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Elecciones 24-M

La entrada de Podemos y Ciudadanos reformula el concepto de voto útil

Pedro Sánchez, durante su mitin con candidatos del PSE en Bilbao, este 12 de mayo de 2015.

Pedro Sánchez activó el mensaje el domingo por primera vez, nada más retomarse la campaña tras el siniestro del avión militar en Sevilla. "Lo útil" para poner fin a los gobiernos del PP en territorios como Madrid es votar al PSOE, votar a Ángel Gabilondo. Por la tarde, en un mitin en Toledo, readaptó el argumento al escenario: "Lo útil" para liquidar a María Dolores de Cospedal en Castilla-La Mancha es votar al socialista Emiliano García-Page. Y este mismo martes, lo acopló a San Sebastián: "Pido a los vecinos de esta ciudad que si quieren poner fin a los Gobiernos de Bildu lo útil es votar a Ernesto [Gasco] como alcalde". Misma idea reproducida por la tarde en Bilbao, aplicada al PNV. 

Voto útil. Un clásico de todas las campañas. En España, tradicionalmente asociado al PSOE, pero que, obviamente, no es una estrategia exclusiva de los partidos en España. Pero las cosas ya no son aquí igual como antes. El escenario ha cambiado por completo con la irrupción de Podemos y Ciudadanos, y eso también hace prever cambios en los patrones de conducta de los votantes. 

También lo que se ha entendido como voto útil: abandonar la opción favorita para apostar por el partido grande y primar así al que puede tener mayor representación. O sea, meter la papeleta del PSOE en lugar de la de IU, en la mayoría de los casos, porque de suyo el PP ya concentraba todo el voto de la derecha. Pero, así concebido, ha perdido parte de su "razón de ser", tal y como expresan los politólogos consultados por infoLibre, ya que las cuatro principales formaciones que competirán este 24 de mayo conseguirán escaño en la mayor parte del país. 

Sin embargo, en la literatura académica existe una segunda modalidad de voto útil o voto estratégico segunda modalidad –la denominación formal–, aquel que el elector formula pensando en las coaliciones, en cómo su voto puede favorecer la formación de uno u otro Gobierno. Y esa parte de cálculo sí que estará presente, en mayor o menor medida, este 24-M. 

Sí salen perjudicadas IU y UPyD

Ignacio Lago, profesor de Ciencia Política de la Universitat Pompeu Fabra (UPF), es uno de los expertos que más ha estudiado el voto estratégico en España, y uno de los que ha puesto números a ese trasvase de sufragios entre los pequeños y los grandes: entre "un 1% y un 2% del conjunto del electorado cambia su voto" para primar al más grande en las generales, lo que ha representado "en torno a un 10-15% del voto total de IU". Cosa que fue clave en 1996 o en 2004. E incide en que "no tiene sentido" agitar el miedo a que la opción preferida no tendrá representación, porque en municipales y autonómicas el acceso al escaño cuesta mucho menos que en generales. "Ahora puede ser más útil votar a Podemos que al PSOE para que arme una coalición. La entrada de nuevos actores cambia todo porque ya no hay votos útiles en el sentido convencional votos útiles. Apelar al voto útil suponía que los dos grandes intentaban arrastrar votos de los pequeños. Pero ahora hay cuatro grandes. ¿Cuál es entonces la decisión útil?", completa Fernando Vallespín, politólogo de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y expresidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).

El PSOE no es el único que llama al voto útil. También lo hace constantemente el PP. Ayer mismo, José María Aznar lo decía desde Zaragoza, cargando contra los "aprendices de brujo", los "separatistas" y los "oportunistas". "¿Hay un voto más útil para Aragón y los aragoneses que el voto a Luisa Fernanda Rudi? [...]. Si quieren que gobierne Luisa y no otra, tienen que votar a Luisa". Y hasta IU no se priva de arañar apoyos al contrario. Este lunes, Cayo Lara reclamó el voto útil tras calificar a la candidata del PP a la Alcaldía de la capital, Esperanza Aguirre, de "cazamangantes".

Juan Rodríguez Teruel, politólogo de la Universitat de València (UV), no cree no obstante que le resulte muy rentable esa táctica por ahora: "El PP lleva mucho plomo en las alas. El que vote a Ciudadanos sabe que no debilita del todo al PP, sabe que no renuncia a que gobierne el centroderecha y sabe que el PP seguirá primero. Otra cosa es para las generales, si la gente percibe que persiste la inestabilidad". 

