sumar 18 euros más por añadir el nombre y número de Messi (o de otro jugador), total 157,99 euros. La versión infantil, lisa, está a 119,99 euros. Los modelos Stadium son más asequibles, a 89,99 euros la de adulto y a 60,99 la de niños. Todos esos precios psicológicos son tal vez para que no calcules la inflación que he padecido durante el camino.

100% poliester, 135 millones de euros

Mi coste de fabricación es confidencial, pero dudo mucho que pase de 10 euros. Por una camiseta vendida en 85 euros, el colectivo Ética sobre la Etiqueta estima un coste de cinco euros (de los cuales entre 0,60 y 0,80 euros son el salario del obrero). El de la túnica de los Bleus en 2018, vendida al mismo precio que yo, habría sido de unos tres euros, según calculó entonces una agencia de marketing.

Nos podemos hacer un lío, pero los fabricantes no. Atención, mi fibra Dri-FIT ADV, 100% poliester procedente de botellas recicladas, “contiene un tejido anti transpiración con innovaciones punteras para estar siempre seco”, como un bebé en su pañal (para información, el kit bebé con pantalón y calcetines cuesta 59,99 euros).

Si el argumento tecnológico no os convence, podéis buscar una falsificación. Las ofertas oscilan en AliExpress entre 16 y 25 euros, con la personalización Messi y los portes. Os lo desaconsejo: su relación precio calidad es peor que la mía. No subestiméis mi valor. Son 75 millones de euros anuales los que Nike paga al PSG desde 2019 para ser su proveedor hasta 2034, contra los 25 millones que se pagaban antes. A eso hay que añadir 60 millones anuales para que el grupo Accor aparezca en mi torso como patrocinador principal.

De todas formas no os creáis esas fábulas que corren por ahí cada vez que un gran jugador firma con un nuevo club. No, las ventas de camisetas no son suficientes, ni en algunas horas ni en algunos días, para compensar su coste al club. Con el 10 al 20% del precio que se queda el club por cada venta, harían falta muchísimas para que yo cubra los 41 millones anuales netos del argentino.

Ya no es solo una camiseta de fútbol

Lo gracioso es que en la misma tarde de la celebración ya se agotó el stock. La próxima entrega será en octubre. ¡Qué más da! Una ruptura de stock no es más que comunicación, imágenes de las colas en las tiendas oficiales y publicidad gratuita que contribuye a la notoriedad y prestigio de la “marca PSG” asociada a la “marca Messi”.

El director financiero parisino espera, a largo plazo, más bien una revalorización global de todos los contratos de patrocinio, asociaciones y otras fórmulas comerciales. No obstante, tanto él como yo tenemos la intención de superar con creces el millón de unidades vendidas en cada una de las tres últimas temporadas.

Para las franquicias deportivas internacionales que son ahora los grandes clubes europeos, representamos un mercado enorme. El mayor vendedor de las dos últimas décadas, el Manchester United, ha visto pasar sus ventas de 100.000 unidades a principios de este siglo a más de tres millones en 2018.

La camiseta de fútbol se ha convertido en ropa urbana, resultado de la hibridación entre sportwear y lifestyle, como se dice en jerga comercial. Tenemos que cambiar cada año, ofrecernos en varios modelos: exterior por supuesto, pero también third, incluso fourth, como la del PSG la última temporada, abigarrada de colores malva y rosa.

Hay que reconocer que somos cada vez menos fieles a los motivos y colores de origen, y a menudo víctimas de la moda. Yo soy sobria, lisa, pero... no me parezco a una camiseta del PSG. El regreso a la histórica camiseta Hechter (azul oscuro con una banda ancha vertical roja ribeteada de blanco) habrá sido efímero. Los hinchas ultras han hecho un llamamiento a boicotearme en mayo.

Los hinchas son demasiado conservadores y las cifras de venta les llevan la contraria. Sobre todo porque antes de los años 90 no llevaban la camiseta en tribuna, era un producto para los niños. Ahora, los fans son bastante majos no solo porque nos compran muy caras, sino también por hacer gratis de hombre-sandwich en beneficio de los patrocinadores que figuran sobre nosotras.

