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Lo esencial en la política, como también en la vida, no es solo sumar sino fundamentalmente saber sumar. Es la diferencia que existe entre la cantidad y la calidad.

Porque lo fácil es sumar sin más, en este caso a las organizaciones existentes y a las personas que nos reclamamos de la izquierda, independientemente de si se trata de un proyecto más o menos común y de una imagen más o menos coherente y estimulante. Lo realmente difícil es que logren sumar el mayor número de votos para gobernar. Sobre todo si a esto se añade que los tiempos que ahora vivimos están más cerca del escepticismo que de la indignación del pasado. 

Y es que lo más difícil es saber sumar ideas, proyectos y personas para luego añadir votos que logren la mayoría necesaria para gobernar.

Hace tiempo que la izquierda española en su diversidad supo sumar la impugnación de las políticas de recortes y de austeridad del gobierno de la derecha, así como las voluntades para abrir un nuevo tiempo de diálogo que pasase página de la dinámica de escalada de acción y reacción entre la huida hacia adelante del independentismo y la respuesta represiva nacionalpatriótica en Cataluña.

Esta ha sido también la diferencia entre el saber sumar del acuerdo de gobierno compartido a principios de la legislatura y el sumar de los que solo defendíamos el apoyo parlamentario, a pesar de que hasta minutos antes primaba la desconfianza. También entre la mera suma de la compartimentalización de ministerios estancos frente al saber sumar del trabajoso avance hacia el desarrollo de un proyecto y un programa de gobierno compartidos que, finalmente, a pesar de verse forzado a gestionar un tiempo de emergencias sin precedente, al mismo tiempo ha logrado cambios significativos en las políticas económicas, en los derechos sociales y de libertades e incluso ha participado en un giro político sin precedentes en el marco de la Unión Europea.

Un proyecto que para salir adelante ha tenido que dejar en el camino buena parte del antagonismo y la polarización de una de las partes, así como la tentación hegemónica, el tacticismo y el continuismo de la otra, no sin resistencias que de vez en cuando reverdecen. El objetivo compartido ha sido la consolidación de una mayoría de investidura que se ha mantenido unida y que habría que recrear para dar continuidad a los cambios.  

De igual modo, hay diferencias entre este saber sumar, que se resume en las reformas legales y los presupuestos aprobados por el gobierno de coalición, y la mera adición de materias, que a veces han resultado ser contradictorias entre sí y que últimamente han provocado las divergencias y han hecho aflorar de nuevo más desconfianzas dentro del gobierno de coalición, y que como consecuencia han podido influir en la desmovilización y la desafección entre una parte de los votantes de las izquierdas. Más que saber sumar, la mera suma a veces ha restado.

Ahora estamos ante un período electoral, que es cuando saber sumar y su diferencia con sumar es lo más importante, poco menos que decisivo.

Eso significa sobre todo continuar con la estrategia del saber sumar en la acción de gobierno evitando las contradicciones del solo sumar, en particular en estas semanas y meses electorales.

Pero también tenemos el reto de trasladar la mejor experiencia del diálogo, los acuerdos y las reformas del Gobierno a la estrategia, a las próximas alianzas, a los programas y también a las candidaturas. Una imagen y un contenido que representa la vicepresidenta Yolanda Díaz y unos contenidos que se resumen en los efectos de la reforma laboral como paradigma de la mejor gestión de Unidas Podemos dentro del gobierno de coalición.

No deberíamos desaprovechar la oportunidad de hacerlo antes de las próximas elecciones autonómicas y municipales, para luego ampliarlo de cara a las elecciones generales

Es precisamente por eso que algunos pensamos que no deberíamos desaprovechar la oportunidad de hacerlo antes de las próximas elecciones autonómicas y municipales, para luego ampliarlo de cara a las elecciones generales. Sobre todo para no volver a empezar desde cero dentro de seis meses. Todo un mundo en política.

En este sentido no es buena idea proponer precipitadamente un acuerdo de coalición que pueda interpretarse como un cierre del proceso de fundación de Sumar o la exclusión de otras formaciones políticas, como tampoco anteponer el método de elección de listas a la definición del proyecto y el programa electoral.

Por eso es imprescindible que todos los partidos, colectivos y personas seamos capaces de seguir dando un margen de confianza a Yolanda Díaz como candidata y como representante del amplio espacio de las izquierdas.

Eso no obsta para que simultáneamente avancemos sin prisa pero sin pausa en los contactos, tanto en la definición del proyecto de Sumar, como en el acuerdo con el conjunto de los partidos de la izquierda sobre un programa y sobre un procedimiento inequívocamente democrático para la elección de las candidaturas. 

En definitiva, porque la mejor carta de presentación electoral es la voluntad del tándem del gobierno y de la mayoría de la legislatura para culminar las reformas. En manos de todos nosotros está. Porque se trata de sumar.

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Gaspar Llamazares es fundador de Actúa.

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