Kit de vulnerabilidad

Carmelo Marcén Albero

Casi nadie duda que vivimos en tiempos complejos, en los que las incertezas surgen  de sopetón, sin ni siquiera habernos enviado antes unas mínimas señales. Nos lastiman la vida y además nos desordenan los pensamientos razonados; hasta llegan a provocar ansiedades. Será porque nos hemos acostumbrado a las rutinas, o porque nos creemos super protegidos por un sistema social (im)perfecto, sabiendo que las máquinas y las personas se equivocan a veces, o fallan sin decirnos por qué. La única explicación suele ser “no ha sucedido nunca”, como pasó con la Dana o el apagón eléctrico; lo cual no nos tranquiliza. Mucha gente demanda información sobre las causas; al no haberla sienten miedo. El recuento de los grandes apagones mundiales en este siglo no nos consuela ante el del día 28 de abril en la península Ibérica.

Más bien nos alerta sobre una constante en los países avanzados: nadie está libre de que unos incidentes en los suministros de energía paralicen gobiernos, industrias, escuelas y cualquier actividad de la ciudadanía. De pronto, todos nos hemos dado cuenta de nuestra vulnerabilidad, de que esa sensación de desamparo no solo la sufren cada día los desfavorecidos del sistema. Por ejemplo, quienes viven en una pobreza energética continuada.

Necesitamos ser conscientes de que las personas somos vulnerables, que una validación del riesgo puede ser palanca de cambio social. Hay que entender que vivir no es sobrevivir, menos aún hacerlo en solitario

Hace unos meses se hablaba de procurarnos un kit básico de supervivencia para situaciones bélicas. Me parece que nos vendría mejor un kit mental de vulnerabilidad. Deberá sustentarse en la reflexión crítica sobre la vida. Necesitamos ser conscientes de que las personas somos vulnerables, que una validación del riesgo puede ser palanca de cambio social. Hay que entender que vivir no es sobrevivir, menos aún hacerlo en solitario. Debemos conocer cómo abordar las crisis provocadas por las incertidumbres, con atención a la importancia en los cambios de perspectiva desde lo personal a lo colectivo, que avise de que la tecnología no es un salvavidas eterno y para todos. Nuestro pensamiento crítico debe contar con destrezas para demandar una gobernanza social eficaz ante las administraciones y los suministradores de servicios colectivos, claves en la responsabilidad y solidaridad ante las crisis. Porque, desde siempre, fallan los ruidos políticos que nos predican la seguridad vital absoluta si les damos nuestro voto, pero no se apuntan responsabilidades si se produce una catástrofe.

Cabría pensar si la vulnerabilidad nace porque sí o se construye. Nos vendría bien un completo kit de pensamiento, reflexivo y comprometido.

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Carmelo Marcén Albero es doctor en Geografía por la Universidad de Zaragoza y especialista en educación ambiental y metodología educativa.

Carmelo Marcén Albero

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