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La gran paradoja del 21A: un Parlamento más soberanista, una ciudadanía menos independentista

Preparados, listos, ¡ya!

En la medianoche del jueves, simpatizantes vestidos con uniformes del cuerpo de indecisos han incendiado una torre de radio cercana a la frontera. Respondiendo a la agresión, afiliados de todos los partidos han acudido al lugar del atentado provistos con carteles y brochas encoladas. Los teletipos empiezan a campanillear en las redacciones: extra, extra, arranca la campaña electoral.

Municipales y autonómicas: válgame el señor. En las capitales de provincia de todo el país se han avistado candidatos exhibiendo su falta de pericia a la hora de sujetar una escoba. Tras la tradicional pegada de carteles analógica se ha guardado un minuto de silencio para subir las fotos a Instagram. Con la campanada, miríadas de alcaldables han salido de sus guaridas dispuestos a hacer el ridículo en TikTok y otras plataformas cuyo funcionamiento ignoran. La prensa nacional comienza a almidonar sus páginas con biografías extravagantes: una compañera de clase de Matusalén aspira a gobernar su pedanía natal durante mes y medio; la oposición va a hacérsela la mismísima biología. Un cincuentón recién divorciado se ha puesto casco y rodilleras para recabar el voto de los «esquéiters» y, por alguna razón, fulanos que desafinan más que una cacatúa con anginas han puesto sus esperanzas en la propaganda musical.

Con la campanada, miríadas de alcaldables han salido de sus guaridas dispuestos a hacer el ridículo en TikTok y otras plataformas cuyo funcionamiento ignoran

Exhaustos. Los primos que hicieron una efe pe de diseño gráfico no dan abasto. Las licencias del Paint se han agotado en las provincias meridionales y se teme una escalada bélica por el control del Windows Movie Maker. Contra todo pronóstico, algunos graduados en Comunicación Audiovisual están encontrando empleo en el bochornoso sector del videoclip electoral.

Pasadas apenas unas horas tras el inicio de la campaña, la Junta Electoral Central ha registrado la promesa de construcción de mil seiscientos cuarenta campos de fútbol, doscientos quince helipuertos, veintisiete colegios, setenta y dos pantanos, dos orfanatos y trescientas mil rotondas tan solo en la provincia de Albacete. Por su parte, el gobierno central ha jurado inyectar dinero público a todas las constructoras del país, siguiendo el exitoso modelo ya practicado con las petroleras. Las líderes de Podemos y Sumar han anunciado un ambicioso programa de sabotajes mutuos para solaz de sus atónitos electorados. Para no quedarse a la zaga, Mónica García, candidata de Más Madrid a la asamblea regional, impartirá un webinar con los mejores tips para beneficiarse de ayudas públicas destinadas a familias empobrecidas. El cursillo será amenizado con un visionado chupiguai del álbum nupcial de Rita Maestre en la wedding chapel de Las Vegas. «Osea, ir a un cole privado también es de izquierdas», ha declarado la candidata en perfecto dialecto de La Moraleja.

El gabinete de campaña del pizpireto Alberto Núñez Feijóo ha remitido un abultado dossier de prensa donde se pormenoriza la calidad lumínica de todas las ciudades españolas; se adjunta una preciosa infografía detallando las circunstancias en las que se priva a un ciudadano de la presunción de inocencia en favor de los fondos inmobiliarios. Siempre pendiente, Isabel Díaz Ayuso ha procedido a cagarse en la justicia social, el sistema público de salud y los derechos fundamentales ante el enfervorecido aplauso de un pigmeo que más tarde ha sido identificado como Federico Jiménez Losantos.

Vestiditos de verde caqui, los representantes de Vox han comenzado la campaña con un sentido mitin sobre la lápida de José Antonio. Buxadé no ha podido reprimir las lágrimas y ha tenido que ser consolado por dos falangistas oligofrénicos que pasaban por allí. El acto ha finalizado con la patillesca irrupción de Morante de la Puebla agitando una pancarta con vivas al Fuero de los españoles.

Mientras tanto, los amables dirigentes de EH Bildu han convocado una rueda de prensa para explicar su ambicioso plan de campaña, en el que los asesinos más despreciables de sus listas ofrecerán visitas guiadas a los escenarios de sus crímenes al tiempo que sus afiliados imparten lecciones de democracia a los viandantes.

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