Claro que caben matizaciones, convienen los analistas. Porque tanto Podemos como Ciudadanos se convertirán, muy probablemente, en receptores de papeletas de electores de IU y UPyD. "Pero el trabajo ya está básicamente hecho –dice Lluís Orriols, profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III de Madrid–. UPyD quizá no sea capaz de sobrevivir a estos comicios. IU tiene unas bases más fuertes, una militancia más leal. Pero el trasvase de votos ya se ha hecho, no creo que la campaña añada mucho más". Lo mismo opina Rodríguez Teruel: "Los que no están atraídos por los partidos tradicionales votarán a los nuevos, porque en IU o UPyD no hay expectativas de gobernar o de ser influyentes". 

Las condiciones

Pero previsiblemente sí pesará más que en otras ocasiones esa segunda dimensión del voto táctico. El que se formula pensando en los Gobiernos, cuyo peso hasta ahora había sido inferior al de la primera acepción, pero que ahora podría ser decisivo, tan justas como están las cosas. Los ciudadanos, como explica Luis Ramiro, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Leicester (Reino Unido), consideran no sólo el valor y efecto de su voto, "sino en qué medida su voto puede favorecer una coalición de centro-izquierda o de centro-derecha". Es lo que Rodríguez Teruel llama voto maximizador de gobiernos, que conduzcan a Ejecutivos estables. "Los ciudadanos no sólo eligen representantes, sino también gobiernos, indirectamente. Los partidos son muy reacios a decir qué alianzas trabarán, pero los electores sí tienen en cuenta esas combinaciones. Es una interesantísima paradoja", añade. 

Según Lago, para que funcione ese voto estratégico, deben darse dos condiciones: que las formaciones anticipen su política de pactos y que haya un partido que, en un determinado espectro ideológico, vaya muy por delante. Por ejemplo, le vendría bien a María Dolores de Cospedal en Castilla-La Mancha, ya que está a mucha distancia de C's, pero no tanto a Cristina Cifuentes en Madrid, y si el partido de Albert Rivera adelantase su respaldo al PP, desactivaría la llamada al voto útil que pudieran protagonizar los conservadores. 

Pero justo lo que le falta al elector son referencias. Información. "La gran dificultad ante la que se encuentran los votantes españoles en estas elecciones no es ya sólo que conocer de qué modo su voto puede resultar más decisivo dada su ordenación de preferencias políticas, sino conocer con qué voto pueden favorecer la formación de una coalición de gobierno u otra –manifiesta Ramiro–. Puesto que los partidos no han sido muy claros al respecto hasta ahora, puesto que no tenemos mucha experiencia porque algunos de los partidos políticos que concurren a las elecciones son nuevos, los mensajes de voto útil pueden ser efectivos, pero los votantes se van a mover en una casi total incertidumbre sobre los efectos de su voto y, por tanto, su toma de decisión sobre el uso del voto útil va a ser increiblemente compleja". Lo que falta es "claridad", sigue Orriols. "Si voto C's, ¿apoyo de forma indirecta o no al PP? Pues no está despejado". Rivera, de hecho, ya aseguró el lunes en una entrevista en El País que su menú de pactos está abierto: podría tejer acuerdos con el PP, con el PSOE "e incluso con Podemos". A su vez, la formación de Pablo Iglesias ya ha advertido de que no dará respaldo gratis al PSOE y le exige un giro radical de sus políticas si quiere su aval. 

Influencia "decisiva"

La entrada en escena de Podemos y Ciudadanos afecta de manera "decisiva" a la configuración del voto estratégico, según coinciden los expertos. De ahí que sea complicado prever qué ocurrirá. Como recuerda Ramiro, hay estudios que apuntan a que el seguimiento de las encuestas inciden en el sufragio de los electores. Pero el "problema" de este 24-M es que los sondeos no lanzan "una imagen homogénea y no existen tantos sobre comunidades o ayuntamientos", y así "no es sencillo saber para un votante común, por ejemplo, si el PSOE o Podemos, o las candidaturas promovidas por Iglesias tienen más o menos votos. En cada sitio, la situación es distinta, lo que complica la evaluación de cómo usar el voto. El elector puede saber que se requerirán acuerdos para gobernar, pero sólo puede "sospechar" el modo en que se articularán esas coaliciones o pactos y no estar muy seguro de "cómo favorecer" con su papeleta el acuerdo que preferiría. 

Los pactos, de los que tanto hablan los medios y mucho menos los partidos, sí son uno de los factores que influyen en la decisión del voto. Lago pone como ejemplo uno de los casos más estudiados, el de Israel, cuyo sistema electoral y pluralidad produce parlamentos muy fragmentados. "Aquí caminamos hacia una israelizaciónisraelización –asegura–, porque los partidos difícilmente superarán el umbral del 30%". 

