En 15 años no habrá a quién dar clase: el envejecimiento dejará a las escuelas sin un millón de alumnos

Niños del colegio Aquisgran de Toledo a su llegada al centro en el día que marca el inicio del curso escolar en Castilla-La Mancha.

Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el número de nacimientos en España del primer semestre de este año supuso un descenso del 2,5% con respecto a los de 2022 y de un 10,8% con respecto a los de 2019. También según el organismo, en 2020 hubo 11 ciudades españolas en las que las mujeres no tuvieron ni un hijo. Además, el último Focus on Spanish Society de Funcas situó a nuestro país como el europeo en el que más nacimientos hay entre las mujeres mayores de 40. Y así se suceden distintas cifras que llevan a la misma conclusión: cada vez nacen menos niños en España y la población, por tanto, envejece. Con esta premisa, ¿habrá suficiente alumnado para las escuelas del futuro?

Es la cuestión que ha planteado el informe publicado este jueves por EsadeEcPol bajo el título Las escuelas se están quedando sin niños: una oportunidad para transformar el sistema educativo, en el que se cifra en 450.000 el número de niños y niñas menores de 16 años que España ha perdido entre 2013 y 2023. Y el camino todavía no ha terminado. Jorge Galindo, sociólogo y autor del informe junto a Lucas Gortazar, explica que, hasta 2037, esa cifra habrá sobrepasado el millón. "El pico demográfico de esta edad tuvo lugar en 2013, ahora estamos en ese proceso de pérdida de población menor de 16 años. El problema está en marcha", diagnostica.

No ocurrirá de la misma manera en todas las etapas. Según se especifica en el estudio, la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) perderá un 25% de su alumnado potencial en 2037, pasando de los casi 2,1 millones de niños y niñas entre 12 y 15 años de hoy a 1,6 entonces. Primaria, por su parte, se vaciará antes: si en 2017 tenía 3 millones de alumnos, en 2032 se quedará por debajo de los 2,4.

Pero tampoco será igual en toda España. Como explica Galindo, y siempre tomando como referencia las proyecciones provinciales del INE, serán Zamora, León, Palencia, Albacete o Jaén las más perjudicadas por la pérdida de alumnado menor de 16 años de aquí a una década. La caída de la primera será del 44% y las del resto, de alrededor de un tercio. "Estas cifras coinciden con aquellos lugares en los que hay mayor despoblación. Al final, el desequilibrio territorial de España es algo que se ha gestado durante muchísimas décadas", recuerda el sociólogo. Así, en el otro lado de la moneda se encuentran otros lugares como Madrid (que sólo perderá un 10%), Barcelona (un 7%), Murcia (1%) o Navarra (0%).

Por eso hay que actuar. "La situación abre el debate sobre cómo podemos preservar la universalidad de la educación a largo plazo, porque esto sólo abrirá las diferencias entre territorios", explica Galindo, que rechaza la posibilidad de aplazar el "plan" que ya es necesario idear y poner en marcha. "Dejar todo como está no hace que la demografía no vaya a cambiar. Lo único que supondría sería aplazar la decisión y los conflictos, lo que acabaría provocando que los recursos acabasen destinados de manera poco eficiente con los alumnos futuros", detalla.

"Es mejor salir de la inacción y aprovechar la oportunidad ahora en vez de reaccionar tarde. La caída demográfica es un fenómeno imparable que comenzó hace más de un lustro y tiene todavía una década por delante. Las autoridades educativas [...] se enfrentan a un marco de decisión complejo que les va a obligar a reestructurar, ya sea ahora o más adelante, el mapa escolar", detalla el informe.

Habrá cierre de escuelas, pero habrá que ver cuáles y qué hacer con lo que sobra

El objetivo, insiste Galindo, es que el principio de la universalidad de la educación se mantenga. Afirma que hay que asumir que habrá cierre de escuelas, pero habrá que idear bien de qué manera hacerlo. Por ejemplo: no es lo mismo cerrar un colegio que está en un municipio pequeño a kilómetros de los demás centros que agrupar al alumnado de tres que son muy cercanos. En Polonia, según explicó Gortazar en un artículo de El País, se tomó la "dolorosa decisión de cerrar las escuelas más pequeñas de las zonas más alejadas" y de reinvertir esos recursos "en escuelas medianas o grandes en municipios cercanos (a no más de 5 ó 10 kilómetros) para ampliar las infraestructuras y mantener una ratio razonable, a la vez que poner en marcha sistemas de transporte público que lleguen a cada pueblo, por muy remoto que sea".

Porque esa es la otra "pata" de la cuestión, según explica Galindo. Si hay menos alumnado y encima se cierran escuelas, habrá más recursos por alumno. "Si los recursos públicos educativos se mantienen o bajan a un ritmo más lento que la caída demográfica, el gasto público por alumno va a crecer considerablemente gracias a la caída de alumnos. La caída demográfica supone la principal oportunidad real de nuevos recursos públicos para el sector educativo", señala el estudio de EsadeEcPol publicado este jueves, que detalla que, por niño o niña, el gasto aumentará entre un 5% y un 25%.

A priori, el dato es positivo, pero sólo si se reparten de manera adecuada garantizando, una vez más, la universalidad de la educación. "Uno de los principios del buen uso de los recursos públicos es usarlos de tal manera que amplíen derechos y oportunidades de un mayor número de alumnos, y en el caso de la educación, que permitan una mejor educación y un mayore aprendizaje para el mayor número posible de alumnos", detalla el informe. "Hay que empezar a decidir a qué vamos a dedicar el excedente, porque hay niños y niñas que no están en zonas de riesgo de cierre de escuelas pero sí tienen dificultades de acceso efectivo a la educación", amplía Galindo.

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Por eso los expertos apuestan por seis medidas específicas. La primera consiste en reducir la ratio y el tamaño de las aulas más tensionadas invirtiendo en infraestructuras y personal allí donde sea más efectivo. Tras ello, habría que ampliar el tiempo en la escuela, el refuerzo escolar y el cuidado, apostando por la jornada partida. "En España, la jornada continua avanza de manera imparable en educación Infantil y Primaria y es una realidad asentada en los centros públicos" que "puede perjudicar el aprendizaje de los alumnos, pero también la igualdad de género en el empleo", apunta el informe.

Precisamente hace unos meses, la OCDE instó a España a acabar con la jornada continua porque, a su juicio, la partida responde mejor a las necesidades de los alumnos, especialmente de los más desfavorecidos, para los que los expertos de EsadeEcPol proponen un mayor refuerzo. En otras palabras: existe ahora la oportunidad de dar recursos "de manera quirúrgica en cada centro educativo con programas y estrategias que son eficaces, especialmente con el alumnado más vulnerable y rezagado". Se reforzaría, así, el papel corregidor de desigualdades de la educación.

En paralelo, el informe apunta a la necesidad de reformar las políticas docentes y mejorar las condiciones laborales del profesorado para acabar con la interinidad que perjudica la continuidad del aprendizaje de los alumnos y alumnas y agudiza el burnout pospandémico que sufre la profesión. Además, es necesario promover una mayor colaboración docente para implementar nuevos modelos educativos y seguir expandiendo las etapas de educación infantil de 0 a 3 años y Formación Profesional, algo que favorece "el desarrollo temprano de los alumnos y la conciliación de las familias además de la inserción laboral de los jóvenes", explica el estudio, que finaliza con la recomendación de aplicar políticas "eficaces" contra la segregación.

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