Buzón de Voz

No me hable usted de Cataluña

En su delicioso Cuaderno gris, se refería Josep Pla a la intensa y prolongada trifulca dialéctica que enfrentó hace ahora un siglo a aliadófilos y germanófilos con motivo de la Primera Guerra Mundial: “… Crece el número de personas que llevan en el ojal de la solapa el botoncito con la inscripción ‘No me hable usted de la guerra’. Es una huida ridícula”. Hasta hace menos de un mes, uno se topaba cada día con más gente (dentro y fuera de la política y del periodismo) fatigada por la alta tensión, deseosa de colocarse en el ojal un botoncito que rezara ‘No me hable usted de Cataluña’. Según el Barómetro del CIS de julio, la independencia catalana sólo era considerada un “problema grave” por el 1,2% de los españoles. Era, como diría Pla, una huida ridícula. Hoy es imposible dar dos pasos sin que alguien te pregunte o se pregunte: “¿Tiene solución lo de Cataluña?” Somos muchos los que pensamos que sí. El problema (uno de ellos) es que cualquier vía de solución a medio y largo plazo supone el sacrificio inmediato de alguna formación política y de sus dirigentes. Mientras se siga pensando más en las siguientes elecciones que en las siguientes generaciones… no. No tiene arreglo lo de Cataluña.

Intento explicarme de forma telegráfica tras la operación judicial-policial-política que desde este miércoles sitúa el conflicto en una nueva escala.

 

  • Mariano Rajoy y el Partido Popular consideran reforzada su posición política con el empleo (y abuso) de la “auctoritas” del Estado en defensa de la legalidad, la Constitución y la unidad de España. Desde 2006 han cosechado votos con su actuación y discurso fuera de Cataluña. No hay marcha atrás. Creen que cualquier “cesión” supondría un paso adelante de Ciudadanos en el mismo espacio electoral  o la aparición de una fuerza por la derecha que compita en la defensa del nacionalismo español.

 

  • El bloque independentista inició esta última fase de su hoja de ruta con una derrota en términos políticos en el Parlament. El diputado Joan Coscubiela condensó en una intervención clara y valiente la denuncia de un atropello clamoroso a la dignidad democrática. Pero la respuesta del Estado en forma no sólo de suspensiones decretadas por el Tribunal Constitucional sino de citaciones de la Fiscalía a 712 alcaldes, registros de oficinas públicas, imprentas o sedes de medios de comunicación y, este mismo miércoles, con la detención de 14 cargos de la Generalitat ha permitido a los convocantes del referéndum situar el debate en la confrontación entre “democracia” y “represión”confrontación entre “democracia” y “represión”. Ese relato, sencillo y contundente, está ganando en Cataluña entre quienes no son soberanistas pero se sienten despreciados-humillados-agredidos por la sobreactuación estatal. Un tuit del mismo Coscubiela este miércoles lo dice todo sobre los efectos políticos de la apodada policialmente Operación Anubis: “… las detenciones de altos cargos merecen una respuesta unitaria de resistencia civil pacífica”.

 

  • Es posible que el conjunto de medidas coercitivas impida la celebración del referéndum o logre limitarlo a unas cuantas urnas de plástico o cartón, pero los independentistas, como bloque, salen políticamente reforzados. Han conseguido colocar su reivindicación en las portadas de la prensa mundial, y seguirán haciéndolo gracias a la movilización popular. El 1-O puede transformarse en una especie de 15-M independentista. Lo que ocurra a partir del 2 de octubre es una incógnita.

 

  • No hay un solo analista entre quienes mejor conocen la realidad catalana que a día de hoy no considere a Mariano Rajoy y a Oriol Junqueras como los ganadores de un pulso político en el que todos perdemos. Como apuntaba el politólogo Lluis Orriols (en este artículo), ni siquiera se ha intentado debilitar o dividir un bloque independentista que en realidad no es monolítico. De hecho, en él van de la mano la derecha catalana heredera de la corrupta CiU y los anticapitalistas de las CUP, que nunca han ocultado su doble prioridad: romper con España y echar del poder a la burguesía nacionalista, por ese orden o a la inversa (lo explica con detalle Pere Rusiñol en este artículo).

