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La cultura del diálogo frente al populismo y la antipolítica

Solo nos faltaba el esperpento que se organizó tras la votación de la valiosa reforma laboral. Otra vuelta de tuerca a la crisis de la política que vivimos en España y que provoca hartazgo y enfado en la gente. Por eso hay motivos sobrados para reflexionar sobre las salidas al nivel de confrontación, la ausencia de consensos y la polarización social.

Sin embargo, todavía hay quienes, en vez de reflexionar sobre la gravedad del momento, caen en la frívola equidistancia con la que no quieren reconocer la responsabilidad de la derecha política y mediática por su estrategia de acoso para desestabilizar al Gobierno. Así como por intentar frenar la recepción de las ayudas europeas en perjuicio a los intereses del país.

Tienen siglas quienes han rechazado la reforma de las pensiones, la reforma laboral o las medidas para combatir los efectos de la pandemia. Son partidos que practican el populismo y la antipolítica.

La Constitución de 1978 es la norma clave que hizo posible la restauración de la democracia en España. Su aprobación fue posible por la capacidad de diálogo y negociación de aquellos líderes, por las renuncias de los constituyentes que habían luchado por la democracia durante la dictadura y por la voluntad de consenso y concordia mostrada por la gran mayoría de los partidos políticos ante una sociedad ilusionada. En la actualidad, España se encuentra en otra encrucijada, debiendo afrontar retos colectivos complejos e incertidumbres que provocan inseguridad en la ciudadanía. 

Estamos ante la oportunidad histórica de gestionar con acierto, eficacia y transparencia los Fondos Europeos destinados a una recuperación económica justa. Lamentablemente, no fue posible un Pacto de Estado para evitar la confrontación partidista sobre las ayudas europeas. Así mismo, es imprescindible la transformación del modelo productivo, una exigencia provocada por la digitalización de la sociedad y por la transición energética en respuesta a la emergencia climática. Pero, además, hay otras cuestiones pendientes, como la reforma de la Constitución y la reforma del Reglamento del Congreso. Además del desbloqueo a la renovación del CGPJ.

Estos retos presentan enormes dificultades e intereses enfrentados. Por tanto, exigen altura de miras por parte de las fuerzas políticas, sentido de la responsabilidad de Estado y formas de acción política que sean coherentes con los valores de la democracia. Todo ello nos obliga a tratar de consensuar las decisiones con un elevado grado de unidad institucional.

Estos retos presentan enormes dificultades e intereses enfrentados. Exigen altura de miras por parte de las fuerzas políticas, sentido de la responsabilidad de Estado y formas de acción política que sean coherentes con los valores de la democracia

La verdad es que esta crisis de la política, provocada por actitudes de bloqueo permanente, sectarismo y discursos de odio, está afectando a la confianza ciudadana en las instituciones democráticas y dificulta las respuestas a los problemas señalados. La confrontación institucional, la desinformación y la crispación, alimentada artificialmente desde los foros políticos, se trasladan a la sociedad y a las calles, generando una extrema polarización social, mediática y digital.

¿Cuál ha de ser la respuesta? Acertar en las soluciones democráticas nos exige actuar con lealtad al interés general de la población y un esfuerzo colectivo en favor del diálogo, la negociación y un consenso transversal. De lo contrario, España quedará descolgada de los países de vanguardia en Europa y se habrá hecho un daño irreparable a nuestra democracia.

Las reformas profundas que debatimos y aprobamos en el Parlamento han de concitar el apoyo de amplias mayorías parlamentarias y sociales para garantizar la permanencia de las reformas y de las leyes en las que se sustenten.

Hablamos de reformas que tendrán continuidad y de actuaciones políticas públicas que deberán prolongarse en el tiempo. Por tanto, las leyes que se acuerden han de nacer con la mayor legitimidad posible y el mayor consenso, como condiciones para su permanencia más allá de las alternancias de gobierno. Una apuesta explícita por el pacto del pluralismo realizada con voluntad de pedagogía pública, ya que también han de contribuir las fuerzas económicas, sociales, los intelectuales y los medios de comunicación.

Demos una oportunidad a la cultura de diálogo como valor ético de la política y como método para alcanzar consensos ante los conflictos. Es la única forma de favorecer el desarrollo del Estado del Bienestar y el fortalecimiento del Estado social y democrático de Derecho, elementos básicos de nuestra arquitectura constitucional.

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Odón Elorza es diputado del PSOE.

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