Pero qué está pasando aquí

Estamos muy cerca de abrir las puertas de la carpa del circo para poder asistir a la representación que se viene ensayando desde hace unos meses. Estamos esperando a que suene la trompeta para que, definitivamente, los malabaristas, los payasos y los domadores de fieras salten a la pista central a exponer sus capacidades, a desvelar sus ingenios y a ofrecer al público asistente sus maneras de afrontar el vértigo.

El caso Leire Díez puede ser otra bufonada dentro del estrépito de la política nacional; una bufonada que tensa los hilos del PSOE y que, a poco que se ponga el oído en las informaciones desprendidas de sus declaraciones, podemos estar asistiendo a otra muesca en el revolver de los que intentan hacer desaparecer cualquier vestigio socialista de la faz de la tierra. “No soy cobarde”, ha empezado declarando la periodista.

Anson, Pedro J. y algunos más de los intervinientes azuzaron la política nacional para sacar sangre de un gobierno azotado por la mass media a fuerza de titulares que lo vinculaban con la corrupción y un sinfín de irregularidades. Anson llegó a decir unos años después: “González era un hombre con una potencia política de tal calibre que fue necesario llegar al límite y poner en riesgo el Estado con tal de terminar con él".

Parece que, al pasar del tiempo, las estrategias no han cambiado tanto. Las cabeceras de algunos medios, montados en la información elaborada con pinzas, tratan de comprometer a Sánchez para horadar la acción de su gobierno, amplificando derrotas, sapos y culebras que ofrecen carnaza mediática para aquellos y aquellas que quieren comprarla. Así las cosas, podemos recordar la tan traída máxima periodística que animaba a que una verdad no estropee una buena noticia.

Y, del otro lado, del lado de las huestes que se refugian en la política de tentetieso, los malabaristas, bufones, equilibristas de la noticia. Personajes que vinculan sus opiniones a la fuerza de la ola de lo mediático, que no es otra cosa que la de exterminar las políticas del gobierno de coalición.

El circo está a punto de abrir sus puertas porque parece que se necesita el espectáculo para formar opinión dentro de los medios de comunicación amparados por la derecha

Leire Díez es la última en subirse al carro. Pero también Víctor de Aldama, ese hombre de negocios desnortado que trata de defender su honor desde unas apariciones con claro aspecto beligerante para amarrar fama nacional y arañar aquí y allá sus compromisos con los que financian las cuitas. Por cierto, algún día tendríamos que hablar de la estrategia en la sombra de un grupo de intervención dedicado a la desocupación de casas y que podría tener algo que ver con algunos resortes en la estrategia de hundimiento del Gobierno.

Pero también los vínculos de Koldo en sus supuestos trabajos de turbia financiación, o las acometidas sentadas en un lenguaje, apagado por ahora, de un Ábalos encendido por el nulo apoyo de su partido a lo que él considera un insulto a sus años de militancia y de trabajo orgánico.

En definitiva, una edificación a voluntad de parte de eso que llaman “cloacas del Estado”, que tiene una relación directa con el odio, la incapacidad de la oposición de socavar las estrategias políticas de Sánchez, la datología que se desprende de las encuestas y una necesidad de ocupar el espacio trumpista europeizado que está construyendo alternativas de gobierno. Así las cosas, hemos de pensar que todo vale para desacreditar, incluso, a la socialdemocracia hasta destrozarla.

El circo está a punto de abrir sus puertas porque parece que se necesita el espectáculo para formar opinión dentro de los medios de comunicación amparados por la derecha. Pero un circo desacompasado de las músicas, huidizo, que no tiene muy claro cuál es la pista central y de qué manera ha de entrar a la arena; un circo triste que acompaña una voluntad cargada de ofensas y construida desde la necesidad de crispar, cueste lo que cueste. Y si a todo esto se le acompaña de manifestaciones todos los fines de semana, o de agravios de falsos periodistas vociferando sangre, mejor que mejor. Leña al mono que es de goma; o, en otros términos, el que pueda hacer, que haga

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Javier Lorenzo Candel es poeta.

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