Lo que los wasaps sugieren (aunque nunca ocurra) Cristina Monge

A la espera de que se publiquen los últimos resultados del desempeño alcanzado por los países comprometidos con la Agenda 2030 en ese repositorio al que ya mostré mi admiración, he revisitado los de 2024 para tener una especie de línea de base sobre la que comparar la materialización de la debacle multidimensional de EEUU.
A pesar de que suele decirse que las comparativas son odiosas, a mí me encanta hacerlas. Compararnos como país con aquellos que nos gustan, que admiramos por algún motivo, o a los que aspiramos parecernos, controlando. Hasta el 20 de noviembre de 2024, los EEUU formaban parte de esos referentes. A ese hilo me agarro para escribir esta tribuna.
España se situó en el puesto 14 de un ranking de 167 países monitoreados por el Sustainable Development Report 2024. EEUU en el 46. La diferencia es tan notable que creo que vale la pena indagar qué indicadores la explican.
En una decena de objetivos en los que se materializa la Agenda 2030 de Naciones Unidas, tanto EEUU como España nos situamos a grandes rasgos en niveles parecidos de desempeño, o sea, en idénticos colores que oscilan desde el verde (“ya casi todo está OK”), hasta el rojo (“muy poco está OK, y difícilmente lo estará en 2030”), pasando por estados intermedios coloreados de amarillo y de naranja.
En seis objetivos —el 1, 3, 5, 7, 12 y 16— España superaba a EEUU en desempeño y se encontraba más cerca de alcanzarlos.
En el 1, que pretende el fin de todas las formas de pobreza, la mayor brecha es el porcentaje de población en dicha situación una vez cobrados impuestos y pagado transferencias —una vez ha actuado el Estado del Bienestar— que allí (18%) es cuatro puntos más elevado que aquí (14%), y con peores perspectivas.
En el 3, que persigue la salud y el bienestar de las personas, lastran a EEUU tres asuntos: las muertes por accidentes de tráfico, que ascienden a 14 por cada 100.000 habitantes frente a los 3,5 en España. La esperanza de vida al nacer también penaliza a los norteamericanos, que disfrutan en media de seis años menos (77) que los que disfrutamos en España (83). Y las diferencias territoriales de ese indicador de desarrollo son también peores en EEUU, donde depende más del código postal que en España (8,8 años de diferencia territorial allí; 6,3 años aquí), aunque aquí también son una barbaridad de años.
Las mujeres estadounidenses sufren una mayor brecha salarial que las españolas (10 puntos más amplia) y una menor representación en su Parlamento (29% vs 44%)
Qué decir de la igualdad de género, protagonista del objetivo 5. Dejando al margen los derechos sexuales y reproductivos, que se aprecian en el objetivo 3 con una mayor –aunque parece que no alarmante por el color asignado– mortalidad materna (6 veces superior) y embarazo adolescente (3 veces superior), las mujeres estadounidenses sufren una mayor brecha salarial que las españolas (10 puntos más amplia) y una menor representación en su Parlamento (29% vs 44%).
Dos asuntos penalizan el desempeño de EEUU frente al alcanzado por España en el objetivo 7 de energía limpia y asequible: las emisiones de CO2 procedentes de los combustibles fósiles, y la menor penetración de las energías renovables en el consumo eléctrico final (11% allí, 20% aquí), con signos, además, de estancamiento.
En el objetivo 12, que aboga por la producción y el consumo responsables, ninguno de los dos países lo hacemos bien. No hay ningún indicador relevante en verde. Y el que más diferencias arroja, para sorpresa creo que de nadie que haya pasado algún tiempo allí, es la cantidad de residuos urbanos generados y que no se reciclan: allí, 1,5 kilos por persona y día; aquí, la mitad.
La fortaleza institucional que procura y valora el objetivo 16, lastra a EEUU al rojo por tres asuntos: la tasa de homicidios, diez veces superior a la de España (6,4 homicidios vs 0,7 por cada 100.000 habitantes); la valoración o percepción de asequibilidad del acceso a la justicia (suspendido allí; notable aquí) y la cantidad de población encarcelada, que en términos relativos por cada 100.000 habitantes la de allí cuadruplica a la de aquí (524 vs 116).
Y termino con el único objetivo, el 9 de Industria, Innovación e Infraestructuras, en el que EEUU sí mostraba en 2024 un mejor desempeño que España. Y lo hacía fundamentalmente porque invertía más del doble en términos de PIB en investigación y desarrollo, contaba con más proporción de profesionales dedicados en cuerpo y alma a la investigación, era más profuso en el desarrollo de patentes triádicas (las que han sido reconocidas en EEUU, Europa y Japón), y contaba con una mayor proporción de mujeres egresadas de la universidad en disciplinas STEM.
No tengo aún datos, pero tampoco dudas, de que en 2025 los colores se tornarán más cálidos allí. Ojalá quede disponible al público alguna estadística oficial de ámbito federal para poderlo confirmar.
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Verónica López Sabater es economista y consejera de la Cámara de Cuentas de Madrid.
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