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La privatización de la política

Odón Elorza

Siempre he pensado que la izquierda tiene que despertar y promover la participación de la sociedad civil en las tareas de la vida política en un sistema democrático. Porque una democracia debe ofrecer mucho más que poder votar cada cuatro años a listas cerradas.

El ejercicio de una democracia representativa requiere la existencia de mecanismos de participación para fortalecer la condición de la política como un patrimonio colectivo, los derechos de la ciudadanía y evitar la indeseable privatización de la política. De lo contrario, caerá en la privatización mediante un proceso en el que la política se va convirtiendo en una actividad limitada a unas élites de poder, centrada en el uso de la mercadotecnia electoral y con olvido de la ética pública y del interés general. 

La política se va privatizando al estar mediatizada por los grupos económicos de interés y por los intereses propios de los grupos políticos. En el escenario de la globalización, la política se contamina más de las ideas neoliberales mientras las grandes corporaciones tecnológicas toman decisiones por encima de la democracia y de las reglas de soberanía de los Estados. Además, el desempeño de la función pública de la política queda sometido a un alto nivel de sectarismo y crispación, fenómenos que le alejan de la gran mayoría de la población.

Los datos evidencian que los cauces de deliberación, consulta y participación, en los diferentes ámbitos de la política, eran y son escasos y resultan poco creíbles. Lo comprobé cuando desempañaba cargos públicos y lo ratifico ahora, como un miembro más de la sociedad civil, tras la renuncia como diputado que presenté en enero.

Lo cierto es que se necesitan más canales institucionales para poder expresar opiniones, para que sean escuchadas las propuestas cívicas o para participar de alguna manera en la toma de decisiones. Todo ello no solo es posible sino imprescindible. Ni en el seno de los partidos existe suficiente generosidad intelectual para promover el debate ni en las instituciones encuentras vías accesibles para hacer llegar iniciativas que, en muchas ocasiones, ni son respondidas.

Lo más lamentable es que tampoco en los Ayuntamientos, la institución más cercana a la ciudadanía, observo voluntad de promover una gobernanza cívica basada en el diálogo y la consulta, ni con las organizaciones ciudadanas ni con la ciudadanía. Mi tristeza es mayor al comprobar que en el caso del Ayuntamiento de San Sebastián, mi ciudad, la participación, la consulta y la transparencia no existen. 

Lo más lamentable es que tampoco en los Ayuntamientos, la institución más cercana a la ciudadanía, observo voluntad de promover una gobernanza cívica basada en el diálogo y la consulta, ni con las organizaciones ciudadanas ni con la ciudadanía

La pandemia ha servido para que las administraciones tomen más distancia de la población y que la fría burocracia, apoyada en las nuevas tecnologías, se haya visto reforzada. Sin embargo, las NTIC ofrecen a los poderes públicos enormes posibilidades para abrir paso a una democracia deliberativa. Pero las instituciones no son conscientes. Para más desgracia, la ocupación masiva por la derecha de las alcaldías en España, tras las elecciones municipales del 28M, va a empeorar la situación.

Vivimos un tiempo peligroso para la credibilidad de las democracias. Arrastramos fallos en el sistema de representación política y asistimos a un funcionamiento de los gobiernos cada vez más basado en el hiperliderazgo y el presidencialismo. Todo ello sucede en un panorama en el que el diálogo, la deliberación y el contraste de ideas se consideran accesorios. 

De modo que si a los problemas sociales de desigualdad y precariedad que padecen las personas y a las incertidumbres que provocan las crisis y los nuevos desafíos globales que afectan a la humanidad, se añade la privatización de la política y el menosprecio de lo público, la desafección y desconexión ciudadana hacia la política y los partidos están garantizadas. Hoy, la participación, mal entendida, se limita a las manifestaciones partidarias en la calle y a la militancia de confrontación en las redes sociales. 

España, como otras democracias del planeta, se enfrenta al reto de reformar e innovar su sistema democrático para adaptarlo a las exigencias de los tiempos y a las nuevas demandas ciudadanas. Ante el riesgo de atrofia de la democracia, la alternativa no puede ser el autoritarismo que representan las variantes del populismo, del trumpismo y la tecnocracia. Sin embargo, opino que falta sensibilidad democrática entre quienes se esfuerzan por convencernos de que contamos con una “democracia plena”. 

Es necesario dar protagonismo a la sociedad civil y defender lo público. El Congreso ha de reformar su desfasado reglamento, después de 40 años, para lograr un Parlamento Abierto. Es imprescindible que los partidos respeten la democracia interna, modificar la Ley de Iniciativa Legislativa Popular para favorecer su utilización y la Ley de Consultas Populares para normalizar el uso habitual de consultas municipales. Sería sólo el comienzo.

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Odón Elorza es ex diputado y miembro del Comité Federal del PSOE.

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