Haciendo la historia

El abrazo a la Transición

El abrazo al terror de la Transición

En octubre del pasado año el Congreso de los Diputados dio la bienvenida a una de las imágenes más icónicas de la Transición española, El abrazo de Juan Genovés, después de que IU reclamase su exposición "permanente" en numerosas ocasiones. La obra, conocida también como Amnistía, perteneció primeroal Museo Español de Arte Contemporáneo (MEAC) de Ciudad Universitaria y luego al Reina Sofía, que lo mantuvo oculto en sus almacenes junto a otras 12.000 obras que no forman parte de la colección permanente.

Después de que el Real Patronato del Museo Reina Sofía estudiase la demanda y de que el 24 de noviembre de 2015 aprobase la petición, el cuadro de Genovés ocupa las paredes de la Cámara baja desde el pasado enero y se mantendrá allí por un periodo, renovable, de tres años, lo que agradó a su autor, que calificó el emplazamiento como "el lugar perfecto". 

El acrílico sobre lienzo de 151 por 201 centímetros es un emblema de la reconciliación de los españoles, data de 1976 y sirvió para la construcción del monumento de la calle Atocha de Madrid, que se erigió en memoria de los nueve abogados laboralistas de CCOO que fueron asesinados en su bufete en 1977 por un comando de extrema derecha.

Monumento por las víctimas de la matanza de Atocha

Este suceso, que como la obra del artista valenciano se convirtió en otro de los hitos de la Transición, ha sido relatado en La matanza de Atocha (La Esfera de los Libros) por Jorge e Isabel Martínez Reverte, y cuya publicación a principios de año casi coincide en el tiempo con la recuperación de El abrazo.

Siete días de terror

La Alianza, Antiterrorismo ETA (ATE), Guerrilleros de Cristo Rey, Grupos Armados Españoles (GAE), Batallón Vasco Español (BVE) u otros grupos como los Comandos Antimarxistas, propiciaron en los años de la Transición un clima de terror. En ese contexto, en enero de 1977 se vivió una semana salpicada de episodios violentos: los secuestros de Antonio María de Oriol y del general Emilio Villaescusa por un comando de ETA; la muerte del estudiante Arturo Ruiz por disparos policiales tras huir con un grupo de manifestantes por la madrileña plaza de Callao; y la muerte de María Luz Nájera al ser alcanzada por un bote de humo que pretendía disolver las manifestaciones... A todos estos sucesos se sumó la matanza de los abogados de Atocha, marcando en rojo esta semana trágica en el calendario de la recién estrenada Transición.

El 24 de enero de 1977, alrededor de las 22:30 horas, tres individuos armados –que más tarde fueron vinculados a Falange y Fuerza Nueva– llamaron a la puerta  el despacho laboralista situado en el número 55 de la calle Atocha. Su objetivo principal era el secretario general del Sindicato de Transportes de CCOO en Madrid, el dirigente comunista Joaquín Navarro.

Al no encontrar allí a Navarro, que estaba en una cafetería próxima, los asaltantes comenzaron a disparar contra los que se encontraban en el bufete en ese momento, y terminaron con la vida de los abogados Enrique Valdevira Ibáñez, Javier Sauquillo, Luis Javier Benavides Orgaz, el estudiante Serafín Holgado y el administrativo Ángel Rodríguez Leal. Las cuatro personas que conformaban el resto del personal resultaron heridas de gravedad.

¿Qué pasó con los asesinos?

Los asesinos, identificados como José Fernández Cerrá, Carlos García Juliá y Fernando Lerdo de Tejeda, ni siquiera tomaron la precaución de salir de Madrid, lo que facilitó su detención por parte de la policía.

Durante su estancia en la prisión de Ciudad Real, a Lerdo de Tejada se le concedió un permiso de fin de semana antes de que tuviese lugar su juicio, lo que utilizó para huir del país. Primero se escondió en La Manga y después se desplazó hasta Perpignan (Francia), donde obtuvo documentación falsa y un billete hacia Latinoamérica, donde vivió algunos años en Chile. Las últimas publicaciones respecto al criminal desaparecido apuntan a que se encuentra en Brasil.

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Carlos García Juliá y José Fernández Cerrá fueron juzgados y condenados por la Audiencia Nacional a 193 años de prisión. Por otro lado, el instigador del crimen, el secretario del Sindicato Vertical de Transporte Privado de Madrid, Francisco Albadalejo –vinculado a la Falange– fue condenado a 73 años.

García Juliá protagonizó un intento fracasado de fuga de la prisión de Ciudad Real en 1979 antes del juicio. El 23 de noviembre de 1991, y sin haber cumplido su pena, el juez Ignacio Sánchez Ybarra decretó su libertad condicional. Tres años más tarde, en agosto de 1994, solicitó permiso a la Audiencia Nacional para atender una oferta de trabajo en Paraguay y nunca más regresó.

Dos años después, fue detenido por tráfico de drogas en Bolivia y fue encarcelado en una prisión de alta seguridad en La Paz. España pidió su extradición para que cumpliese parte de la pena que tiene pendiente. 

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