Indonesia, Camboya, Vietnam: lejos del salario mínimo vital

¿Os habéis fijado? Mi marca no es Nike sino Jordan, su filial creada en 1997 en asociación con Michael Jordan: en mi pecho derecho se ve la silueta del jugador de baloncesto americano en lugar del corchete de la casa madre. PSG x Jordan es cobranding. Han mezclado sus logos e imaginado unas camisetas disruptivas. Puede gustar o no, pero el cuchicheo es mundial.

En cualquier caso, creo que voy a gustar. Es cuestión de lanzar de nuevo pedidos de Nike a las fábricas de Tailandia e Indonesia. En un informe publicado en julio, la ONG Clean Clothes Campaign ha constatado, desde el inicio de la pandemia, una reducción salarial, una presión creciente sobre los empleados, salarios impagados, despidos masivos, dimisiones forzosas y medidas sanitarias insuficientes.

En Nike.com podemos encontrar un mapa interactivo de sus casi 500 subcontratistas en 42 países con más de un millón de trabajadores, La marca, como los demás grandes operadores de ropa, se desliga de China, donde los salarios rondan el nivel de salario vital, y prefieren Indonesia, Camboya o Vietnam, donde son inferiores entre un 45 y un 65%.

Nike es una de las multinacionales de ropa cuya actividad se ha recuperado mejor en 2020 y 2021. Una coalición de más de 200 grupos de defensa de los derechos les ha pedido que compensen el impacto de la crisis sobre los trabajadores con una contribución equivalente a 0,10 dólares por camiseta fabricada.

No hay que exagerar. Ya no estamos en 1996, cuando supimos que se empleaban niños para la fabricación de balones Nike en Pakistán. Desde entonces, la marca ha elevado sus estándares éticos y ha hecho esfuerzos de transparencia. Y luego, dicen también las asociaciones, la cuota que va a los trabajadores sobre el precio de un par de zapatillas Nike o Adidas ha bajado un 30%. Menos abusos, más beneficios: ¿quién va a quejarse?

El material del comercio globalizado

Los sindicalistas y los activistas no comprenden que los proveedores de equipaciones corren con enormes gastos de patrocinio. Por ejemplo, Nike le garantiza a Cristiano Ronaldo 16,2 millones al año, aparte de bonificaciones. Messi es embajador de Adidas por 12 millones de euros al año. Nike paga también 50 millones por la camiseta del equipo de Francia o 155 millones por el del FC Barcelona. Siempre al año.

Es fácil decir, como Clean Clothes Campaign en 2018, que “si Nike y Adidas hubieran mantenido sus contratos de patrocinio al nivel de 2012 en lugar de elevarlos a niveles sin precedentes, habrían liberado los suficientes recursos para garantizar un salario vital a todos los trabajadores de sus principales países de producción, China, Vietnam, Indonesia y Camboya”.

¿Qué proponen esos idealistas para mantener las excepcionales cifras bursátiles de Nike en el siglo XXI y sus impresionantes niveles de dividendos? Que obreros y consumidores, en cada extremo de la cadena, hagan sacrificios. Yo he visto que en febrero pasado se presentó, en nombre de la Asociación de Uigures de Francia, una denuncia contra Nike por “prácticas comerciales engañosas y complicidad en receptación de trabajos forzados”, pero la empresa lo ha negado. Lean su informe Impacto 2020y verán hasta qué punto son loables sus intenciones en materia de responsabilidad social y medioambiental.

¡Qué queréis que os diga! ¡Estoy hecha con el material del comercio globalizado! Las camisetas de fútbol son un sueño, ojos que brillan con la idea de vestir el auténtico santo sudario del mejor futbolista de la historia. Eso no tiene precio. Bueno, sí: 157,99 euros, pero ¿me entiendes, no?

En un año, nosotras, las camisetas del PSG 2021-2022, seremos archivadas en provecho de los nuevos modelos y seremos rebajadas en la web oficial. Pero yo habré entrado en la historia y en los buscadores de imágenes “Messi París”.

Por el momento, estoy en una maleta en el hotel Royal Monceau, residencia provisional de Lionel. Quién sabe lo que pasará conmigo: ¿seré regalada a un amigo, puesta en subasta a beneficio de una obra caritativa, olvidada en un armario? Preferiría estar colgada en un museo. Después de todo, soy un buen testimonio de nuestra época.

  • Las cantidades de los contratos indicados son la mayor parte estimaciones de los medios deportivos y económicos.
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Traducción: Miguel López

Texto original en francés.

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