Cultura

Cine contra el olvido

Fotograma de 'La Nueve', uno de los cortos a concurso en FESCIMED.

Las mamás belgas, un grupo de enfermeras que llegaron a Ontinyent, en Valencia, para atender a los soldados republicanos. Lauri, un revolucionario asesinado por la dictadura brasileña. La prohibición de hablar el euskera en las escuelas comunales francesas, ya a principios del siglo XX. Todo esto se podría haber olvidado. Si continúan existiendo en algún rincón de la memoria colectiva es, en parte, gracias al cine y a cortos como Las mamás belgas, Lauri e a subversão y Anti, que abordan, respectivamente, esos sucesos históricos. Los tres forman parte de la sección oficial del FESCIMED, el Festival Internacional de Cine por la Memoria Democrática, que tiene lugar en Madrid del 5 al 8 de diciembre, en la Cineteca de Matadero (entrada gratuita).

El certamen nació en 2017 con un propósito: hacer llegar la historia a las nuevas generaciones. "La gran asignatura pendiente", dice el actor y escritor Carlos Olalla, director del encuentro, "es que los jóvenes desconocen la historia. Lo peor no es que no les interese, sino que les parece la guerra de los abuelitos, algo lejano". Por eso se inclinaron por los cortometrajes, un formato que consideraban más accesible, más fácilmente distribuible a través de Internet y también una empresa más fácil de abordar por los jóvenes cineastas. El mayor éxito del festival en estos dos años, dice Olalla, no ha sido ya llegar a un "público sensible", sino que en esta tercera edición han recibido más filmes producidos por equipos noveles. Hay, de hecho, un galardón al que solo pueden optar los realizadores menores de 30 años. 

Los impulsores de FESCIMED parten de una premisa: que la creación es un vehículo útil para el recuerdo. Es de hecho la Asociación Arte y Memoria, presidida por Amparo Climent, quien impulsa el certamen. En ese sentido, Olalla no puede estar de acuerdo con quienes defienden ideas como que el cine español está obsesionado con la Guerra Civil: "Es un cliché. Ahora por ejemplo coinciden dos películas sobre la guerra [La trinchera infinita y Mientras dure la guerraLa trinchera infinita Mientras dure la guerra], pero eso en el fondo es una rareza y basta con mirar los datos". Quienes defienden este tipo de ideas, asegura el director, "suelen sentirse más cercanos del bando ganador que del perdedor", y por eso "se sienten incomodados". Al fin y al cabo, se pregunta, ¿no son los mismos espectadores que rechazan los filmes sobre la Guerra Civil los que abrazan aquellos sobre la Segunda Guerra Mundial

Son 17 los cortometrajes que compiten en la sección oficial, evaluados por un jurado integrado por profesionales del cine y los medios como la actriz Marisa Paredes, el dramaturgo y director Alberto Conejero o el director editorial de infoLibre, Jesús Maraña. El hilo que los une es temático: aquí caben ficción y documental, cortos nacionales y extranjeros. De hecho, había una razón política para hacer de este un festival internacional: "Queremos ver cómo se aborda el superar el conflicto, la memoria y la reparación desde distintas perspectivas". Por eso cabe la historia de los combatientes republicanos que lucharon luego en la Segunda Guerra Mundial —La Nueve—, la historia de represión contra la comunidad de Totos en Perú —Todos, memoria de un pueblo olvidado— o los niños robados en Argentina —Luca/Brian—.

Pero, aunque la experiencia de la memoria histórica española sea comparable con la de otros Estados, la organización tiene también claro que el nuestro es un caso particular: "Este es el único país de Europa en el que el fascismo no fue derrotado", sentencia Carlos Olalla. Y tras 40 años de dictadura, dice, llegaron "otros 40 años de democracia en los que nos dicen que hablar del pasado es poner en peligro la democracia". Este año, el certamen está dedicado al 80º aniversario del exilio republicano, una decisión que se materializa esencialmente en la proyección, el jueves, del documental Exilio, de Pedro Carvajal y Larry Levenne, seguida de un coloquio. Ese día se entrega también el Premio Lola González a la sección Vidas enterradas, del programa A vivir que son dos días (Cadena Ser), que recupera las vidas de víctimas de la Guerra Civil y el franquismo

Otra de las asociaciones que impulsan el festival es la Plataforma por la Comisión de la Verdad, que impulsa la creación de un comité que estudie las violaciones de derechos humanos cometidas durante la Guerra Civil y la dictadura, y elabore un informe oficial. El colectivo pretende así reproducir un modelo utilizado en países como Argentina o Chile, puesto en marcha en la actualidad por Colombia, que ha conformado un organismo extrajudicial que, durante tres años, deberá estudiar las causas del conflicto armado, lo que llaman las "condiciones estructurales" y los "factores de persistencia". No es una idea nueva tampoco para España: el relator especial de Naciones Unidas, Pablo de Greiff, recogió en su informe de julio de 2014 que la memoria española sufría una "excesiva fragmentación" y proponía la creación de un "mecanismo oficial para esclarecer la verdad". 

Perdidos en el frío

Perdidos en el frío

"Queremos lo mismo que se ha hecho en más de 42 países", reclama Jaime Ruiz, presidente de la plataforma, que participará en el coloquio del jueves. "Estableciendo el conocimiento de lo ocurrido, un conocimiento no disputado, se pueden establecer también decisiones sobre restitución a las víctimas", señala. En enero de 2019, lograron reunirse con la ministra de Justicia, Dolores Delgado, que mostró "buenas palabras" con respecto a la vía extrajudicial de reparación propuesta, algo que había expresado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que en agosto de 2018 anunció la creación de una Comisión de la Verdad y un Museo de la Memoria tras su visita a Chile, país que puso en marcha este proceso ya en los noventa.

Desde aquella reunión, las cosas han avanzado poco. "La situación política que vive nuestro país nos hace estar expectantes", dice, cauteloso, Jaime Ruiz. No cree que la presencia de la extrema derecha en las instituciones dificulte una posible puesta en marcha de la Comisión: "Esto lo que evidencia es la necesidad de establecer una memoria democrática, para lo que es básica esta Comisión de la Verdad". En su opinión, si el recuerdo de un pasado reciente, vivido a veces por los propios abuelos, es frágil entre las nuevas generaciones, es en parte porque los ya adultos no han conseguido establecer un relato común sobre lo sucedido. "En situaciones como estas, hay que redoblar los esfuerzos", defiende el presidente de la Plataforma. También desde la cultura. 

 

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