Industria cultural

El “optimismo desencantado” del libro

Una familia compra libros en Sant Jordi, en Sabadell.

El sector del libro presenta sus datos de 2015 con una sonrisa. Pero ojo: una sonrisa a medias y que se le puede congelar en cualquier momento. El año, cuyas cifras publicó el miércoles por la mañana, confirman el freno de la caída que llevaba experiementando desde 2006 y que ha reducido la facturación en un 35% en la última década. En el pasado ejercicio, la industria ha crecido un 2,8%, 62 millones de euros más. "No podemos decir que haya sido un buen año, pero sí menos malo", asegura Daniel Fernández, presidente de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), que se debate entre un "optimismo desencantado" y la "preocupación" por ciertos aspectos de la industria. 

Ellos mismos admiten que esa magra subida, que viene a apoyar el aumento del 1,7% el último año, viene sustentada, sobre todo, por el libro de textopor el libro de texto. Ha sido un buen año para esta sección de la industria, que ha recaudado 838,78 millones de euros (un 12% más que el año anterior), sumando 90 millones de euros más al cómputo total. Pero esto es meramente coyuntural. La LOMCE ha reactivado el mercado de libros de texto, y la vuelta al cole de 2015 era la más relevante de la implantación. Este otoño renovaban sus manuales seis cursos (2º, 4º y 6º de Primaria; 1º y 3º de ESO y 1º de Bachillerato), el doble de los que lo hicieron el año pasado y de los que lo harán el próximo. A esto se añadía, además, la incorporación de Andalucía, que va con un año de retraso. 

Los editores explican también el ligero aumento, apenas un punto por encima del del año pasado, por la recuperación de la novela, que en 2015 sumó 33 millones de euros más (un 8,8%) que el ejercicio anterior. Sin embargo, el género no ha regresado aún a los niveles de 2013, después de sufrir una caída, el año anterior, de 60 millones. La Federación no ve "ningún mega best-seller" que justifique por sí solo la subida —como hizo 50 sombras de Grey con la literatura erótica, por ejemplo—, por lo que considera este avance como uno de largo recorrido. "También ha pasado en otros países de nuestro entorno, parece que la lectura como ocio se recupera", observa Fernández, asociando este fenómeno a la progresiva mejoría del poder adquisitivo de las familias. 

Incertidumbre en la escuela

Pero no hay que echar las campanas al vuelo: el conjunto de la literatura (que incluye poesía, teatro y otras formas) mengua un 1,4%. Sin el crecimiento extraordinario del libro de texto, la curva de facturación habría vuelto a anunciar tiempos peores. Y no hay que poner demasiada confianza en que esto se repita, aunque el próximo otoño renueven sus libros 2º y 4º de ESO y 2º de Bachillerato (más los seis cursos en los que Andalucía va a la zaga). ¿Volverá a hacerse caja como en 2015? "No contamos con un año tan bueno como este", responde José Moyano, presidente de la Asociación nacional de Editores de libros y material de enseñanza. De hecho, y si tiene que apostar, intuye una bajada de un 15% o un 20% con respecto a este año, lo que les situaría por debajo de las cifras de 2014. 

El libro de texto ha supuesto un empujoncito en un momento en que el sector del libro —el más relevante, en términos económicos, de la industria cultural— camina entre el despegue y el desplome, ambos moderados. Por eso los editores no renuncian a que las Matemáticas y la Biología y Geología sigan siendo el colchón que les sustente en los próximos años. Aunque reconocen que la normativa está prácticamente implantada, señalan que hay algunas autonomías que estudian aún su modelo de becas o bancos del libro y que "en dos años puede haber nueva ley, puesto que nadie está de acuerdo con esta, excepto el PP". "Si dependiera solo de los cambios legales, podemos pensar en cierta bonanza", apunta Fernández. 

'Microtiradas'

Y, más allá de este fenómeno cuyuntural, los editores encuentran otros signos que les "llenan de preocupación".  La tirada media sigue descendiendo —de cada novela se editan 3.249 ejemplares, 1.200 menos que hace dos años, el descenso más acusado en literatura—, aunque el número de títulos continúa aumentando. Las cifras oscilan entre los 4.044 ejemplares por título de juvenil hasta los 703 de derecho y ciencias sociales, pero la tirada media apenas supera los 2.810 ejemplares. Sellos independientes pero con gran reconocimiento en el sector y presencia en los medios, como Capitán Swing, Periférica, Impedimenta, Libros del Asteroide o Errata Naturae, lanzan entre 1.000 y 3.000 ejemplares por título, en algunas ocasiones menos, y casi nunca más. 

Esto, para la federación, tiene dos caras. Por un lado, la aparición de editoriales que trabajan a escala más pequeña "enriquece la bibliodiversidad", pero por otro construye un mundo editorial "menos sostenible que hace difícil la profesionalización". Así, calculan que ha habido un "proceso de sustitución" de sellos medios por editoriales pequeñas que trabajan con menos personal y que son, en ocasiones, una forma de autoempleo. "Calculamos que la pérdida de puestos de trabajo en la edición ha ido en relación con la caída en facturación: habrá un 30% menos", explica Antonio María Ávila, director ejecutivo de la federación. Las empresas muy grandes y grandes, un 2,9% de las que existen, recaudan el 61,5% de la facturación, una concentración (explican los editores) menor que la del entorno. 

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El tropiezo del juvenil

Otro punto que hace fruncir el ceño a los editores es el ligero descenso del libro infantil y juvenil, que cae un 6% con respecto al año pasado, aunque sigue suponiendo el 11,5% de la facturación total. Si preocupa especialmente esta caída es porque estos títulos soportaron muy bien los primeros años de crisis —gracias a fenómenos como Crepúsculo o Los juegos del hambre—, e incluso superaron en 2014 la racha de recesión en los tres años anteriores. Los datos, ahora, hacen temer lo peor: el distanciamiento con aquellos que comprarán libros mañana. 

Ante un futuro de incertidumbre —los editores cruzan los dedos, sin mucho convencimiento, para no caer de nuevo en números negativos—, el gremio pide ayuda al Estado. En 2014, la federación pidió al PP un Plan Integral de Fomento del Libro y de la Lectura, que todos los partidos apoyaron y que el exministro de Cultura, José Ignacio Wert, prometió llevar al Consejo de Ministros. "Pero no lo hizo y se fue a París buscando el amor", dice socarronamente Fernández. Ahora vuelven a solicitar que se dote a las bibliotecas de más fondos —las compras de estos centros, antaño un motor importante del mercado, han vuelto a reducirse en un 7%—, un plan de rescate de las librerías —en 2014 cerraron dos cada día— y recuperar las horas de lectura obligatorias en la escuela. "Hoy es el día de San Pedro y San Pablo", bromea el presidente de los editores, "Es tiempo de pactos y de Gobierno". 

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