 

  • El PSOE intenta cerrar filas para que no supuren sus heridas internas por culpa del debate entre el federalismo y la plurinacionalidad. A cambio de arropar la respuesta legal del Gobierno, Sánchez consiguió comprometer a Rajoy a apoyar una comisión parlamentaria posterior al 1-O que ni siquiera plantea la reforma constitucional sino un estudio y diagnóstico del estado de salud de la España autonómica (grave si no comatoso, sin duda). Toda posición intermedia o matizada en un conflicto completamente polarizado supone un desgaste electoral que a punto ha estado de llevarse por delante al PSC. Y los socialistas saben que nunca han llegado a la Moncloa sin obtener un magnífico resultado en Cataluña (Zapatero mantuvo el Gobierno en 2008 gracias precisamente a los votos que obtuvo el PSC). Pero en aquella fecha no existían Podemos ni los Comuns. Pedro Sánchez pierde votos por la izquierda arropando a Rajoy, pero también cree arriesgarlos por el centro fuera de Cataluña cuando defiende la España plurinacional. Ya se lo recuerda sin descanso Susana Díaz.

 

  • Ada Colau en Cataluña, como Unidos Podemos a escala estatal, ha intentado durante todo el proceso mantener su defensa del  “derecho a decidir” dando al referéndum ilegal el carácter de “movilización política”. La complejidad de la posición de Colau atiende a un electorado transversal y diverso, que incluye a independentistas, federalistas, internacionalistas… Hasta este mismo miércoles ha sido tachada de “equidistante” y “cobarde” por los mismos independentistas que señalan y amenazan a los alcaldes del PSC, mientras en el resto de España y desde la inmensa mayoría de los medios de comunicación se la ubica “al servicio del independentismo”. La Operación Anubis empuja de inmediato a los Comuns a compartir pancarta con el nacionalismo y contra la “represión”.
Los recursos judiciales contra los independentistas complican la nueva etapa que Rajoy abrirá tras el 1-O

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  • Unidos Podemos, que veía difuminada su posición, lanza la arriesgada iniciativa de una Asamblea de Parlamentarios y alcaldes en defensa de “la democracia, la libertad y el diálogo”, y con el propósito de plantear la celebración de un referéndum pactado y con garantías en Cataluña. Inspirada en la Asamblea que hace un siglo convocó Francesc Cambó en Barcelona, es arriesgada porque no ha conseguido arrastrar a ella al PSOE sino sólo a los grupos nacionalistas, de modo que la foto final del acto del próximo domingo en Zaragoza puede dar más réditos al independentismo que a la formación morada. Lo haga por convicción o por su habitual audacia en la estrategia, habrá que reconocer que Pablo Iglesias es seguramente quien más votos se está jugando en la cuestión catalana.

Lo innegable a día de hoy es que el frentismo sigue reforzando sus posiciones, sin dejar apenas cabida a las propuestas capaces de atraer o seducir a ese porcentaje de catalanes que aún no han “desconectado”. La clave está en quienes sean aún capaces (en la política, en los medios y entre la ciudadanía) de plantearse cambiar de opinión. Volviendo a Josep Pla, escribía desde Palafrugell: “En los pueblos, vale más no tener ninguna idea que cambiar de opinión. Esto último no lo perdonan ni los amigos”. Aún es aplicable, desgraciadamente, a todos los pueblos de España.

P.D. Que existen planteamientos de solución razonable para la relación, encaje o incluso separación de Cataluña y España, lo han demostrado los propios socios y socias de infoLibre en el debate propuesto y analizado por Ignacio Sánchez-Cuenca

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