La agricultura ecológica saldrá reforzada si Bruselas impone aranceles del 100% a los fertilizantes rusos

Recogida de trigo en la parroquia de Calvo, a 31 de julio de 2023, en Abadin, Lugo.

La Comisión Europea planteó la semana pasada a los Estados miembros introducir un arancel de hasta el 100% a la importación de una serie de productos agrícolas rusos, incluidos los tipos más comunes de fertilizantes, que en los últimos años se han disparado pese a la guerra. La medida encarecerá a corto plazo las frutas y verduras, y obligará al sector primario a reconvertirse, pero los expertos creen que permitirá también fomentar la agricultura ecológica y fortalecer la soberanía europea en el sector alimentario. Los agricultores europeos, sin embargo, han cargado contra la propuesta porque golpearía la rentabilidad del sector, aunque los expertos creen que su impacto será limitado en España, donde los fertilizantes rusos representan el 15% de las importaciones.

El plan de la Comisión, respaldado por al menos ocho países del bloque, plantea crear un nuevo arancel específico para los fertilizantes de entre 40 y 45 euros por tonelada, según el tipo de abono, a partir del 1 de julio, lo que encarecería el producto alrededor de un 13%. Este tributo se sumaría al arancel actual del 6,5% y se iría incrementando hasta alcanzar en tres años entre 315 y 430 euros por tonelada, lo que equivaldría a un arancel del 100%, acabando de facto con la entrada de fertilizantes rusos.

Tomás García Azcárate, vicedirector del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC, expñica que estos aranceles harán daño al sector primario a corto plazo, pero también son una oportunidad para reconvertir la agricultura europea a modelos más sostenibles. “Al principio no habrá sustituto y eso encarecerá los alimentos. A medio plazo obligará al sector a cultivar con más fertilizantes orgánicos, reforzando la nueva Política Agraria Común, que defiende una agricultura verde y menos intensiva”, señala el experto. También acelerará una de las metas del Pacto verde europeo: reducir el uso de fertilizantes un 20% frente a 2020.

Por otra parte, los analistas subrayan que deshacerse de los fertilizantes rusos es una tarea obligatoria para Bruselas, igual que se está desligando de los combustibles fósiles. "Es fundamental que nos tomemos en serio la soberanía alimentaria, y parte de ese trabajo es elegir a quién compramos los fertilizantes. Hoy somos nosotros los que ponemos los aranceles, pero en el futuro puede ser Rusia la que decida subirnos el precio", indica Azcárate.

De hecho, los expertos apuntan a que el sector primario europeo está sumido en una contradicción. Llevan un año pidiendo a la Comisión Europea más medidas para reforzar la producción alimentaria dentro del continente para evitar que agricultores de África o Sudamérica cultiven los productos que se comen en Europa.  Por ejemplo, con la fuerte oposición a la firma del tratado de Mercosur. Pero cuando se trata de fertilizantes, no tienen problema en que los fabrique Rusia.

“La contradicción es clara. Por un lado, quieren poner barreras a terceros países porque tienen una mano de obra barata y no cumplen con los estándares ambientales de la Unión, pero también quieren acceso a fertilizantes baratos que además son contaminantes. No hay más que ver el estado de los acuíferos en España”, añade José María García Álvarez-Coque, catedrático de Economía Aplicada en la Universitat Politècnica de València.

Una mayoría de apoyos que no será difícil conseguir

Algunas voces en la Unión Europea reclaman desde que comenzó la guerra atacar al sector de los fertilizantes, donde Rusia es uno de los mayores actores del mundo. Los 27 acordaron en mayo del año pasado aumentar los aranceles al cereal y las semillas de Rusia para castigar la economía rusa, pero buena parte de las exportaciones agrícolas de este país siguen intactas para evitar una inflación en los alimentos europeos. De esta manera, la nueva propuesta de la Comisión abre un debate complejo entre los países agrícolas y no agrícolas, y entre el sector de los fertilizantes (defensor de los aranceles) y los agricultores.

Tomás García Azcárate afirma que los aranceles tienen muchas posibilidades de salir adelante, porque no se discutirá como una medida agrícola, sino política. “Puede tener oposición de Viktor Orbán (Hungría) y compañía, pero tiene muchas posibilidades de salir porque no veo a España ni a Francia —los dos mayores productores de alimentos de Europa— liderando un bloque de oposición a los aranceles. Estamos hablando de sanciones para la guerra, no un debate sobre agricultura”, señala el experto.

