Gaza, ¿fábrica forzada de futuros terroristas?

Miguel López (FMD)

Son ya muchos años, y varias generaciones, los transcurridos desde que el mundo “civilizado” decidiera redimirse concediendo a los judíos un territorio donde crear un “hogar” con forma de Estado. En noviembre de 1947, la ONU decidió dividir el territorio palestino en dos Estados, uno árabe y otro judío, y en mayo de 1948 esa decisión tomó forma con la creación del Estado de Israel bajo el liderazgo de David Yosef Grün, que había cambiado su apellido a los 24 años por el más épico de Ben-Gurión (hijo del león), con el rechazo unánime de los árabes palestinos y todos los demás.

El pueblo judío había sufrido persecución y acoso durante siglos en toda Europa y la barbarie nazi trató de dar la puntilla con su “solución final”, el plan de exterminio total de un pueblo que, junto con otros “inferiores”, empañaba el sueño de una gran nación aria, producto de la eugenesia (“biología aplicada” según Rudolf Hess) que, aunque en principio se focalizó en los judíos, gitanos y otros “extranjeros”, terminaría por aplicarse al resto de la sociedad alemana.

En el origen del Estado de Israel están las turbias maniobras, presiones, amenazas y sobornos por parte de sus promotores (ver este interesante resumen) para que los numerosos países reticentes de la Asamblea General dieran su aprobación (se necesitaban dos tercios de los votos) a la Recomendación que, aunque no vinculante, allanaba el camino para la Resolución 181, de 29 de noviembre de 1947, de partición de Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe.

Nótese que, legalmente, la ONU no aprobó la creación del Estado de Israel, pues la resolución aprobada por la Asamblea no era más que una recomendación para que el Consejo de Seguridad (15 miembros) la implementara, cosa que no sucedió.

Todos los expertos, diplomáticos y economistas estadounidenses, incluso la CIA y el Pentágono, se mostraron contrarios por ser negativo para los intereses de los EEUU en Oriente Próximo. Pero el presidente Truman ignoró esos consejos y creía que el voto y las donaciones del lobby judío eran cruciales para ganar las elecciones presidenciales a las que se presentaba y que ganaría contra todo pronóstico.

La tristemente famosa Nakba llevó al exilio a más de 700.000 palestinos, considerada una auténtica limpieza étnica

Pero lo que sí causó esa resolución de la ONU fue un aumento de la violencia en la región. A lo largo de los meses siguientes, el brazo armado del movimiento sionista, encabezado por Menahem Begin, perpetró una serie de atentados terroristas, masacres y expulsiones por toda Palestina, llegando incluso a asesinar a un mediador sueco nombrado por la ONU. Pocos meses después proclamaron la independencia.

Lo que siguió inmediatamente fue completar la expulsión, que ya había comenzado el año anterior, de los palestinos de sus tierras y haciendas, la tristemente famosa Nakba, que llevó al exilio a más de 700.000 palestinos, considerada una auténtica limpieza étnica.

Y así estamos en la actualidad, casi 80 años más tarde, sin que aquellos exiliados y sus descendientes hayan podido regresar a sus hogares.  

Entremedias, décadas de apartheid, humillaciones, detenciones arbitrarias, torturas, campos de refugiados, asentamientos ilegales de los colonos en Cisjordania, usurpación de Jerusalén Oriental, trabas al libre desplazamiento, bloqueo humanitario a la Franja de Gaza... En resumen, Israel ha tomado como rehenes a los palestinos desde hace décadas en lo que podría considerarse como una ocupación indirecta.

Si a esto le añadimos la desproporcionada e indiscriminada respuesta israelí ante la matanza de Hamás del 7 de octubre de 2023, que ha causado ya más de 50.000 muertos (de ellos más de 15.000 niños), nos encontramos ante el triste récord de asesinatos de civiles en tan corto período de tiempo después de Nagasaki. Porque no sólo cuentan las muertes directas constatadas, sino las incontables víctimas que siguen enterradas bajo los escombros y las muertes colaterales consecuencia de la malnutrición, la falta de atención sanitaria y las enfermedades asociadas a la falta total de higiene.

A los niños, especialmente los bebés, cuando no los revientan directamente las bombas, los “mueren” las consecuencias, es decir, los dejan morir conscientemente. Porque dejar morir es un asesinato indirecto, diferido. Y un crimen contra la humanidad.

