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Plaza Pública - 8M

De la moral de esclavas de las religiones a la ética emancipadora del feminismo

Participantes en la manifestación del 8M de Madrid.

Las mujeres, "la última colonia del capitalismo"

La científica y filósofa de la ciencia india Vandana Shiva y la socióloga alemana Mira Mies son dos destacadas representantes del ecofeminismo, que Shiva define como "la convergencia de la ecología y el feminismo. La ecología dice que no se pueden destruir los fundamentos ecológicos a través de los que sobrevivimos y el feminismo recuerda que no hemos nacido iguales pero que formamos parte de la misma especie. Así, el ecofeminismo es realmente la filosofía de toda sociedad duradera".​ Ambas coinciden en la necesidad de una convergencia de los diferentes movimientos sociales en torno a los principios fundamentales de la justicia y la sostenibilidad y en la propuesta de una política que conjugue armónicamente la responsabilidad, el amor y la compasión con la naturaleza y los seres humanos.

Las dos intelectuales y activistas ecofeministas afirman que tanto las semillas como los cuerpos de las mujeres, que son sedes de la capacidad de generación, "figuran, a los ojos del patriarcado, entre las últimas colonias", según la antropóloga ecofeminista española Yayo Herrero, que colabora con ellas en congresos y libro ("Sujetos arraigados en la tierra y los cuerpos": 39 Congreso de Teología: Justicia y compasión, Nueva Utopía, Madrid, 2019, 32). Es una idea compartida por Antonio Campillo, catedrático de Filosofía de la Universidad de Murcia, para quien "las mujeres son ‘la última colonia’ de la economía capitalista" (Antonio Campillo, Un lugar en el mundo, La Catarata, 2019, 87).

También la comparte en el campo jurídico Teresa Vicente, directora de la Catedra de Derechos Humanos y Derechos de la Naturaleza y defensora del reconocimiento del Mar Menor como sujeto de derechos. "En el origen moderno del Estado de Derecho –afirma–, las mujeres fueron excluidas de su dimensión filosófica, jurídica y política, les fue negado el valor y la condición ética suficiente para ser portadoras de derechos, esto es, sujetos de derechos". ("Las mujeres, defensoras de la igualdad y el cuidado de la naturaleza": Igual. Revista de género e igualdad 4 (2021), 35-59)

Si el capitalismo convierte a las mujeres en su última y hasta ahora inexpugnable colonia, las religiones constituyen el último y más eficaz bastión del mantenimiento del patriarcado duro y puro a partir de la imagen masculina de Dios, que torna sagradas y dotadas de poder absoluto a las masculinidades, como ya escribió la pensadora feminista Mary Daly, "si Dios es varón el varón es Dios".

Del 4 al 6 de abril de 2019 fui invitado a participar en el I Congreso Internacional sobre Masculinidades e igualdad: en busca de buenas prácticas de masculinidades igualitarias desde el ámbito de la Universidad, celebrado en la Universidad Miguel Hernández, de Elche (Alicante), al que asistieron más de 300 personas. En él pronuncié una conferencia sobre "Dioses varones, masculinidades sagradas y violencia contra las mujeres", que contó con una excelente acogida. Uno de la momentos de mayor impacto de la conferencia fue mi reflexión sobre la moral que las religiones –o mejor, buena parte de sus dirigentes– imponen a las mujeres, y la alternativa de la emancipación de las mujeres, que resumí en los dos decálogos que siguen, que responden a dos paradigmas de ética: el de las religiones patriarcales y el del feminismo, y que recojo en mi libro La Internacional del odio (Icaria, 2021, 2ª ed.)

