Una vez más,
Mariano Rajoy, el Partido Popular y sus potentes aliados mediáticos pretenden colar como “normal” lo que a todas luces es
políticamente inadmisible y dudosamente legal. Resulta inimaginable pensar que en cualquier otra democracia pudiera mantenerse en el cargo ni veinticuatro horas un ministro del Interior que se reúne en su despacho con el responsable de una Oficina Antifraude para tramar fórmulas que permitan ensuciar la imagen de adversarios políticos. Y eso es exactamente lo que demuestran las conversaciones grabadas en el propio despacho de
Jorge Fernández Díaz difundidas por el diario Público. No sólo no es “normal” sino que en un país “serio” (que diría Rajoy), no bananero, este enésimo escándalo se llevaría por delante al presidente del Gobierno en funciones y candidato a repetir en el cargo.
– No es normal que el ministro responsable de la Seguridad del Estado haga indicaciones y
sugerencias al jefe del órgano autonómico contra el fraude en Cataluña,
Daniel de Alfonso, para recabar datos sobre familiares de dirigentes de Convergència y de ERC. (O de cualquier otra formación política, obviamente).
– No es normal que el ministro se ofrezca, aun sabiendo que los supuestos indicios son “débiles” según el propio jefe Antifraude, a
hacer una “gestión” con el Fiscal General del Estado para que reciba esos “papeles” y después filtrarlos y airearlos. “Nadie va a sospechar que sale de la Policía ni de investigaciones policiales…”, llega a decir Fernández Díaz.
– No es normal el uso de recursos públicos, humanos y materiales, para forzar la fabricación de un escándalo que ensucie la imagen de adversarios políticos, en este caso independentistas catalanes como
Francesc Homs, Oriol Junqueras o Felip Puig.
– No es normal que el ministro y el director Antifraude se planteen incluso la “externalización” de esa investigación (que acabó en vía muerta por ausencia de pruebas de ningún tipo), a través del jefe de seguridad del Grupo Planeta.
– No es normal que el ministro afirme en una de las conversaciones que
“el presidente del Gobierno lo sabe”, y presuma ante Daniel de Alfonso de su amistad y confianza con Rajoy: “Es un hombre discreto donde los haya.
Yo le conozco muy bien, de muchos años. Llevo trabajando y colaborando con él desde febrero del 91 ininterrumpidamente, en la oposición, en el gobierno, en la oposición…”
– No es normal que Mariano Rajoy recurra por enésima vez a
la ignorancia como excusa para no asumir responsabilidad política alguna. Afirma que se enteró este mismo martes por la tarde no sólo de las reuniones de Fernández Díaz sino de la existencia “del cargo” de Jefe de la Oficina Antifraude de Cataluña.
– No es normal que Rajoy (entrevistado este miércoles
en Onda Cero por Carlos Alsina) sostenga al mismo tiempo que no sabe nada de esas conversaciones pero que
“jamás” desde su Gobierno se han producido filtraciones interesadas e impulsadas para perjudicar a algún partido político concreto.
– No es normal la capacidad de Rajoy para seleccionar no ya altos cargos (varios en la cárcel y decenas procesados) sino
sus amistades más íntimas en la política. De su núcleo duro denominado originalmente ‘
G-5’, formado por
José Manuel Soria, Miguel Arias Cañete, Jorge Fernández Díaz, José Manuel García Margallo y Ana Pastor, los tres primeros ya han protagonizado escándalos políticos más que notables.
– No es normal la reiteración en la divulgación de dosieres policiales sobre dirigentes y grupos políticos sin que lleguen siquiera a judicializarse o, cuando lo hacen (como ha ocurrido con el llamado
informe PISA sobre Pablo Iglesias y la financiación de Podemos) son
rechazados de plano por el Tribunal Supremo por ausencia de pruebas.
– No es normal que pueda grabarse una conversación en el mismo despacho del ministro del Interior. Es obvio que ese agujero de seguridad es
una muestra de incompetencia cuyo primer responsable es el propio Fernández Díaz.
– No es normal la acumulación de evidencias de una guerra sucia dentro de los aparatos de seguridad del Estado y la utilización de los mismos como
una policía política propia de un régimen autoritario. Algunos de los responsables policiales enfrentados (incluso en los tribunales) llevan décadas manejando impunemente las llamadas “cloacas” del Estado y
las tuberías que las conectan con medios y periodistas. (Algunos contrastan primero y después deciden si publican o no la información, otros directamente dan pábulo a los dosieres).
–
No es normal el desparpajo con el que el Gobierno y el PP pretenden difuminar la gravedad del contenido de las conversaciones de Fernández Díaz haciéndose pasar por víctimas de una
“maniobra electoral de los independentistas”. Tan burda argumentación puede incluso sumar votos este domingo al PP, según los cálculos de algunos estrategas del partido.
La insistencia en calificar de “normal” cualquier actuación política inasumible en democracia forma parte de
una estrategia que hasta ahora ha sido fructífera para el PP en términos electorales y de resistencia en el poder. Se complementa a menudo con la
táctica de caricaturizar la realidad o a sus protagonistas, de modo que la ciudadanía asuma como parte del paisaje político hechos y personajes propios de un sainete. El ministro del Interior designado por Rajoy después de muchos años de amistad y confianza es un señor que dice que va acompañado por
un ángel de la guarda llamado Marcelo; un individuo que
elige el Valle de los Caídos para rezar, meditar e inspirarse; un cargo público (en un Estado aconfesional) que impone la
Medalla de Oro al Mérito Policial a la Virgen Nuestra Señora María Santísima del Amor o que nombra
comisario honorario de la Policía Nacional a Paco Marhuenda… ¿Qué entiende exactamente Mariano Rajoy por “normalidad”?
Pues que se podría esperar cuando casi ocho millones de ciudadanos han confiado nuevamente en el actual PP. Digo bien: en el actual PP. Quiero decir con esto que el PP, per se pues es un partido importante y por lo tanto a tener en cuenta en cualquier llamada electoral. Pero el tema es que aquellos casi ocho millones de votos, ratifica su confianza en el actual PP. No ha sido ni uno, ni dos, sino varios y muy significados dirigentes del actual PP quienes han dicho, sin cortarse un pelo, que el resultado de las urnas es claro y que hay que entenderlo, en su caso, como "absolución " a cualquier desmán de cualquiera de los miembros del actual PP. O sea que según lo dicho y/o insunuado, el legislador penal debe tomar nota y para evitar equívocos de interpretación, sea él el que introduzca en el CP una nueva eximente y otra nueva atenuante. Quedaran exentos de responsabilidad criminal, los que hayan concurrido a unas elecciones y su formación haya obtenido la mayoría de votos y/o escaños para conformar la cámara pertinente. La pena a imponer en su caso, se reducirá en uno o dos grados a la señalada por la ley, cuando el responsable haya concurrido a unas elecciones y su formación, sin haber obtenido la mayoría de votos y/o escaños, fuera segunda fuerza política... Lo que acabo de decir es un simple desahogo pero parece el normal corolario de lo que han dicho algunos dirigentes del actual PP. Bernard Shaw que no era un mindundi, dijo: la democracia es el proceso que garantiza que no seamos gobernados mejor que nos merecemos. ¿ Entramos nosotros en lo dicho por Shaw ?.
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