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... Que no necesita 'autenticación'

El pasado jueves, Elon Musk hizo doblete, soliviantó Twitter y estrelló un cohete. No tenía yo intención de hacer un ripio pero la vida, como la Historia, rima. No hay siglo en que no aparezca algún personaje que pasa a los anales por hacer chorradas.

La última de Elon, aunque con él, como con las cervezas, siempre hay que decir “la penúltima”, ha sido la consecución de una amenaza que formuló nada más hacerse con la red social del pajarito: la señal de verificación, indicadora de que el titular de la cuenta es quien dice ser, será de pago. Y quienes no ingresen la tela marinera en la cuenta de Musk se quedarán sin “identidad tuitera”. Chimpún.

Este dibujillo nació con la intención de acreditar la titularidad en Twitter de las cuentas de interés público. Aunque yo, por ejemplo, la tenía y el interés público por lo que yo diga es más que dudoso… El jueves la perdí, como tantos otros y mi vida, de momento, no ha cambiado. Continúo teniendo que currar, como cuando estaba verificada, me sigo pirrando por el chocolate negro y, lo más importante, mi perra no ha dejado de reconocerme y ya saben que los animales huelen cualquier cambio mucho antes que nosotros. 

Pero hay cuentas para las que esta M-Elonada sí es un problema que nos afecta. Las cuentas de emergencia, por ejemplo: Protección Civil, Bomberos, Salvamento Marítimo… Las redes sociales juegan un importante papel en ciertos momentos críticos para comunicar, informar y dar pautas de seguridad y, ahora, cualquiera que pague por el distintivo azulado puede hacerse pasar por estos organismos.

Quien tiene dinero puede ser lo que quiera porque la pasta tiene más peso que casi todo lo demás y el éxito a veces dura lo que el vuelo de un supercohete, 4 minutos

Existe un distintivo gris gratuito que Elon decidirá conceder con su varita mágica a gobiernos, empresas y medios de comunicación. Que la marquita acabe llegando a este tipo de cuentas de servicio público y que en caso de hacerlo, sea lentamente o con la celeridad de un cohete, son incógnitas aún sin resolver.

Es todo muy loco, pero en el terreno filosófico lo de Musk es interesante. Cada M-Elonada suya verifica en qué clase de mundo vivimos. Quien tiene dinero puede ser lo que quiera porque la pasta tiene más peso que casi todo lo demás y el éxito a veces dura lo que el vuelo de un supercohete, cuatro minutos: “StarshipPLOF”.

Pero no hay que dramatizar en exceso, también hay que decirlo. Twitter no es la vida, afortunadamente. Cuando nos sumergimos en el universo de las redes sociales perdemos pie y tendemos a sobredimensionarlas. Y al final ese espacio que nos parece infinito no es más que otra burbuja. Tanto suspirar en el confinamiento por salir fuera y, a la que podemos, nos limitamos a dar vueltas en nuestras peceras…

Llevo doce años frecuentando esa red social y me ha pasado de todo, casi todo bueno. Lo más valioso ha sido contactar con algunas personas que he acabado sumando a mi “vida real” y ahora son imprescindibles. Y es maravilloso poder abrazarlas en el universo analógico, donde la gente corriente no necesita “autenticación” porque es auténtica.

My dear Elon, fuera de tu rancho tuitero las personas no requieren que las marques como cabezas de ganado para ser reconocidas, quienes las quieren no tienen ninguna duda. Besis.

 

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