Decálogo de la moral de esclavas y subalternas, que imponen las religiones a las mujeres:

  • Obedecer a los padres, maridos, patronos, hijos, etc.
  • Someterse, como manda la Biblia leída de manera fundamentalista (por ejemplo, la Carta a los Efesios, de la Biblia cristiana), que legitima la periodista italiana Constanza Miriano en su libro Cásate y sé sumisa.
  • Aguantar los insultos, los malos tratos, los desplantes, las agresiones físicas, los desamores, las traiciones…
  • Soportar las cargas que le echen encima, como si fuera un animal de carga.
  • Sacrificarse por los demás, sobre todo, por los hijos, esposos, etc. La expresión "qué sacrificada es esta mujer" se considera una virtud y un elogio, más que una humillación.
  • Cuidar de las personas dependientes, enfermas, esposos, hijos, padres, madres y parientes en dificultades físicas o psíquicas, ¡hasta de las plantas! El cuidado se considera la vocación, el destino de la mujer. Una mujer que no se dedica al cuidado es considerada una haragana. Un hombre que no cultiva el cuidado es porque tiene una misión superior y otras tareas más importantes.
  • Depender de, no tener vida propia, carecer de autonomía, de independencia en el pensar y en el actuar. "Quien depende de otra persona –se dice–, nunca se equivoca".
  • Perdonar, siempre perdonar, cualquiera que fuere la ofensa o la afrenta recibida, incluso al violador en caso de agresión sexual.
  • Ser humilde, mujer recatada, comedida, discreta, que no llame la atención, invisible, recluida en el hogar (la mujer como "ángel del hogar"), que se traduce en "humillarse".
  • Renunciar al placer, al disfrute de la vida, al ocio, a la distensión. "La mujer –se dice– tiene que ser hacendosa, siempre tiene que estar ocupada".
  • Aceptar la colonización de sus cuerpos, de su mente y de su conciencia por parte de los varones como prueba de sumisión.

Decálogo alternativo de la ética de emancipación de las mujeres:

  • Resistir al patriarcado, a la misoginia, al sexismo, al androcentrismo y no someterse a sus imposiciones. El patriarcado es una cárcel de la que hay que liberarse.
  • Rebelarse contra la sinrazón, que se quiere imponer a las mujeres como verdad. Afirma Mary Wollstonecraft: "Las mujeres solo deben doblegarse a la autoridad de la razón".
  • Negarse a, decir "no". "No es no" en todos los terrenos: sexual, afectivo, intelectual, moral.
  • Empoderarse versus humillarse.
  • Ser autónoma, independiente: tener un proyecto propio de vida. Escribe Mary Wollstonecraft: "El uso de la razón es lo único que nos hace independientes".
  • Compartir los cuidados, las tareas domésticas. La ética del cuidado no pertenece a la naturaleza de las mujeres ni es tarea única suya; debemos practicarla tanto hombres como mujeres.
  • Exigir perdón ante las agresiones, arrepentimiento y propósito de la enmienda como condiciones necesarias para perdonar.
  • Afirmar y defender la propia corporalidad. Afirma Eduardo Galeano: "Dice la ciencia: el cuerpo es una máquina. Dice el mercado: el cuerpo es un negocio. Dice la Iglesia: el cuerpo es pecado. Dice el cuerpo: yo soy una fiesta".
  • Defender la igualdad entre hombres y mujeres. Afirma Mary Wollstonecraft: "Las desigualdades entre los hombres y las mujeres son tan arbitrarias como las referidas al rango, la clase o los privilegios".
  • Tener sentido festivo: disfrutar, gozar de la vida, de la amistad, del trabajo.
  • Liberarse del colonialismo a que son sometidas por los varones y defender su territorio personal como prueba de plena emancipación.
San Romero de América contra el Imperio norteamericano

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Creo que la ética feminista debe regirse por el imperativo que estableciera la filósofa feminista Mary Wollstonecraft (1759-1797): "No quiero que la mujer domine sobre el hombre, sino que sea dueña de sí misma".

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Juan José Tamayo es profesor emérito de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones, de la Universidad Carlos III de Madrid, y director y coautor de Religión, género y violencia (Dykinson, Madrid, 2019, 2ª ed., 2ª reimpresión)

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