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Defensa, sin estrategia de personal

Mariano Casado

El personal de las Fuerzas Armadas es su principal activo.  Es una afirmación que nadie puede ni debe poner en duda. Sin embargo, sus problemas, su carrera y sus medios son  los  asuntos a los que menos esfuerzo político se dedica. Esto tiene que cambiar  de forma urgente e inmediata. La problemática de los militares temporales  es conocida y ya nadie puede dudar de que haya que afrontarse en esta legislatura como unos de los más importantes  retos.

La cuestión entonces es cómo resolver el problema. En realidad, qué hacer con los militares que han de abandonar las Fuerzas Armadas por no haber adquirido la condición de militar de carrera o por haber sido objeto de una discapacidad sobrevenida, ha sido una cuestión debatida en sede parlamentaria. Pero al debate político, a veces intenso, no se han seguido soluciones prácticas y eficaces. Tampoco las políticas públicas del Ministerio de Defensa han afrontado el problema con determinación. Quizás, en este ámbito porque hay falta de sensibilidad y no se tiene una doctrina para ello, y menos aún se cuenta con equipos de personas acostumbrados a abordar la búsqueda de empleo con parámetros normalizados en otros espacios de la Administración y de instituciones privadas.

La cuestión es que hay que dar solución a los problemas. Sobre todo a problemas que eran previsibles y conocidos. La nueva ministra se ha encontrado este asunto como herencia del pasado. Sobre todo del pasado más inmediato. La etapa de Morenés y su equipo al frente de la política de Defensa fue un período en el que las cuestiones de personal se arrumbaron, se despreciaron y se ocultaron. Esperemos que Cospedal dé prioridad a la personas y escuche a todos los operadores y afectados.

Un cambio de rumbo en la política de personal es necesario. La puesta en marcha de la subcomisión en el Congreso de los Diputados para tratar la situación de Tropa y Marinería y de los militares de  complemento puede ser un primer paso.  Sin embargo, dado que hay afectados que sufren ya los efectos devastadores de la falta de cumplimiento de los mandatos legislativos dados al Gobierno, todo retraso en poner en marcha soluciones inteligentes supone asumir que muchos militares se quedarán sin protección alguna. O lo que es lo mismo, sin futuro.

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La política de personal y, singularmente, la relacionada con el momento en que el militar abandona las Fuerzas Armadas ni se puede improvisar, ni se puede liderar ni gestionar como si de una acción militar se tratase. Mi propuesta es conformar una auténtica estrategia de empleo, singular y específica, para los miembros de las Fuerzas Armadas. Una estrategia trasversal, evaluable, modificable y sobre todo que ponga a las personas en el corazón de todas y cada una de las iniciativas y acciones que se puedan derivar de la misma.

Se equivocará Cospedal si piensa que sin cambios en los equipos, sin medios y sobre todo sin diálogo, va a poder resolver el problema sin coste político. Además, cuando se habla de la vida de las personas, no es posible dejar de priorizar la generación de apoyos estables y potentes para la búsqueda de empleo. Los apoyos para la incorporación al empleo ordinario no pueden ser colectivos o masivos. Debe ser apoyos individualizados, que conozcan la situación de cada militar y posibiliten una solución a medida con mecanismos de seguimiento.

No hay tiempo que perder. Los militares y sus familias se juegan una vez más la vida, porque sin empleo y sin que éste sea digno, la vida es otra cosa, y acaso, no es vida.  Políticamente, el Ministerio de Defensa puede ser un buen trampolín para futuras operaciones. Pero, si no se gestiona bien el personal, Defensa puede ser una manera  de pasar a mejor vida política, a la situación de reserva o al retiro.

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