De eso sabemos también en España, pues a algunos conocidos protagonistas históricos como a Miguel Hernández o Miguel de Unamuno les “murieron”, aunque más sutilmente, los golpistas del bando nacional. El primero en la cárcel, el segundo confinado en su casa.

Los niños son como una esponja que todo lo absorbe y, conforme van llegando a la adolescencia, van aflorando sus vivencias y tomando conciencia de las huellas, en cuerpo y alma, del horror de su corto pasado

Ya son más de tres generaciones de palestinos las que han crecido en condiciones infrahumanas, hacinados en campos de refugiados, en muchas ocasiones en condiciones insalubres, sin acceso a los mínimos servicios básicos, reglas higiénicas y sanitarias y escasez de medicamentos, agua potable, combustible y electricidad... Sin ánimo de comparación, hemos visto hace unos días el caos y la angustia que causó la ausencia de electricidad en toda la península ibérica durante ¡solamente unas horas! ¿Nadie reparó en que esa misma carencia, con otras muchas peores, las están sufriendo millones de personas en todo el mundo de manera continuada? Yo sí, con mi parte de responsabilidad por inacción persiguiéndome y mi remordimiento de conciencia por pertenecer a esta "civilización" supremacista.

Pero los palestinos no sólo han nacido, crecido y vivido en ese infierno, porque los dos millones y pico de habitantes de la Franja de Gaza, la cárcel abierta más grande del mundo, atenazados entre Israel y Egipto, venían sufriendo ya antes del aciago 7 de octubre un bloqueo de casi 20 años con férreos controles, zonas de amortiguamiento y paulatino recortes de permisos para cruzar a Israel o Cisjordania para trabajar.

La acumulación de desgracias continuadas en el tiempo van conformando una sociedad en la que surgen las bajas pasiones y con ellas los robos, saqueos, traficantes y violencias de todo tipo. Los niños, ya se sabe, son como una esponja que todo lo absorbe y, conforme van llegando a la adolescencia van aflorando sus vivencias y tomando conciencia de las huellas, en cuerpo y alma, del horror de su corto pasado.

“Sentimientos como la ira contenida” por la injusticia perenne y la falta de respuesta a cuestiones básicas pueden generar en el joven “un estado de indefensión aprendida”, estima la psicóloga Maribel Acosta, especializada en trastornos conductuales y manejo emocional de niños y adolescentes. Dicho estado emocional persistente puede llevarle a adoptar una actitud pasiva y le convierte en un alma errante, o por el contrario puede degenerar en una reacción —¿desproporcionada?— antisocial. Una situación como la de los menores gazatíes “puede conllevar trastornos de la personalidad como la bipolaridad, la ansiedad generalizada o, en casos extremos esquizofrenia o sociopatía”, añade esta especialista.

Ese joven, devenido adulto, puede caer como fruta madura en la radicalización, generalmente de inspiración religiosa, en la que se apoya para encontrar un sentido a la vida. No tiene nada que perder pues solo ha conocido calamidades, desgracias e injusticias, ante la indiferencia, cuando no complacencia, de la comunidad internacional. Incluso de la considerada próxima, como la Liga Árabe, otrora defensora de la causa palestina y en la actualidad fiel aliada de los Estados Unidos, el gran cooperador necesario de esta masacre continuada por parte del gobierno genocida de Israel.

Y de aquellos polvos, estos lodos: los terribles atentados, muy mediáticos, sufridos en el Occidente rico como el 11-S en Estados Unidos o el 11-M en Madrid pueden inscribirse en una relación de causa-efecto, al igual que los ataques personales de algunos “lobos solitarios” ocurridos en Europa.

No sería por tanto ninguna sorpresa que, con independencia del futuro que depare a los habitantes de esa estrecha franja de los confines mediterráneos, en los próximos meses o años se produzcan acá o allá atentados terroristas de mayor o menor alcance. Atentados condenables, ciertamente, pero que tendrían un origen y una explicación.

Es imperativo salir del ciclo infernal de represión-reacción-represión si queremos que el concepto de humanidad siga teniendo un contenido. La palanca para que eso ocurra no está precisamente al alcance del joven palestino superviviente, sino más bien del acomodado dirigente occidental de baja estofa moral,. A quien, por cierto, nosotros elegimos en las urnas.

Miguel López (FMD)

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El blog del Foro Milicia y Democracia quiere ser un blog colectivo donde se planteen los temas de seguridad y defensa desde distintas perspectivas y abrirlos así a la participación y debate de los lectores. Está coordinado por Miguel López.

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1 de mayo de 2025 - 19:29 h
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