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Pendientes de la Pascua Militar

La próxima celebración de la Pascua Militar es momento idóneo para poder expresar públicamente cuáles son las cuestiones que más preocupan a los hombres y mujeres que integran las Fuerzas Armadas.

A lo primero que hay que hacer referencia expresa es a la necesidad urgente e inaplazable de dignificar las retribuciones de los militares, en los aspectos que ya han sido perfectamente identificados en el Estudio monográfico que al respecto realizó el Observatorio de la Vida Militar, que se ha constituido en un órgano de asesoramiento y consulta, imprescindible en la política de Defensa y de Seguridad de España, desde su adscripción a las Cortes Generales, en relación con sus funciones establecidas en la ley.

Los militares no pueden seguir siendo los servidores públicos peor pagados, a pesar de ser a quiénes más se exige y a quiénes se les encomiendan las misiones más comprometidas y exigentes. Y no hay excusa alguna que permita diferir el cumplimiento de este compromiso, sobre el que además hay consenso parlamentario en los aspectos básicos de la dignificación retributiva.

Otro ámbito de acción inminente es el relativo a la conciliación entre la vida profesional y la personal y familiar. Es cierto que la ministra de Defensa ha actuado rápida e inteligentemente en este asunto y está cumpliendo sus compromisos. Pero aún debe avanzarse en su efectiva regulación y sobre todo en su implementación en las unidades y en el reforzamiento de la cultura de toda la organización, que ha de entender que se trata de un derecho y de una oportunidad-necesidad, que está directamente relacionado con una política de reclutamiento inteligente y por ello con la defensa de España.

No podemos olvidarnos de la situación de los militares temporales a los que hay que tratar con absoluto respeto en el cumplimiento de las responsabilidades que como sociedad hemos adquirido con ellos y ellas. Deben estar permanentemente en la agenda política porque son el eslabón más débil del sistema. Tres son los elementos claves para el seguimiento y aplicación de los mandatos que desde la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados se han establecido al respecto. El primero, la constitución de la Comisión Interministerial; el segundo, el trabajo continuo sobre estas cuestiones en el seno del Consejo de Personal de las Fuerzas Armadas, en donde están representadas todas las sensibilidades e intereses. En tercer lugar, el estudio y análisis permanente de todas las medidas, nacidas en sede parlamentaria, por el Observatorio de la vida militar, por lo que resulta urgente su renovación.

La atención a los militares y a sus familias en los casos de fallecimiento, o cuando resultan heridos o como consecuencia de movilidad geográfica, maniobras, guardias, embarques, misiones en el exterior, o los que adquieren una discapacidad sobrevenida, debe proseguir la senda de creación de estructuras estables, cercanas y gestionadas desde principios de atención social especializada y no como meras prolongaciones de la vida militar, porque su ámbito de actuación son las personas.

No es una cuestión de segundo orden el propiciar reformas en los ámbitos, todavía mejorables, de la carrera militar que, no se olvide, es un derecho del militar y tiene que permitir a todos la ocupación de diferentes destinos, el ascenso a sucesivos empleos y la progresiva capacitación para puestos de mayor responsabilidad, combinando preparación profesional y experiencia, siempre desde la igualdad de trato y de oportunidades.

Por último, la modernización de la jurisdicción militar a la que estamos obligados por imperativo legal no puede posponerse más. Resulta sorprendente que los órganos judiciales militares y quiénes los sirven, hayan quedado excluidos de la reforma legal de la Ley Orgánica del Poder Judicial, recientemente aprobada, sobre medidas urgentes en aplicación del Pacto de Estado en materia de violencia de género. Los militares, hombres y mujeres tienen derecho como ciudadanos a un sistema judicial moderno que haga realidad la obligación compartida de “avanzar hacia una efectiva formación y especialización en violencia de género de los profesionales que trabajan este ámbito, por ser un elemento clave para una adecuada respuesta judicial”.

Confiemos en que a todas estas cuestiones se haga referencia en la Pascua Militar. La experiencia demuestra que lo que en ella se diga tiene muchas posibilidades de convertirse en realidad en los meses posteriores a su celebración. Así ocurrió, por ejemplo, en la Pascua Militar del año 2010, en la que Carme Chacón anunció el inicio de los contactos entre los grupos parlamentarios para la remisión al Congreso de los Diputados del proyecto de ley orgánica de derechos y deberes de los miembros de las Fuerza Armadas, que luego se aprobaría. Carme Chacón con ocasión de la aprobación definitiva de la Ley de derechos y deberes señaló que “los militares son igual de profesionales que ayer, pero más ciudadanos”.

Esta afirmación nos sirve para mantener la necesidad de avanzar en los derechos de los militares en la misma dirección en la que avanzan los derechos de todos los ciudadanos. Ahora toca escuchar.

______Mariano Casado fue miembro del Observatorio de la Vida Militar.

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