Torrejón, un modelo mortal Pilar Velasco
Se habla mucho y con razón de que la independencia judicial es imprescindible para la vida democrática. Pero quizá el fenómeno que caracteriza de manera más llamativa nuestra actualidad tiene que ver con algo menos imprescindible y democrático: la independencia informativa de nuestro periodismo, o pseudoperiodismo, frente a las noticias reales. La comunicación se ve afectada con frecuencia por unos golpes de calor tremendos, verdaderas olas nerviosas, que pasan de los datos falsos a las perturbaciones profesionales y de los bulos de las redes a los titulares de periódico. Un frenesí cargado de sudor y de hipotermia. En estos arrebatos, las mentiras que caracterizan a los opinadores y agresores en las redes sociales, fierecillas con nombres falsos, pasan a los escritos de periodistas capaces de firmar las noticias manipuladas con sus nombres y apellidos, sin que les importe hacer el ridículo con su indecencia profesional.
Este viernes se me llenó el teléfono móvil de mensajes patibularios debido al notición de que el Instituto Cervantes perdía el derecho a enseñar el español en Europa, ¡la noticia más grave de junio de 2025!, un gran escándalo que exigía dimisiones rápidas. Parece ser que el deseo de defender en Europa otras lenguas españolas como el catalán, el gallego y el euskera desembocaba en un gran castigo internacional contra el idioma español. La gran tragedia se llenó de truenos, rayos, histerias y convulsiones, y los cuerpos de algunos informantes se fueron deshaciendo en gotas y espasmos hasta quedar reducidos a un alboroto de cenizas.
Para que ustedes no se pongan tristes, les voy a contar una historia. La Comisión Europea contrata cada cierto tiempo los servicios de algunas empresas o instituciones para enseñar idiomas a su personal. En el año 2015, bajo el Gobierno de Mariano Rajoy, el Instituto Cervantes, como otros muchos institutos hermanos que se dedican a la enseñanza de sus idiomas nacionales, dejó de dar estas clases porque entonces se consideró conveniente utilizar otras ofertas de carácter más privado. Antes de seguir, aclaro: sí, fue en el 2015, hace 10 años, no hablo de 2025, ni cuelo un 1 por el 2. Desde el 2015 no era contratado el Instituto Cervantes para dar clases de español al personal de la Unión Europea, lo cual no significó que dejara de dar clases a toda la amplia gama de alumnos que acuden en Europa a sus aulas y a sus actividades culturales. Y vuelvo a aclarar: no fue culpa de las simpatías catalanistas del Gobierno de Mariano Rajoy, sino de algunos extraños intereses económicos que facilitaron el negocio para otras ofertas. En este asunto, no hay que exigir falsas responsabilidades al Gobierno de don Mariano.
Cuando en el 2020 volvieron a concederse las licencias y volvieron a recaer con argumentos raros en manos de una empresa universitaria belga, parece ser que especialista en todas las lenguas habidas y por haber, el Instituto Cervantes –igual que otros compañeros europeos de viaje– decidió poner un recurso. La noticia que saltó el viernes es que el TJUE no aceptaba el recurso de 2020, un recurso bien argumentado con apoyo de los abogados del Estado. En cualquier caso, el esfuerzo de 2020 no fue vano, porque ahora, en 2025, 10 años después de haber perdido el encargo de enseñar español a los profesionales de la UE, el Instituto Cervantes ha vuelto a ganar la oferta para los próximos 4 años. Es una alegría si tenemos en cuenta los humildes presupuestos de nuestra institución.
La ola de calor de la información crispada convirtió una noticia relacionada con 2020 en una tragedia de actualidad para toda la cultura española
Aunque se trata de un encargo concreto, la ola de calor de la información crispada convirtió una noticia relacionada con 2020 en una tragedia de actualidad para toda la cultura española. Y aunque el debate de 2020 no se centró en la calidad de la enseñanza, sino en los procedimientos de las ofertas, la convulsión mediática del pseudoperiodismo llevó el escándalo a la falta de calidad del Instituto Cervantes y a las debilidades catalanistas de nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores. Lo más significativo es que cuando tocó rectificar en los medios, no se dio la noticia de que en 2025 el Instituto Cervantes había conseguido recuperar un encargo perdido en 2015. La noticia fue que el Cervantes había perdido durante los últimos 5 años el encargo de la Unión Europea.
Conviene ser prudentes con esta crispada ola de calor comunicativo que impone una convulsa independencia entre las noticias dadas y los hechos de la realidad. No es agradable hacer el ridículo y no resulta prudente que periodistas con nombres y apellidos se parezcan cada vez más a esas fierecillas domadas de las redes sociales que se encargan de mentir bajo seudónimo. Pero, en fin, hay que tomárselo con humor. Cosas más graves suceden cuando los medios se someten a las mentiras que favorecen guerras, genocidios y bulos fanáticos dispuestos a destruir los derechos humanos y los valores de una democracia. Ay, Jesús mío.
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