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Desde la tramoya

Ni Pedro ni Susana

¿Han perdido la razón? ¿Cómo puede ofrecerse este espectáculo lamentable y vergonzoso, en un momento tan crucial? ¿A quién se le ocurre montar un esperpento de esta dimensión a tres días de un comité federal? ¿Se han vuelto locos quienes ante la afrenta deciden cerrar las puertas de Ferraz y atrincherarse dentro? ¿Es que no queda nada de criterio entre quienes dirigen el PSOE, en Madrid y en Sevilla? ¿Están chalados?

Basta de hipocresía. Esto no es una fractura ideológica sobre la conveniencia o no de dejar que Rajoy gobierne. Eso lo habría resuelto el PSOE sin mayor trauma. Este show, que podría terminar a sillazos o en los tribunales, o ambas cosas, sólo es la consecuencia de una lucha personal de poder entre Susana Díaz y Pedro Sánchez. Una lucha que lleva abierta, aunque no fuera tan visible, desde el mismo día en que el segundo es proclamado secretario general, y se le ocurre -oh, gran delito- decir que sería además candidato a la presidencia del Gobierno. Este es el resultado de años de cuestionamientos lanzados en forma de filtraciones a la prensa, insinuaciones veladas que todos los socialistas entendieron, desplantes y pequeñas intrigas siempre ejecutadas con cobardía desde la sombra.

Conozco a Susana Díaz desde que se postuló a la presidencia de la Junta, por encargo de Pepe Griñán. La ayudé puntualmente. Me parece una mujer con instinto y con criterio. Y una buena presidenta de Andalucía, que hace las cosas de otra manera, con honestidad y con criterios auténticamente socialistas. Pero ha mostrado tener muy poca lealtad y muy poca valentía. A mi modo de ver, precisamente por ello, no puede dirigir el Partido Socialista, tras haber contribuido de esta manera lamentable a su demolición.

Y conozco a Pedro Sánchez desde hace una década, cuando él era concejal. Asistí con admiración a su empeño por llegar a la secretaría general del PSOE cuando nadie -yo tampoco- daba un duro por él. Le ayudé también en su pequeña campaña de primarias, y luego le acompañé a él y a su Ejecutiva como consultor. Creo que es un buen político, decidido y audaz y también limpio y con principios claros. Mis servicios profesionales terminaron con la campaña electoral de Navidad, y desde entonces he ayudado voluntariamente cuando me lo han pedido. Aprecio mucho a mis amigos y amigas de Ferraz, y siento que estén pasando por este trago tan amargo. Por eso me entristece que hayan llevado las cosas hasta este extremo. No puedes dirigir un partido dejando más y más enemigos cada semana. Pedro ha ido quedándose cada vez más aislado, quizá porque su manera de conducirse sea demasiado competitiva y solitaria. A mi modesto modo de ver, hoy ya tampoco puede unir a un partido cuyas costuras, responsabilidades aparte, se rompieron bajo su dirección. Y bien que lo lamento.

Pellizquitos

Es imprescindible encontrar a un tercero. Alguien que no se haya significado por liderar ninguna de estas dos pandillas que sólo se han formado por fidelidades personales, y no por motivos ideológicos. Sólo una tercera persona puede ya evitar que el PSOE quede definitivamente liquidado, mientras el PP y Podemos se frotan las manos.

Da igual ya la interpretación que los críticos o los oficialistas hagan de los estatutos del PSOE. Las dos interpretaciones son probablemente válidas. Esto no se arregla apelando a los estatutos. No se resuelve ya de ninguna otra manera que no sea con un nuevo líder, o una nueva líder. En el otoño, el invierno o en la primavera. Que se convoquen esas primarias. Que aparezca alguien bueno y lidere la reconstrucción del PSOE.

Por muy grande que sea y muchos años que tenga, no es cierto que el Partido Socialista pueda superar cualquier crisis. Si uno y otra se empeñan pueden llevar al partido al sumidero de la Historia. Torres más altas cayeron. Sería bueno que viniera alguien y lo evitara con urgencia. Ellos dos, me temo, ya no pueden.

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