Mensaje de Navidad del rey

Felipe VI pide "no caer en los extremos" y "no olvidar la fragilidad" de los valores constitucionales

El rey Felipe VI durante el discurso de Navidad de 2019.

Felipe de Borbón ha aprovechado este martes el tradicional discurso de Nochebuena para pedir a los españoles que no caigan "en los extremos" ni tampoco olviden "la fragilidad" de los valores constitucionales. En su sexta alocución navideña desde su coronación, el monarca ha apostado por un discurso de tono moderado –en contraste con el de hace un par de años–, aunque no ha dudado en incluir la crisis catalana como una de las "serias preocupaciones que tenemos en España". En este sentido, ha recordado que la Constitución "reconoce la diversidad territorial que nos define y preserva la unidad que nos da fuerza", y ha reivindicado el "deseo de concordia" de la Ley Fundamental.

En un año marcado por la repetición electoral y la sentencia condenatoria del Tribunal Supremo en la causa del procés, el rey ha arrancado su intervención en televisión señalando que "el mundo no vive tiempos fáciles". "Quizás nunca lo sean del todo; pero los actuales son, sin duda, tiempos de mucha incertidumbre, de cambios profundos y acelerados en muchos ámbitos que provocan en la sociedad preocupación e inquietud, tanto dentro como fuera de nuestro país", ha apuntado Felipe VI, que ha puesto el foco en cuestiones como la transformación digital, los movimientos migratorios, la desigualdad salarial entre hombres y mujeres o la lucha contra el cambio climático.

El monarca, no obstante, ha recordado que España "siempre ha sabido abrirse camino" cuando el futuro se ha afrontado "con responsabilidad, con generosidad y rigor". "Con determinación, pero también con reflexión y serenidad", ha dicho el rey, quien ha señalado que "el progreso de un país depende, en gran medida, del carácter de sus ciudadanos, de la fortaleza de su sociedad y del adecuado funcionamiento de su Estado". Una sociedad que, ha continuado, "vive conforme a valores y actitudes compartidos con las demás sociedades libres y democráticas" y que ha superado "situaciones muy difíciles" con una "serenidad y entereza admirables".

"Ante esa realidad no debemos caer en los extremos, ni en una autocomplaciencia que silencie nuestras carencias o errores, ni en una autocrítica destructiva que niegue el gran patrimonio cívico, social y político que hemos acumulado", ha apostillado el monarca en un discurso que llega en plena irrupción de la extrema derecha en las instituciones. Un ascenso de Vox, que ya es tercera fuerza política, que ha venido acompañado de la reapertura de debates que llevaban años cerrados y del señalamiento permanente hacia colectivos especialmente vulnerables, desde los inmigrantes –menores incluidos– hasta la comunidad LGTBI.

Concordia que "derribó muros de intolerancia"

En un contexto de enorme crispación política, Felipe VI ha puesto sobre la mesa la Constitución, que ha permitido a los españoles compartir "unos mismos valores sobre los que fundamentar" convivencia, proyectos comunes, sentimientos e ideas. En este sentido, ha destacado, en primer lugar, el "deseo de concordia" de la Ley Fundamental, que "gracias a la responsabilidad, a los afectos, la generosidad, al diálogo y al respeto entre personas de ideologías muy diferentes, derribó muros de intolerancia, de rencor y de incomprensión que habían marcado muchos episodios de nuestra historia".

Pero el monarca también ha querido destacar, en una clara alusión a la crisis catalana, "la voluntad de entendimiento" y de integrar "diferencias" dentro del "respeto" a una Constitución que "reconoce la diversidad territorial que nos define" pero también "preserva la unidad que nos da fuerza". Y, por supuesto, la "defensa y el impulso" de la "solidaridad", la "igualdad" y la "libertad" como "principios vertebradores" de la sociedad, "haciendo de la tolerancia y el respeto manifestaciones del mejor espíritu cívico de nuestra vida en común". Valores que "no podemos darlos por supuestos ni tampoco olvidar su fragilidad".

"Los desafíos que tenemos por delante no son sencillos. (...) Confiemos en nosotros mismos, en nuestra sociedad; confiemos en España y mantengámonos unidos en los valores democráticos que compartimos para resolver nuestros problemas; sin divisiones ni enfrentamientos que sólo erosionan nuestra convivencia y empobrecen nuestro futuro", ha resaltado el monarca, que ha aseverado que "el tiempo no se detiene y España no puede quedarse inmóvil, ni ir por detrás de los acontecimientos". "Tiene que seguir recorriendo su camino, sin encerrarse en sí misma como en otras épocas del pasado", ha añadido.

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La crisis "ha agudizado los niveles de desigualdad"

En la parte más social de su intervención, el rey ha hecho mención a "la falta de empleo", sobre todo de los jóvenes, y a las "dificultades económicas de muchas familias", especialmente "aquellas que sufren una mayor vulnerabilidad", que ha calificado como "la principal preocupación" del país. En este sentido, ha reconocido que, "en paralelo al crecimiento y al desarrollo", la crisis económica "ha agudizado los niveles de desigualdad". Un problema al que ha sumado también, en un contexto de bloqueo político, "el deterioro de la confianza de muchos ciudadanos en las instituciones".

Pero con todo, el rey se ha declarado orgulloso "de los valores que inspiran" a los ciudadanos, así como de la "solidez" del Estado español y "de la energía, la vitalidad y el dinamismo" de una sociedad "emprendedora y generosa, que desarrolla una gran creatividad y un liderazgo indiscutible en muchos campos. "Y creo que es importante decirlo, no por una autoestima mal entendida sino porque es una realidad contrastada que debemos poner en valor", ha dicho Felipe VI, que durante el comienzo de su intervención ha dedicado unos segundos a recordar a las familias y personas afectadas por las inundaciones y las riadas a lo largo del año.

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