En noviembre, Suecia, Dinamarca, Estonia, Finlandia, Irlanda, Letonia, Lituania y Polonia mandaron a la Comisión una carta pidiendo más sanciones contra Rusia, y unos días el Consejo Europeo, donde participaron los 27 líderes, reclamó también más acciones contra sus productos agrícolas. De esta manera, se espera poca oposición política contra la propuesta, que saldría adelante con el respaldo de una mayoría calificada: 15 países que representen el 65% de la población de la UE.

El impacto de la medida, según los analistas, sería indudablemente un encarecimiento de los alimentos, aunque dependerá del país y de la capacidad de la industria de los fertilizantes de ocupar el espacio que ahora tienen las importaciones. Según datos de la Comisión Europea, en 2024 los fertilizantes rusos representaron el 15% de las importaciones de España. En Italia, la dependencia es del 16%, en Francia del 22% y en Alemania del 71%.

España también tiene la ventaja de que la industria de los fertilizantes es potente porque el país cuenta con un abastecimiento de gas diversificado, y produce dentro de sus fronteras aproximadamente la mitad de los fertilizantes que consume, según el Ministerio de Agricultura.

Álvarez-Coque cree la subida de precios será muy limitada porque los aranceles se implementarán poco a poco, mientras que la industria europea de los fertilizantes incrementará rápidamente la producción porque está deseosa de recuperar la cuota de mercado que han perdido frente a Rusia en los últimos años. La razón es que el gas natural se ha encarecido entre dos y tres veces en Europa desde que comenzó la guerra en Ucrania, mientras que Rusia tiene acceso a este combustible a precio de saldo. El gas es un componente indispensable para fabricar los abonos nitrogenados, que son los más comunes en Europa, porque combinados con nitrógeno son la base de la urea y el nitrato de amonio, los dos principales fertilizantes en Europa.

La patronal del sector, Fertilizers Europe, dijo la semana pasada que apoyaba la propuesta de Bruselas y espera que salga adelante, puesto que muchas fábricas han cerrado desde 2021 o han reducido producción. “Durante demasiado tiempo, la industria europea de fertilizantes ha estado expuesta a importaciones a precios artificialmente bajos procedentes de Rusia y Bielorrusia, lo que ha distorsionado gravemente el mercado y socavado la competencia leal. La cuota de Rusia en las importaciones de fertilizantes nitrogenados de la UE ha alcanzado su nivel más alto en cinco años, mientras que el volumen de las importaciones de urea procedentes de Rusia está en un nivel récord de diez años”, lamentan los productores europeos.

Desde el lado contrario, el sector primario europeo ya ha lanzado numerosos comunicados pidiendo que se deseche la medida planteada por la Comisión porque, aunque es “legítima”, no propone opciones para sustituir esos fertilizantes por los de otros proveedores. “Los agricultores europeos no cuentan con ninguna garantía de que la carestía de fertilizantes se vaya a compensar con un incremento de la producción interior de fertilizante a precios competitivos”, contestó el pasado miércoles Copa-Cogeca, la mayor organización agraria del continente, a la propuesta que hizo la Comisión el día anterior.

Copa-Cogeca plantea que si se imponen estas sanciones se reduzcan los aranceles a los fertilizantes de Estados Unidos y Trinidad y Tobago, y se retiren otros tributos a las importaciones globales de estos productos. Asaja, la principal organización agrícola de España, también ha suscrito estas palabras con el argumento de que los fertilizantes llegarían a “unos precios prohibitivos”. “Sería de nuevo un duro golpe para el sector primario”, dijo Pedro Barato, presidente de Asaja, en un comunicado.

Las importaciones, disparadas

La medida se plantea después de que la entrada de abonos rusos se haya disparado desde el inicio de la invasión de Ucrania. En España, según los datos de la Comisión, en 2024 se registraron unas importaciones de fertilizantes rusos de 380.000 toneladas, la mayor cifra desde 2014, cuando comienza el histórico, y un 78% más que en 2023. En el conjunto de la Unión Europea se compraron a Rusia 6,18 millones de toneladas, la mayor cifra desde 2021, cuando comenzó la invasión, y un 32% más que en 2023.

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