El problema, de nuevo, son las dudas sobre cómo se alinearán las formaciones. Si hubiera alianzas obvias, sentencia Orriols, entonces sí que habría una mayor "coordinación" de los votantes a favor de la fuerza que puede tener más a mano el Gobierno. 

Vallespín, sin embargo, pone en cuarentena estas afirmaciones. "El porcentaje de gente que hacía esos cálculos estratégicos era pequeño. Ahora los ciudadanos se guían más por la emoción, y eso favorece a los nuevos. Hay un voto de reacción al monopolio de los dos grandes porque antes no había alternativa sólida a su espacio. En cambio, C's es una alternativa al PP que no supone arriesgarse a salir del espacio del centroderecha. Lo mismo ocurre a Podemos respecto del PSOE. Es decir, que ahora se abre otra opción, la de cambiar las relaciones de poder dentro de cada espacio ideológico". El expresidente del CIS lo explica con un ejemplo: puede no importarte que gobierne el PP, pero sabes que si lo debilitas, "no podrá gobernar como siempre ha hecho". 

El efecto de Andalucía

Capítulo aparte merece la situación en Andalucía. Casi dos meses después de las autonómicas, la ganadora de las elecciones, la socialista Susana Díaz, sigue sin ser investida presidenta de la Junta, ante la negativa de la oposición a moverse del no a la abstención. El PSOE no deja de apelar a la "responsabilidad" de los partidos, instándoles a que abandonen sus tácticas "electoralistas" y no piensen en el 24-M. Rodríguez Teruel concede que la percepción de inestabilidad y de "bloqueo" –eso aduce Díaz– a su elección puede favorecer al PSOE (y al PP, como el otro partido grande), pero aún no se puede mensurar vía encuestas. La incertidumbre que persiste en la comunidad "complica el cálculo del votante", dice Ramiro: "Los partidos envían señales y esos resultados electorales han enviado algunas señales sobre el peso de Podemos o del PSOE, por ejemplo, pero no han sido tan informativos, más allá de apuntar que C's y Podemos, según la situación, pueden llegar a un acuerdo con el PSOE". 

Orriols también cree que alguna incidencia puede tener el caso andaluz en esta y las siguientes citas electorales. Pero no lo llamaría, arguye, "voto útil", sino "cambio de preferencias", a la luz de su acción tras los comicios. Lago es el más convencido: "Al PSOE federal, a Pedro Sánchez, le interesaría que se repitieran las elecciones. Andalucía es en realidad un caramelo envenenado para los emergentes. Les ha dado la oportunidad de combatir a lo que llaman la "casta", pero si se pasan permiten a los grandes explotar el flanco de la no gobernabilidad". 

Más impacto en generales

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El voto estratégico no sólo funciona hacia los partidos grandes. También podría atraer papeletas hacia candidaturas que podrían superar al PSOE, por ejemplo, como Ahora Madrid o Barcelona en Común, a las que las encuestas sitúan en segundo lugar en la capital y en primera posición en la ciudad condal. Pero para ello, tendría que estar "asumido" ampliamente por los ciudadanos, como recuerda Ramiro, que ambas opciones tienen posibilidades de ganar a los conservadores. Los otros competidores, a su vez, negarán que exista un duelo a dos, como por ejemplo ha hecho el PSC con un incisivo (y elocuente) cartel: "¿De verdad que Barcelona va de [Xavier] Trias [CiU] o [Ada] Colau [Barcelona en Comú]? No jodamos".

Lago sostiene, no obstante, que la carga del voto estratégico se percibirá con mayor hondura en las generales de finales de 2015, porque ahí sí que el sistema electoral penaliza a las formaciones que no estén muy arraigadas en distritos pequeños. Más aún, añde: "El modelo electoral va a jugar el papel más decisivo de la democracia, y muy probablemente Podemos y C's saldrán perjudicados, como lo fueron IU y UPyD en su día. A veces olvidamos que las instituciones son favorables al statu quo, a los dos grandes partidos".

¿Y por qué los partidos recurren a la llamada al voto útil, sistemáticamente? Es normal, afirma Ramiro, porque existe, aunque en un panorama tan incierto la eficacia sea más dudosa. Pero las formaciones echan mano de todas las herramientas a su alcance. Y esta es una más. "Es inherente a la competición partidista", concluye Orriols. Funcione o no.

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