Las capitales españolas incumplen los niveles de contaminación que Bruselas quiere implantar en 2030

Varias personas se manifiestan con pancartas en una protesta convocada por Rebelión y Extinción, frente al Ministerio de Transición Ecológica, a 17 de mayo de 2023.

Quince años después de que la Unión Europea introdujese los niveles máximos de contaminación que pueden tener las ciudades, España sigue incumpliendo la directiva en una estación de medición de Barcelona, mientras Madrid roza el tope legal permitido. Mientras tanto, Bruselas negocia endurecer los baremos para que las ciudades europeas reduzcan todavía más los niveles de polución en las ciudades para acabar con esta epidemia de salud pública, la principal causa de muerte no natural en el mundo. La Comisión Europea presentó en septiembre su propuesta de nuevos baremos a cumplir en 2030 y según señaló Ecologistas en Acción este martes, la gran mayoría de España supera esas mediciones: el año pasado 37,8 millones de españoles, el 80% de la población, respiró aire con una contaminación superior a los niveles propuestos para 2030.

"Eso quiere decir que las administraciones públicas van a tener bastante trabajo para conseguir cumplir con la nueva normativa europea que se aprobará en los próximos meses", señaló Miguel Ángel Ceballos, encargado de Calidad del Aire de Ecologistas en Acción, este martes durante la presentación del informe sobre la contaminación atmosférica de 2022. "Volveremos a los incumplimientos generalizados en la práctica totalidad de las ciudades grandes y medianas de España por los nuevos límites legales, que seguramente se aprueben en los límites previstos por la Comisión Europea", añadió.  

Los técnicos de Ecologistas en Acción han analizado los datos de polución registrados el año pasado por los 777 medidores fijos que hay en el país y concluyen que el 100% de los españoles respiró aire contaminado en mayor o menor medida durante el año pasado. Si se tienen en cuenta solo los lugares donde se superaron los límites legales de las diferentes partículas, fueron 7,6 millones de habitantes los afectados, el 16% de la población. 

El problema es que los baremos recogidos como saludables por la ley española y la directiva europea de calidad del aire no son realmente inocuos para el ser humano. Según un estudio reciente, toda exposición a la contaminación es dañina y cuanto mayor sea la concentración de partículas, mayor será su impacto en la salud. De hecho, las normativas europeas de contaminación atmosférica se remontan dos décadas, pero todavía hoy fallecen de forma prematura 300.000 ciudadanos en el continente por la exposición a estas partículas. 

Por eso, lo que pretende la UE es reducir la concentración de la contaminación en las urbes para reducir su impacto en la salud. La Comisión presentó en septiembre su propuesta para revisar la directiva europea de contaminación y propuso establecer unos umbrales de partículas muy parecidos a los que estableció la OMS en 2005, pese a que las Naciones Unidas ya actualizó en 2021 esos límites por considerar los anteriores insuficientes para proteger a la población. La directiva europea actual, en vigor desde 2008, marca que el máximo anual de concentración de partículas de dióxido de nitrógeno (NO2) es de 40 microgramos por metro cúbico de media al año, y la Comisión propone reducirlo hasta 20, mientras que la guía actualizada de la OMS sitúa el baremo recomendado en 10 microgramos. Los técnicos de la Comisión también sugieren una reducción drástica del resto de contaminantes de aquí a 2030, entre ellos las micropartículas PM10 y PM2,5 y el ozono, todos muy presentes en las urbes europeas. 

Según el análisis de Ecologistas en Acción, las principales áreas metropolitanas de España rebasaron el año pasado los límites que propone Bruselas. Citan una veintena de capitales de provincia como Madrid, Barcelona, Zaragoza, Oviedo o Sevilla, donde el NO2 alcanzó valores superiores a los 20 microgramos de media en 2022, pero también se superaron estos límites en otras ciudades medianas de España. "En muchas otras ni tenemos datos porque no se mide", aclara Ceballos. 

La propuesta de la Comisión está ahora siendo analizada por el Consejo y el Parlamento, y ambos organismos tendrán que elaborar su propia proposición de cara a la negociación de trílogos, que debería comenzar a finales de este año, bajo la presidencia española del Consejo de la UE. Si los plazos no se alteran, la revisión de la directiva de aire debería estar aprobada antes de las elecciones al Parlamento Europeo de junio de 2024.

Un bloque amplio de países, reacio a endurecer la directiva

Precisamente este martes los ministros de Medioambiente de los países miembros se han reunido en Bruselas para ver el ánimo general de cada país sobre el endurecimiento de los límites de polución, pero los Estados han mostrado posiciones muy alejadas entre ellos. Un bloque amplio de países cree que sería un error comprar la propuesta de la Comisión y endurecer los estándares de contaminación porque no llegarían a tiempo para cumplir en 2030 y podrían sufrir sanciones a partir de esa fecha. 

"Este es otro ejemplo claro de legislación que los Estados miembros tendrían dificultades para cumplir", señaló el ministro de Medioambiente de Polonia, Michał Kurtyka, un país que durante años ha arrastrado los pies a la hora de atajar la contaminación y que depende todavía hoy de la energía que generan sus centrales de carbón. "Estamos todavía a medio camino de lograr los objetivos actuales de contaminación [los vigentes desde 2008] y espero que podamos contar con recursos de la UE", añadió.  

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Italia es otro de los grandes críticos de la revisión de la directiva por los altísimos niveles de contaminación que registra en el norte del país, y su Gobierno de extrema derecha también es muy reacio a la propuesta de Bruselas. "Unos objetivos tan estrictos no podrán conseguirse en tan pocos años. Hay que evitar partir de bases erróneas y marcar objetivos realistas", señaló su representante en el Consejo este martes. 

Mientras tanto, Países como Alemania, Países Bajos, España o Portugal se situaron este martes a favor de un objetivo ambicioso en la renovación de la directiva, aunque la opinión más repetida por los Estados es que la Comisión es demasiado ambiciosa al tratar de reducir un 50% la contaminación en las ciudades en apenas cinco años. "Reconozco que sin un esfuerzo importante habría un riesgo considerable de no alcanzar los objetivos", contestó Virginijus Sinkevičius, el comisario europeo de Medioambiente, a los 27 ministros. "Por eso la propuesta incluye posponer los objetivos más allá de 2030 bajo situaciones excepcionales, pero no queremos reducir el nivel de ambición. La propuesta es viable y reducirá el impacto de la contaminación en la salud en un 50%, con un coste de unos 6.000 millones de euros", recalcó.

Miguel A. Ceballos señaló este martes que es imprescindible aspirar a esas cifras rotundas propuestas por la Comisión porque la revisión de la directiva no solo legisla sobre los siguientes cinco o seis años, sino que irá más allá de 2030. "Va a marcar la política de emisiones de la década siguiente. Solo hay que ver que la directiva actual es de 2008. Lleva 15 años vigente y seguirá estándolo al menos hasta el verano que viene", declaró. 

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